"It's time to being, isn't it? I get a little bit bigger but then I'll admit I'm just the same as I was..."
A Megan la acababan de despedir del Pepper's y Sean no quería darnos ninguna información para poder localizarla. Noté que por la mañana, el local se parecía más un comedor familiar que un bar de mala muerte; había unos chicos de no más de catorce años sentados en una mesa comiendo papas fritas y riéndose sin parar. Probablemente por la mañanas, el ambiente era distinto y se aceptaban prepas, supuse. Jessie seguía insistiendo pero Sean era una tumba, así que al cabo de tres minutos nos largamos del bar con las manos vacías.
Jess sabía muy poco de Megan, solo la había visto unas cuantas veces en las carreras y como mesera en el Sgt. Pepper's. Mencionó que una vez la vio discutir con Alice en la zona restringida de la escuela, desconocía el tema, pero podía jurar que se trataba de Harry. Me dijo que Alice lloraba y Megan gritaba y hacía movimientos exagerados con las manos después de que le arrojó en la cara una libreta llena de papeles arrancados y fotos en blanco y negro.
-Si esa tal Megan fuera un chico, en ese mismo instante le hubiese pegado una paliza-comentó entre dientes mientras apoyaba la espalda en un poste de metal y encendía un cigarrillo.
Me llevé una mano a los labios y comencé a pensar como Megan...claro, hubiese tenido éxito si la conociera lo bastante bien como para poder hacerlo. En fin, basándome en lo poco que sabía sobre ella, tenía entendido un par de cosas: no era rica, estaba fuertemente vinculada con Uriah y el mundo de las carreras, tenía más o menos mi edad y según mis instintos, era una chica asustada y confundida víctima de las manipulaciones de los demás. ¿Adónde iría si no tuviera trabajo? No con Uriah, desde luego.
-¿Crees que esté calle abajo? ¿En el circuito improvisado que usan para hacer las carreras?-pregunté chasqueando los dedos.
-No lo sé, ¿quieres averiguarlo?-me miró alzando las cejas, no me había fijado en la cicatriz que tenía en la ceja derecha.
Asentí con la cabeza y fuimos directo a donde estaba su moto. Jessie me ofreció un casco y me lo abroché justo debajo del mentón. Rodeé sus caderas con mis brazos y lo apreté para no caerme cuando dejamos el bar atrás. No estaba acostumbrada a andar en una motocicleta con un chico, pero debía admitir que no tendría ningún problema en adaptarme; me gustaba esa sensación de pensar que estaba volando a la velocidad de la luz. La brisa me azotaba la cara mientras tenía una mejilla apoyada en la espalda de Jessie; cerré los ojos y sonreí para mí misma...no, no era tan malo después de todo.
Jessie se aclaró la garganta y yo miré a mi alrededor sobresaltada. Habíamos llegado al lugar en donde se organizaban las famosas carreras ilegales y me sorprendió ver las calles vacías y silenciosas. Cuando desenredé mis brazos de la cintura del rubio, me percaté de que mi agarre había sido demasiado fuerte y se pudo haber interpretado como cualquier cosa. Miedo, quizás.
"¿Solo miedo? ¿Estás segura?"
Las mejillas se me pusieron calientes. Sacudí de mis vaqueros una capa de polvo que no existía y mejor me apresuré a observar el dichoso circuito, que a la luz del sol parecía una avenida abandonada y fantasmal sacada de un cómic. La carne poco a poco se me fue poniendo de gallina, pero no hacía frío, y el aire era tan pesado que se me cayeron los hombros. Puede que Uriah no estuviera aquí ahora mismo, pero estaba más que claro que esto era suyo, que todo esto era terreno prohibido y que las personas como yo no éramos bienvenidas en él.
No había rastros de Megan por ninguna parte.
-¿Habías estado aquí antes? Quiero decir, ¿en el día, cuando no se organizaban las carreras?-me volví hacia Jessie y lo descubrí mirar hacia los tejados con el ceño fruncido mientras escondía ambas manos en los bolsillos. Sus ojos recorrían lenta y cuidadosamente cada parte de los edificios, como si deseara comprender algo. ¿Qué? No tenía idea.
-Una vez. Fue después de la escuela, Harry me retó a una pelea porque juraba que era más fuerte que yo y, bueno....-sonrió ante el recuerdo y agachó la cabeza soltando una carcajada-, le partí la madre, obviamente.
