Capitulo 12

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"Put your lips close to mine, as long as they don't touch, out of focus eye to eye, till the gravity is too much..."

El resto de la familia llegó varias horas después, ya cuando Harry y yo habíamos acabado de cenar. Des no pudo comer nada porque traía el estómago revuelto y mamá no era de las que comían por las noches, así que me quedé a acompañar a Reagan mientras se servía un poco de estofado caliente de verduras. Tenía los ojos cansados y una sonrisa desgastada, y solo se me ocurrió culpar a Des y su organismo extremadamente sensible.

-¿Cómo estás?-le pregunté, sentándome en la silla que había frente a mi hermana. Reagan no levantó la mirada y se llevó a la boca dos cucharadas de estofado antes de contestar.
-Agotada, gracias a ti. Si no te hubieses largado de casa esta mañana el turno de enfermera sería tuyo, no mío.
-Pues bien por mí entonces-reí, sin embargo, ella se quedó callada y le dio un par de sorbitos más a su estofado.
-Ja-ja, muy graciosa. Es fácil estar de buen humor cuando tienes todo lo que quiero.
-¿Qué?-no pude esconder mi desconcierto-. Reagan eso no es cierto...
-Sí que lo es-finalmente me miró a los ojos y suspiró con brusquedad-. Antes de llegar a Inglaterra había hecho todo una lista de cosas que por fin tendría en este apestoso lugar: un novio guapo, fiestas locas, adrenalina, salidas por la noche...Como sea, la cosa es que yo quería que me pasara todo lo que estás viviendo y...y no es justo, porque a ti nunca te llamó la atención nada de eso.

Solté aire por la boca y puse los codos sobre la mesa; sí, ella tenía razón pero...algo como lo que yo estaba viviendo no se buscaba; incluso traté de evitar a Harry para no tener que dirigirle la palabra y llevar una relación más o menos normal. Enamorarme de esta manera no fue algo que yo planeé. Jamás lo vi venir.

-Creo que...-vacilé con la vista clavada en la madera lisa de la mesa, en busca de palabras adecuadas-. Ese tipo de cosas no puedes forzarlas. No se buscan, te encuentran, y lo harán cuando sea tu turno, pero...
-Pero no todos pueden tener una historia de amor y me temo que si no presiono las cosas yo no tenga...
-Aja, lo sé y te entiendo, aunque... ¿sabes qué? Es mejor sorprenderse que decepcionarse. Deja de planear tu romance perfecto porque al final sabes que nada sale como realmente queremos.

Reagan se mordió el labio inferior y frunció el ceño, de repente supe que se le había quitado el hambre, porque dejó la cuchara sobre el plato y se encogió en su silla, esquivando totalmente mi mirada. La conocía tan bien que no tenía que agachar la cabeza debajo de la mesa para saber que se estaba aferrando fuertemente a la silla.

-Sí, lo sé, lo sé, pero...yo no soy de esas personas, Jo, nunca me pasa algo extraordinario.
-Tienes 16 años-le sonreí de medio lado e incliné un poco la cabeza-. Reg, a tu edad me la pasaba estudiando y gastaba mis fines de semana viendo anime. ¡Y ahora mira lo que me pasó! Por supuesto que conocerás a alguien...o puede que ya lo hayas conocido. ¿Quién sabe?

Entonces ella subió rápidamente la cabeza, ofreciéndome una amplia sonrisa blanca mientras sus grandes ojos azules se iluminaban como si fuesen estrellas.

-¿Prometes que tendré una historia mejor que la tuya y la de Harry? ¿Con perras malvadas y pretendientes en motocicleta?

Negué con la cabeza, muriendo de un ataque de risas.

-Buena suerte, Reagan.

(...)

Suspiré con pesadez y apoyé mi mejilla en la palma de mi mano mientras el profesor Smith hablaba con entusiasmo sobre el aburrido sistema político de Reino Unido. Miraba la pizarra aunque en realidad, estaba muy lejos de estarle prestando atención, y me daba mucha pena, porque el maestro Smith era muy buena persona. El problema era que hablaba tanto que te aburría los primeros cinco segundos, y su clase no era una de las más interesantes del instituto que digamos. Aún así, sacaba buenas notas y me comportaba de una manera decente; era lo menos que podía hacer por este pobre hombre ya que era una de las profesores más simpáticos que había tenido.

Abrí mi cuaderno en la parte de atrás y comencé a trazar garabatos como siempre solía hacer cada vez que una clase me aburría. Las palabras del maestro me entraban por un oído y me salían por el otro; al parecer hoy no era mi día más brillante. Todavía seguía enfrascada en la noche del viernes, cuando Harry me llevó al yate y bailamos mi canción favorita. Esa misma noche en que hicimos el amor por primera vez. Y me ruborizaba con tan solo pensar en ello, no recordaba un momento de este día en que no sintiera mariposas en el estómago.
Estaba tan feliz de tener a Harry a mi lado que esta mañana cuando llegué al colegio, saludé a Blair toda sonrisas y con un gran abrazo. Obviamente me miró como si estuviera loca, pero la verdad es que no me importaba ni un poquito, no.
Esto de estar enamorada me hacía ver el mundo entero como si fuera un estúpido musical de Broadway. Las aves cantan, las mariposas desatan la tercera guerra mundial en mi estómago y...