Me sentí culpable cuando se me escapó una risita de los labios. ¿Cómo podía ser posible que Harry fuera el que incitara a la violencia si era el que terminaba hecho una mierda al final de las peleas? Era tan ridículo que me causaba gracia, hasta que recordé que fue con una pistola a buscar pleitos con quién sea que fuera, y temí que el final volviera a ser el mismo de siempre...o peor.
"Problema suyo" gruñó una odiosa voz en mi cabeza. La garganta se me puso tan seca que creí que iba a asfixiarme.
-Me gustaría saber qué sientes en verdad cuando estas con Harry, Jo-Jessie se acercó a mí y con el dorso de su mano me corrió el pelo de los hombros. Retrocedí por instinto y con la mirada le di a entender que no sabía qué diablos quería decirme con eso-. Nerviosa...asustada...débil...impotente...
-Protegida-dije rápidamente sin detenerme a analizarlo-. Me siento protegida, Jessie-repetí, esta vez entrecerrando los ojos, ¿de dónde había salido esto?
Volví a retroceder un par de pasos más cuando Jessie explotó en carcajadas, llenando el vacío de la avenida. Al transcurso de un segundo o dos, su rostro se contrajo y se puso serio, deteniendo las risas con la misma celeridad que surgieron, y aquellos ojos me escrutaban con intensidad. Se acercó cauteloso a mí y me tocó la mejilla con el reverso de la mano, las cejas casi le rozaban los párpados. Me agarré el borde de la blusa para disimular en temblor de mis dedos. ¿Por qué desconfiaba tanto de todos últimamente?
-¿Protegida?-susurró, yo asentí con movimientos lentos. Una sonrisa dolida se dibujó en su pálido rostro contraído-. ¿Qué tan mierda te hace sentir ese bastardo como para hacerte creer que necesitas de la protección de alguien, nena? ¿Te dice que eres vulnerable, torpe y estúpida, cuando en realidad eres una...inocente?
Y sus palabras fueron como una bofetada invisible en la cara. Las mejillas me ardían, sintiendo el fantasma de una mano inexistente sobre mi piel.
Una inocente.
La frase creció en mi cerebro hasta reventar en un millón de pedazos. No permitiría que nadie me subestimara otra vez, y mucho menos ahora que requería de mi fuerza interna para no desmoronarme delante de las personas. Por primera vez en mi vida, tuve la urgencia de pegarle a alguien un puñetazo en la cara, pero tuve que contenerme así que me distraje apretando los puños
Era sorprendente como una persona podía cambiar en menos de 24 horas.
-No soy tan inocente como crees, Jessie. Tampoco soy estúpida.
-Nunca dije que fueras estúpida, pero sí inocente. Tanto que...-alargó los brazos para tocarme los hombros, pero di unos pasos hacia atrás y las manos le cayeron justo en sus costados-. ¿Qué? ¿Qué pasa?
-Eres igual que todos, ¿sabes? Me subestimas y crees que no soy capaz de tomar decisiones por mí misma...y...y odio cuando la gente que hace eso.
-Oh, no eres inocente, bien, entonces, ¿cómo me explicas el hecho de que saltaras hacia un lago con la temperatura casi bajo cero? ¿O cuando dejaste que te llamaran 69? ¿O esa vez cuando Harry...?
Apreté tanto los puños que me lastimé la palma con mis uñas. ¿A caso Jessie me restregaba en cara las cosas que sufrí en mis comienzos en la secundaria O'Callahan? Esperaba esto de cualquier persona, hasta del mismísimo Harry, pero de Jessie...
-Cierra la boca-ladré mientras lo apartaba de mí empujando su pecho con mis dos manos-. Pensé que eras diferente, McCartney, pero ahora veo que no.
Giré sobre mis talones y caminé con la frente en alto hasta el final de la avenida, parpadeando todas las veces que me fue posible para retener las lágrimas. ¿En verdad Jessie me creía tan débil? Su voz seguía llamando mi nombre pero yo no me detuve ni mire atrás, y cuando doblé la esquina y tuve la certeza de que no podía verme, me aplasté contra la pared y sofoqué un sollozo, aunque permití que mis lágrimas rodaran libremente por mis mejillas. Era, me veía y me sentía patética...por lo tanto, no debía dejar que esto sucediera otra vez, no si quería que los demás vieran lo fuerte que soy.
Inspiré, cerré los ojos y espiré; sequé las mejillas con la palma de mi mano, me sorbí los mocos y fui caminando calle arriba, bajo el refugio de la sombra de los edificios.
Yo no era una inocente, y tenía la mejor manera de demostrarlo.
(...)
Abrí la puerta del estudio de tatuajes y fui directo a la recepción. Detrás del escritorio había un hombre gordo con una calva en la coronilla; sus brazos descubiertos dejaban ver más tinta colorida que piel. Cuando coloqué las dos manos en la lisa superficie de la mesa, el señor levantó la mirada y se puso el lapicero que sostenía detrás de la oreja.
-¿Puedo ayudarte en algo...niña?-me preguntó con voz áspera; sentí un leve rubor teñir mis mejillas cuando escuché la palabra "niña".
Observé un momento los diseños que estaban colocados en las paredes del estudio y respondí:
-Sí, este...me gustaría hacerme un tatuaje.
El hombre casi se ríe.
-¿Segura que tienes dieciocho años?
Tuve que morderme la lengua para evitar más problemas, así que ladeé la cabeza, medio sonreí y abrí mucho los ojos; fingiendo estar indignada. Por alguna razón me resultaba ridículo y vergonzoso decirle que ayer había cumplido la mayoría de edad.
-¿Por qué? ¿Parezco mayor?
-No me convences...pero de todas formas no es mi problema-me pasó un formulario junto con el lapicero que tenía sobre la oreja-. Llena este papel y me lo entregas cuando termines. Una vez que diga tu nombre, pasas a la sala de atrás, ¿entendido?
Asentí obediente y me senté en uno de los asientos que había a un costado de la sala. Tomé una revista y la coloqué en mi regazo para que me sirviera de soporte y comencé a llenar este estúpido e innecesario formulario. Terminé en menos de un minuto, lo revisé tres veces exactamente y al estar completamente segura de haber dado la información correcta, me puse de pie y se lo entregué sonriente al tipo detrás del escritorio, que me lo arrebató de la mano y le echó un breve vistazo.
-Señorita... ¿Foster?-me miró enarcando una ceja y yo fruncí el ceño, ¿algún problema?-. Muy bien...-guardó el formulario en una carpeta y con una mano me indicó que pasara a la sala de atrás-. Buena suerte.
Okay...aquí vamos.
Relajé los hombros y me sacudí un poco; el aire me entraba y salía por los pulmones tan rápido como si mi cuerpo fuera una máquina. El tipo se me quedó mirando con cara de aburrido mientras yo hacía este tipo de cosas antes de cruzar la puerta, y no lo culpaba si pensaba que era idiota. Un par de segundos después, giré el pomo de la puerta y avancé por los pasillos del estudio. A mitad de camino, ya cuando podía ver el sillón abatido iluminado por la única luz que había en aquella área, solté una risita histérica que no parecía mía, o mejor dicho, que no parecía de una persona normal; me haría un tatuaje en la ingle...no lo podía creer.
Me acosté en el asiento y esperé a que alguien viniera a atenderme. Tamborileaba los dedos sobre los brazos del sillón y me mordía nerviosa los labios mientras paseaba los ojos por la habitación; habían diseños colgados por todos lados. Pude reconocer dragones, demonios, ángeles y animales extraños. Jamás había pensado que entraría a un estudio de tatuajes, ni siquiera en mis sueños más salvajes. Y aquí me encontraba ahora.
Escuché el rechinar que hace una puerta al abrirse y cuando levanté instintivamente la cabeza, vi que de la entrada surgía la persona que se suponía que haría mi tatuaje. Tenía unos pantalones apretados color negro, una blusa roja de tirantes y el cabello largo e increíblemente rubio. Nos quedamos mirando a los ojos sin poder creerlo, yo aferrada a los reposa brazos del asiento y ella parada en medio de la habitación, sin palabras.
Se trataba de Megan.
Volví a considerar la idea de tatuarme y ahora no me parecía tan buena. Pero no podía dejar que ella me intimidara, no, así que respiré hondo, tensé los labios y apoyé mi cabeza en el sillón. Megan por fin reaccionó y se acercó dando pasos cuidadosos hacia mí, sentándose en la silla que estaba en frente del sillón y al lado de la máquina.
-Jodie-dijo en modo de saludo, colocándose sus guantes.
-Megan-asentí con la cabeza.
Ella se metió un mechón de cabello rubio detrás de las orejas e inclinó la cabeza hacia un lado para mirarme.
-¿Qué?-pregunté, encogiéndome de hombros.
-Venga, no soy adivina... ¿qué diseño escogiste para tu tatuaje?