Bolitas de papeles aterrizan sin más sobre mi escritorio. Miré disimuladamente hacia ambos lados y sofoqué una risita traviesa mientras tomaba la pelotita, la ponía sobre mi regazo y la desdoblaba debajo de mi escritorio, sintiéndome como la peor fugitiva de la ley. Era un mensaje de Harry. El calor me afectó las mejillas. Quería reírme, no sé.

"Hey, preciosa, quiero decirte algo en privado, tiene que ser ahora. Voy a pedirle permiso al profesor Smith para que me deje salir. Deja que pase un momento y pides ir al baño.

Y no, no puedo esperar. Te veo en un rato.

Harry .xx"

En ese mismo instante Harry cruzó por mi lado y de un fugaz movimiento me rozó los hombros con los dedos. Se dirigió al escritorio del maestro, intercambió unas palabras con él y después de un par de asentimientos de cabeza, Harry cruzó el umbral de la puerta y desapareció entre los pasillos de la escuela. El corazón me palpitaba en las sienes y la intriga de saber qué quería decirme me provocaba una picazón ansiosa por todo el cuerpo. Conté en mi mente cinco minutos, luego, para que el profesor no tuviera otra opción más que dejarme ir al baño por cuestiones de mujeres, tomé mi bolso y lo aferré contra mis costillas. Tras un leve suspiro, me paré de mi asiento, bolso bien agarrado entre los brazos, y portando una sonrisa inocente le pedí al maestro Smith que me dejara ir al baño.

-Señorita Foster, debe esperar a que su compañero regrese al salón-respondió mientras negaba con la cabeza, frunciendo los labios. Una ola de desilusión me oprimió el pecho, pero yo no me rendiría tan fácil.
-Profesor Smith, por favor, es...es una emergencia-apreté la cartera contra mi cuerpo con la esperanza de que la viera y tuviera el sentido común suficiente para saber cuál era el problema. El maestro abrió la boca, después la cerro desconcertado y al final hizo un gesto con la mano que señalaba la puerta.
-Que sea rápido-balbuceó.
-Gracias-y salí del salón casi corriendo de la emoción.

Caminé dando grandes zancadas por el corredor de la escuela sin saber adónde ir específicamente, pero entonces una mano me agarró el codo y tiró de mí hacia los casilleros más apartados del pasillo. Harry se colocó seductor delante de mí y pasó sus dos brazos por mi cintura, yo choqué contra su pecho.

-¿Qué es eso que tienes que decirme con tanta urgencia?-dije ronroneando mientras ladeaba la cabeza e instalaba mis brazos alrededor de su cuello. Nuestras bocas estaban tan cerca que compartíamos unos leves roces en la comisura de nuestros labios.
-No voy a decírtelo aquí...quiero que me acompañes a la biblioteca.
-¿A la biblioteca?
-A la biblioteca-asintió curvando una sonrisa. Rodé los ojos y él me tomó de la mano, y fuimos medio corriendo, medio caminando, hasta la silenciosa y vasta biblioteca de la secundaria O'Callahan. Me ardieron las fosas nasales al aspirar el fuerte olor a madera vieja de las estanterías.
-Ven-me dijo.

Pasamos por el lado de la bibliotecaria, que estaba muy ocupada procesando cosas que no me interesaban en su computadora, y en un abrir y cerrar de ojos me vi metida en medio de un laberinto de enormes hileras de libreros tres veces mi tamaño. Mis ojos escalaban las grandes murallas repletas de libros mientras Harry me guiaba ansiosamente hasta la sección de Historia Universal, la misma sección que era rara vez frecuentada por los estudiantes del instituto. Los libros eran tan viejos que las pequeñas partículas de polillas me hicieron cosquillas en la nariz.

-Veo que estás muy estudioso-comenté mirando cada uno de los estantes detenidamente. Los libros estaban colocados perfectamente uno al lado de otro por orden alfabético-. ¿Ahora por fin me contarás por qué tanto misterio?
-De hecho...-se acercó a mí y entrelazó los dedos de nuestras manos, después inclinó su cabeza hacia mi cuello y comenzó a pasar sus labios húmedos por la parte de mi nuca-. Solo quería estar contigo...como sabrás...no puedo concentrarme en clases-susurró con su boca pegada a mi piel. Dejé caer la cabeza hacia atrás mientras soltaba un suspiro, cerré mis ojos y disfruté de la sensación que me ofrecían sus labios mojados deslizarse sobre el contorno de mi cuello. Su boca subió por la línea de mi mandíbula y capturó mis labios, enterrando su lengua en mi garganta. Gemí dentro de su boca y ladeé la cabeza hacia la izquierda, y poco a poco se me nublaron los sentidos. Harry me dio un beso húmedo en la mejilla antes de colocar los brazos debajo de mi trasero y de un salto levantarme del suelo; yo enredé mis piernas alrededor de su cadera y las apreté con intenciones que yo misma desconocía. Entonces Harry de un manotazo tumbó unos cuantos libros del librero y me sentó con las piernas abiertas sobre el frente del estante, metiendo la mano debajo de mi falda y clavando sus dedos en la carne de mi muslo, haciéndome olvidar que nos encontrábamos en la escuela.