Aunque no fue la intención de Megan, su pregunta me hizo sentir infinitamente estúpida. Pensaba que acá me darían tiempo para elegir el diseño de mi tatuaje, pero ahora veo que no. Fruncí los labios y vi el torpe movimiento de mis pies...¿qué le diría?
Megan resopló y se alejó del asiento, dirigiéndose hacia unos armarios de madera y de ellos sacando una pila de plantillas que más tarde soltó sobre mi vientre.
-Tienes diez minutos-fue todo lo que me dijo.
Inspiré pero no saqué el aire de mis pulmones, conteniendo la respiración todo lo que podía porque me daba miedo que al soltar el oxígeno no fuera capaz de respirar otra vez. Me acomodé en el sillón y comencé a estudiar las opciones, esperando encontrar un diseño lo suficientemente bueno como para llevar en mi piel hasta que muriera. Y mientras pasaba de plantilla en plantilla, sentía el peso de la mirada azul de Megan encima de mí. Intenté concentrarme en los dibujos pero su presencia me distraía más de lo que esperaba. ¿Qué hacía aquí, en primer lugar?
-Pensé que no tenías trabajo-comenté como si nada, fingiendo mirar la plantilla de diseños; sinceramente, no entendía estos disparates.
-Veo que me estás acosando-apoyó los codos sobre sus rodillas y afirmó con la cabeza-. Sí, me despidieron, y ahora estoy aquí.
-Encuentras empleo bastante rápido, ¿no?
-Mi tío es dueño del local. Beneficios de familia.
-Ah.
Pasé la lengua por mis dientes y asentí lentamente con la cabeza, tratando de volver enfocarme en los dibujos. Mis ojos estudiaban cada línea de diseño con cuidado, pero no encontraba nada lo suficientemente bueno como para tatuarme. Podría pasarme lo que restaba de la mañana y la tarde entera intentando decidir qué rayos dibujarme en la ingle; qué llevaría marcado en mi piel por toda mi vida.
-Son unos diseños horrendos, ¿verdad que sí?-Megan se acercó y miró conmigo las plantillas. Como no detecté sarcasmo ni ningún tono de voz desafiante, le dije que en verdad eran muy malos, malísimos, entonces percibí un ligero movimiento en sus labios. También reprimí la sonrisa.
-¿Alguna idea?
-Bueno...en primer lugar, jamás en la vida iría a un estudio de tatuajes sin saber qué tipo de diseño llevaré en mi piel por el resto de TODA mi vida...-rodé los ojos y evité su mirada; Megan se dio cuenta de mi desconcierto e intentó arreglarlo, porque suavizó el tono de voz-, p-pero, si quieres un consejo, piensa en algo que haya significado mucho para ti y que no quieras olvidar.
-¿Para ti que significa el ying-yang?
-¿A caso importa?
Como no me interesaba pelear con alguien más por el momento, decidí no hacerle caso y pensar en algo que haya sido muy importante para mí como para no querer olvidarlo nunca. Aunque si fue tan importante como ella decía no creo que lo fuera a olvidar alguna vez. Pero quizás no se refería a eso en concreto. Entonces, ¿qué?
De repente me vino a la cabeza todo lo que era antes y lo que soy ahora. Ese matiz que había entre el blanco y el negro, un punto intermedio. Era como una mezcla entre el bien y el mal; las dos fuerzas operaban juntas dentro de mí. ¿Cómo podría expresar eso en una frase, símbolo o dibujo?
Miré las manos sudorosas que tenía sobre el regazo y abrí la boca, aunque nada salió de ella hasta que pasaron unos interminables segundos.
-Quiero un par de alas de ángel del tamaño de la uña de mi pulgar-susurré, las palabras salieron sin pedirme permiso.
-¿Eso, alas de ángel? ¿Nada más?
Sacudí la cabeza y fruncí el ceño. Recordé cómo me sentí la primera vez que Harry y y yo nos besamos; mi corazón en esos momentos latía por primera vez, devolviéndome a la vida. La adrenalina corría por mis venas como si fuera sangre y se propagaba por todo mi organismo al igual que el fuego lo hace en la tierra. Y ayer, cuando compartimos nuestros cuerpos de esa manera, cuando su calor se confundía con el mío...todo por fin encajaba, de alguna manera u otra.
-Quiero que estén ardiendo.
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I knew you were trouble
FanficSacaba buenas calificaciones, era una excelente hermana mayor y no me metía en problemas. Mi vida no era perfecta, pero nunca tuve motivos para quejarme de ella. Mamá siempre estuvo orgullosa de mí y Reagan no dudaba en contarme todos sus secretos...