Desesperadamente, hundí mis manos en su cabello y apreté su rostro contra el mío, pero al darme cuenta de que eso no era suficiente para calmar la guerra que se libraba en mi estómago, me deshice de su corbata mientras él se encargaba de los botones de mi camisa. Nos quitamos los sacos rojos que formaban parte de nuestros uniformes y los dejamos caer en el suelo. El frío que sopló sobre mis hombros desnudos sirvió para traerme tres segundos de vuelta a la realidad. Tuve que reunir toda mi fuerza de voluntad para decirme a Harry que dejara de besarme el pecho. Él obedeció de inmediato y apoyó su cabeza en mi torso semi desnudo.

-Haz...no, oye, estamos en la escuela. No quiero que nos descubran.
-No lo harán-aseguró con la voz jadeante. Después se separó cuidadosamente de mí, mis pies por fin tocando el piso, y se agachó para tomar uno de los libros que había tirado. Cuando le miré la cara, me percaté de lo roja y acalorada que estaba, provocando inconscientemente mis débiles hormonas-. Este es un lugar sagrado para los chicos de esta escuela. ¿O qué? ¿Pensaste que en serio nadie visitaba esta sección?
-P-pues...sí, eso pensé.
-Mira-abrió el libro y se puso a mi lado. Me acerqué para ver mejor qué quería enseñarme y vi que las páginas estaban firmadas con tinta negra, rosa, verde y de numerosos colores-. Son las iníciales de parejas que vienen a besuquearse a este sitio-me explicó con una risita burlona-. Traes a una persona que te importe, tienen un poco de acción y después firman sus nombres en este libro. Es una clase de tradición que se creó en 1973, cuando papá era estudiante de primer año.
-¿Y estoy aquí por algo en particular?-cuestioné reprimiendo una sonrisa y fingiendo que miraba el techo. Harry rió una vez más y después me sorprendió sacándose un bolígrafo de su bolsillo.
-¿Harías los honores?

Duré un par de segundos con la mirada clavada en el lapicero, mi cerebro digiriendo la información de todo lo que había pasado en menos de estos quince minutos, pero después reaccioné casi inmediatamente, tomé el bolígrafo por fin liberando mi tonta sonrisa y luego apoyé la punta del lapicero contra las páginas de aquel libro. Finalmente se lo tendí a Harry para que él firmara con su nombre, cosa que hizo con una enorme y brillante sonrisa que pronunciaba sus hoyuelos en ambas mejillas.

-Recién casados-bromeé mientras le daba un tierno pero muy corto beso en sus labios.

Él soltó una breve carcajada y me plantó un suave beso debajo de la oreja.

-Hora de ir a clases, el maestro debe estar sospechando. Ve tú primero, cree que estoy en la enfermería.
-Él cree que estoy en mis días de mujer.
-Esa es mi chica-comentó riéndose y luego me ayudó a arreglar mi uniforme, en especial la posición de mi falda-. ¿Lista?
-Espera...-saqué la banda de mi muñeca y recogí mi cabello ya que estaba en un estado que requería urgentemente los servicios de un peine-. Lista-asentí, dispuesta a irme.
-Oh, antes de que lo olvide...esta noche iremos con Liam al cine. Cita doble.
-Pero Liam no tiene...
-Invitó a Lina a ver una película-abrí mucho los ojos-. El muy idiota se está muriendo de los nervios y dice que si voy contigo le daría más seguridad. Por favor...-me pasó las manos por la cadera y observó mis labios mientras se mordía los suyos. ¿Cómo podría decirle que no si me miraba de esa manera?-. Es mi mejor amigo y necesita mi ayuda, además...tú y yo no tenemos por qué ver la película. ¿Qué me dices?
-Por supuesto que sí-suspiré perdida en su mirada, pero después reaccioné y carraspeé para despejar mi garganta-. Sí-respondí con voz más firme-. No hay problema.
-Bien...hora de irse-me soltó y dio unos pasos hacia atrás, mientras veía como daba la vuelta y me alejaba de él-. Y Jo...-llamó tras mi espalda. Apreté los labios, previendo lo que iba a decirme, y me giré sobre mis talones para terminar la frase por él.
-Lo sé, "Hey Jo, no la cagues". Entendido capitán.
-No-respondió, parpadeando al mostrar una sonrisa suave y sincera que no me dejaba ver con frecuencia. Alcé las cejas en sorpresa y recargué todo el peso de mi cuerpo en una pierna-. Te amo.





I knew you were troubleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora