Capitulo 29

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"Loving him was like drivin' in a new Maserati down a dead end street, faster than the wind, passionate as sin ending so suddenly..."

Harry aparcó el auto en el estacionamiento de la escuela y nos despedimos de Reagan con una mano, como siempre solíamos hacer antes de dividirnos e ir a nuestros respectivos salones de clase. Su hermoso pelo castaño se meneaba hacia los lados a cuestión que avanzaba por el pavimento de gravilla, una vez más despertando ese rechazo impulsivo e irracional hacia mi cabello pelirrojo. Arrugué la nariz y tomé un mechón entre mis dedos, considerando la idea de teñirme de rubia, o morena. Harry me tocó el hombro y fue hacia Liam, que se encontraba justo en la entrada de la escuela cargando una torre de papeles que le cubría la cara. Ayer Harry y yo habíamos falsificado notas médicas las cuales Payne entregaría hoy a la maestra Young para justificar nuestra ausencia. La idea no me convencía del todo y me tenía nerviosa, era la primera vez que le mentía a una autoridad docente y si nos descubrían, esto podía afectar mi historial académico y perjudicar mi entrada a la prestigiosa universidad de Oxford.

Pero la voz de Lina sorpresivamente me sacó de mis pensamientos.

-No piensas tele-transportarte a clases, ¿o sí?-Preguntó con picardía, sus manos entrelazadas detrás de su espalda.

La miré de los pies a la cabeza con incredulidad antes de recorrer las instalaciones escolares con mis propios ojos, buscando un lugar más o menos lógico del cual ella pudiera haber salido. No la había visto venir.

- ¿Pero cómo es que...?
-Te he estado vigilando últimamente...preciosa-cerró los ojos y sonrío, como si experimentara alguna clase de orgasmo culinario-. Mmm...Preciosa, suena lindo. Preciosa. Debo comenzar a usarlo para molestar a Arnold. ¿Le dices a Styles que tomé su frasecita prestada, por favor?

Abrí la boca y subí un dedo, lista para iniciar un discurso en defensa propia, pero quedé en blanco. Fruncí el ceño y dejé caer la mano sobre mi muslo, entonces hice una mueca de dolor al recordar que estaba toda magullada, aunque en realidad no sentí nada. Lina observaba mi rostro herido y lastimado, pero no mencionó ningún detalle concerniente a mi aspecto; su expresión divertida y sarcástica siempre presente, todo lo contrario a la de mamá y Reagan esta mañana. Iba a preguntarle cómo diablos sabía lo mío con Harry, pero no encontraba palabras exactas para expresarlo. Estaba demasiado desconcertada que me había quedado corta. Por primera vez en mucho tiempo, no supe qué pensar.

Harry estaría orgulloso.

-No te preocupes, no le diré a nadie si eso es a lo que tanto temes.

Me di una bofetada mental que me despertó a la realidad.

-Lina, iba a decirles...pero...
-Pss, chica, cállate. Estás a punto de saltarte un día de clases nada más y nada menos que con el puto de Harry Styles. Estás loca si crees que voy a enojarme contigo...Ja, ¿y perderme los detalles sucios de esta tarde? No gracias, ya me desquité con Arnold y fue muy divertido. Así que, amiga mía, tienen mi bendición.
-Oh, Jesús-suspiré aliviada, riendo. Rodé los ojos divertida y miré al cielo, la luz extinta del sol escondida detrás de gigantescas pinceladas de nubes grises que avanzaban hacia el norte. Un rubor rosáceo tiñó mis mejillas hinchadas cuando pensé en esos detalles sucios que Lina había mencionado. Me causó una gracia amarga porque hacía solo un par de días deseaba acostarme desesperadamente con Harry. Ahora no estaba tan segura de querer hacerlo, ahora, cuando la oportunidad estaba a al alcance de mis manos, quería echarme para atrás y correr a esconderme.

Ahora tenía miedo.

-Eres una pervertida, Lina-gruñí negando todavía risueña con la cabeza-. No llegaré a esos extremos con él.
-Sí, sí que lo harás. Es señor-soy puto-Styles-que-antes-odiaba-a-Jo. Va a cogerte en medio del centro comercial si es necesario, pero solo porque eres tú. Y serás la envidia de todas esas mocosas de primer año que mueren por tener sexo con él. Serás una ídola, Jo-Lina colocó sus pesadas manos sobre mis hombros y los apretó; yo rechiné los dientes porque eso suponía un dolor infernal en mi clavícula. Su voz solemne no logró tranquilizarme en lo absoluto-. Mierda saltamontes, debes ser muy especial para él.
- ¿Especial? ¿Por qué lo dices?

Mi amiga miró hacia ambos lados y se inclinó un poco hacia delante. Me hizo señas con una mano para que me acercara, su voz me hizo cosquillas en la oreja cuando me susurró:

-No preguntes cómo lo sé pero...se dice que Harry Styles es virgen. Y por lo que oí en el Sgt Peppers...tú no eres simplemente su putita.

(...)

El sol brillaba blanco sobre nuestras cabezas mientras Harry conducía su descapotable negro a toda velocidad en dirección hacia el final aparentemente inexistente de la carretera. Para estar en uno de los meses más fríos de Inglaterra, la luz del sol era picante y poderosa, brindándonos esa maravillosa sensación de estar a principios de junio. Extendí una mano hacia fuera y permití que el viento se colara entre mis dedos, acariciando esa sensación de libertad y adrenalina que no había sentido antes. Mi cabello rojizo se elevaba como lenguas de fuego por el aire; naranja, largo y reluciente. No tenía idea de hacia dónde nos dirigíamos, pero siempre y cuando fuera con él, estaría dispuesta a bajar hasta el mismísimo infierno y enfrentar al Hades con mis propias manos. Harry me hacía amar la vida, tanto como para arriesgarla por él.

Eché la cabeza para atrás y me dejé llevar en este éxtasis de plenitud que me envolvía ahora mismo, aquí, en el Mercedes negro de Harry. A su lado, como se suponía de debía ser desde un principio. Era uno de esos momentos en donde empezabas a amar la vida y te olvidabas de complacer a tus padres, tener buenas calificaciones y sólo por un rato abandonabas aquella maldita presión de querer entrar a una de las mejores universidades del mundo sólo para sentirte bien contigo mismo, aunque supieras que en el fondo nunca sería así del todo. Y quizás por eso hacía este tipo de cosas con Harry...para encontrar el verdadero sentido de la vida, o en mi caso, simplemente encontrarla y punto.


-Ganaste Jo, felicitaciones-me dijo cuando nos encontrábamos sentados en una de las mesas del Sgt Peppers Lonely Hearts Club. Esperábamos nuestra orden de patatas fritas, soda dietética y hamburguesas vegetarianas-. Nunca pensé que aceptarías faltar un día a la escuela. Estoy impresionado.
- ¿Me estás llamando nerd?-Me incliné hacia delante y entorné los ojos, tratando de imitar su media sonrisa-. Puedo ser tan o más mala que tú, Styles. Acabas de comprobarlo, niño bonito. Vamos, quiero saber qué sigue en tu lista.

Él apoyó los codos sobre la mesa y juntó las yemas de los dedos justo en frente de sus labios. Su mirada verde me repasaba meticulosamente, como si fuera un rayo láser que escaneaba mi información para enviarla y procesarla en su cerebro. Se veía sensual, sexy, inteligente. Y virgen.

Casi me río como estúpida al pensarlo. No podía creerlo, pero tampoco podía preguntárselo. La camarera llegó con nuestros pedidos y los colocó con cuidado encima de la mesa. Harry le dedicó una mirada de agradecimiento y ella le correspondió con una sonrisa coqueta, agitanado sus pestañas largas y gruesas. Sentí náuseas cuando comencé a padecer los efectos secundarios de los celos: ardor en la sangre, rubor en las mejillas, sudor en las manos, respiración entre cortada, etc. Me crucé de brazos y apreté los dientes para evitar decir algo de lo que me arrepintiera, mi mirada clavándose en un extremo de la habitación. Cuando la camarera por fin terminó de largarse a la cocina, miré a Harry por el rabillo del ojo cuando éste dijo mi nombre. Intenté disimular mis celos irracionales lo mejor que pude.

-Se llama Agnes y es la esposa de Sean-me explicó, y aunque esa no era su intención, me hizo sentir estúpida. Caí de culo desde mi oscura nube de celos a la realidad, dulce y agria a la vez-. La conozco desde que tenía siete años, es como mi mamá,
-Oh...no sabía que Sean tenía esposa-fue todo lo que se me ocurrió decir.

Sentirse idiota formaba parte de mi naturaleza Jodie Foster de Kansas. ¿Cómo rayos podía si quiera pensar que Harry le coqueteaba a una señora mayor que él? Fue ridículo de mi parte. De todas maneras, a él pareció no importarle, pero yo sabía que estaba molesto y tal vez ofendido. Este podía ser el momento perfecto para que utilizara su estúpido cliché de "tienes un mal concepto de mí, preciosa".

-No parece uno de esos tipos, ¿verdad?-Comentó con una risita que consiguió relajarme. De acuerdo, quizás no estaba TAN molesto.
-No-sonreí, ahora jugando con mis manos, buscando una manera de decorar las cosas-. ¿Cómo conociste a Agnes? Parece buena persona.

Harry lo pensó por menos de un minuto. Cuando puso abajo su vaso de soda me respondió:

-Lo es. Era la mejor amiga de mi mamá.
- ¿Era?
-Mamá...murió cuando tenía trece años, Jo.

Mierda.

Debí suponerlo, Harry nunca hablaba de ella. Inconscientemente, comencé a tamborilear los dedos sobre la mesa y a tocarme frenéticamente el cabello. El sudor me picaba sobre la frente y el corazón me latía cien veces más rápido de lo normal. Uno de mis talentos escondidos era cagarla a diario, y haberlo hecho dos veces en menos de cinco minutos era un tiempo récord. Cuando mi mirada no tuvo más lugares adónde ir la clavé en Harry y me sorprendí al ver que la breve mención de su madre no había causado efecto en él, era como si hubiese hablado de una amiga o alguna otra persona trivial en su vida. La palabra "madre" y "muerte" no surtieron efecto en él. Harry me descubrió mirándolo, y fue ahí cuando rió abiertamente y eso me dejó claro que no estaba feliz. Fue una de las risas más vacías que me había ofrecido.

Me alegraba poder descifrar por lo menos una mínima fracción de su compleja personalidad.

-No pasa nada, estoy bien, si eso es lo que te preocupa. No era lo que se llama "un niño de mami". Pero no quiero hablar de eso.
-Bien-me acomodé en el asiento de cuero y coloqué mi mentón sobre el dorso de mi mano, excavando en mi mente en busca de un tema más feliz-. ¿De qué quieres hablar?

Y se me fue el aliento cuando él curvó esa sonrisa.

(...)

-Muy bien Jo, primero que nada, debes saber que Sally es el amor de mi vida y me pegaría un tiro si llegara a pasarle algo. Tienes el mundo en tus manos, preciosa, sólo...no la cagues, ¿ok?

Temblaba de emoción mientras me colocaba detrás del volante del Mercedes de Harry, que ahora me enteraba que tenía por nombre Sally. Volvíamos a encontrarnos en esa carretera infinita, mi vista fija en la fina línea del horizonte. Mi hermanastro estaba sentado en el asiento de copiloto, tan nervioso como yo. Mi sonrisa se extendía de un extremo de mi cara al otro, y me aferraba al volante como si mi vida dependiera de ello. Todavía no estábamos en marcha, pero ya sentía ese subidón de adrenalina recorrerme las venas y explotar en mi cuerpo.

Él me colocó el cinturón y lo apretó bien firme en mi cintura, luego reparó en mi rostro infantil, esbozando una sonrisa satisfecha.

- ¿Estás lista?

Me encorvé y solté una risita estúpida, como esas que tenía mi hermana. La ansiedad me estaba matando y no podía esperar para pisar el acelerador y desaparecer en el intento de encontrar el final de esta solitaria carretera situada en medio de la nada.

-Lista-asentí en un jadeo de excitación y me enderecé lo más rápido que pude.
-Muy bien Jo...a la cuenta de tres...

Metí las llaves en el auto, las giré sin vacilación y escuché el ponente motor de Sally rugir tras mi espalda. El volante emitió una vibración debajo de mis manos que sacudió mis nervios. Respiré hondo y apreté el volante. Antes de que Harry pudiera contar hasta tres, pisé el acelerador y salimos disparados por la carretera, yo soltando un grito de emoción y Harry ríendo con fuerza por encima de la insistencia del viento, levantando los brazos hacia el cielo. Y de repente me encontré en un estado de gracia demasiado bueno para ser verdad, pero lo bastante real como para ser un sueño. La carretera estaba muerta y podía conducir con los ojos cerrados, mas sin embargo, parpadear era lo último que quería hacer en este momento. Me aferraba a esta adrenalina, a esta felicidad, a este amor desmedido que me fluían por las venas y me inundaban el cuerpo entero.
Harry me había enseñado a vivir, y ahora que saboreaba el verdadero significado de la vida, me preguntaba si él había aprendido algo conmigo que apreciara tanto como yo lo hacía con esta reciente adicción a la existencia humana, lo mejor que alguien me había dado en muchos años.

(...)

Harry recostó su cabeza sobre mi regazo y yo metí los dedos entre su melena rizada mientras apreciaba su perfecta sonrisa. Nos encontrábamos en un valle de trigo muy a las afueras de Holmes Chapel, sentados debajo de un árbol que crecía sobre una colina, el cielo gris extendido sobre nuestras cabezas. Permanecíamos en silencio y nos dedicábamos a escuchar los árboles crecer alrededor de nosotros y el aleteo de los pájaros cuando volaban de una rama a otra. Nunca antes había visto este lugar, pero me imaginaba que Harry solía venir aquí con frecuencia, aunque no se lo pregunté. Me negaba a romper uno de los pocos silencios pacíficos que habíamos compartido. Podía pasarme la vida entera en esta posición, con Harry, perdidos en medio de este enorme y vasto campo de trigo. Amándonos en silencio.

- ¿En qué piensas?-Susurró, alzando las cejas, media sonrisa intacta. Yo enredé uno de sus rizos en mi dedo índice.
-Me gusta estar aquí-admití-. Me recuerda a casa.

Harry asintió y cerró los ojos por un momento, yo me debatí si debía besarlo o no. Como no tenía nada que perder, me coloqué un mechón de pelo detrás de la oreja y me incliné lentamente para rozar sus labios con los míos. El contacto fue tan dulce que me fue imposible no repetirlo una y otra vez. Harry se incorporó lentamente sin despegar sus labios de los míos, sentándose a mi lado y colocando una mano en mi cintura. Yo agarré su cara y lo impulsé posesiva hacia mí, exigente. Su otra mano se escabulló por debajo de la blusa de mi uniforme y me recorrió el vientre desnudo, provocando una descarga eléctrica que se propagó por todo mi cuerpo. A falta de oxígeno, los dos decidimos separarnos tan solo unos pocos centímetros, su cabeza todavía atrapada en mis manos.

- ¿Te digo un secreto?-Musitó con la frente pegada a la mía. Yo asentí, lamiéndome los labios-. Eres la segunda chica que traigo a este lugar.
-Vaya...qué honor-espeté con sarcasmo, poniendo los ojos en blanco. Ya sabía quién había sido la primera, y no quería hablar de ella.
-Y la primera y única chica a la que permitiré manejar a Sally cada vez que le de la gana-y volvió a hacerme sonreír.
- ¿Nunca le permitiste a Alice manejar a tu querida Sally?-Ya sé que no quería hablar de ella pero no pude evitarlo- ¿Ni a Blair y sus amigas putas?

Harry negó con la cabeza, apretando los labios para sofocar una risita.

-Ni a Alice, ni a Blair ni...a sus amigas putas. Eres la primera.
-Pero... ¿Por qué yo?-Apoyé mi espalda al tronco del arce y lo mire a través de mis pestañas. Harry exhaló y apretó los dientes, colocando un codo encima de su rodilla.
-Preciosa... ¿Qué ganas con acribillarme con tantas preguntas?
-Ayer me dijiste que confiara en ti. Para eso necesito conocerte mejor y tener la certeza de que eres sincero conmigo.
-Estoy harto de ser sincero contigo-Me miró, ahora con el ceño fruncido, molesto, o por lo menos, a punto de estarlo-. ¿Y sabes algo? Me gustaría recibir un poco de honestidad por tu parte también.
-Yo soy muy honesta-me defendí.
-Y por eso me contaste que Uriah casi te mataba, ¿verdad?
-No quería preocuparte...además tú ya lo sabías, no sé cómo diablos.

Harry se pasó la mano por la cara y prefirió quedarse callado por unos momentos. Yo me arrastré al otro extremo del árbol y le di su espacio; yo necesitaba el mío. Esperé a que mi rabia y enojo que calmaran, y traté de no pensar en sus horrendos cambios de humor que me ponían los pelos de punta. Pero entonces mis pensamientos tomaron un rumbo distinto, y me vinieron kilos y más kilos de droga a la cabeza. Vi un Harry de ojos rojos parado frente a un policía, con una pistola cargada en la mano derecha. Los dos se miraban detenidamente hasta que uno de ellos apretó el gatillo. El sonido inexistente de la bala me hizo dar un respingo. Cerré los ojos y apreté los labios, clavando las uñas en la tierra.

- ¿Por qué Uriah dice que estabas en rehabilitación?-Pregunté entre dientes, ya no podía soportarlo más. Harry se quedó callado por lo menos un minuto, en shock, supuse. Después sentí su cuerpo moverse alrededor del árbol y agacharse frente a mí. Lentamente abrí los ojos-. ¿Eras un drogadicto o algo?

Y su mirada dolida no se apartaba de la mía. Debí sentirme mal conmigo misma, pero la decepción en sus ojos verdes me dio a entender que yo había malinterpretado las cosas y había ofendido a su persona. No sentí nada más que alivio al enterarme que estaba equivocada, a pesar de que eso significara una puñalada en su estómago.

-No era ni soy un drogadicto, Jodie. Tampoco un asesino, si era tu próxima pregunta.
- ¿Y qué hacías en un centro de rehabilitación?
- ¿Y ahora qué te hace pensar que tengo ganas de decírtelo?

Eso me dolió, pero lo merecía, tanto como merecía saber la verdad.

-Querías que confiara en ti-respondí, con la frente en alto, absorbiendo su enojo-. Para eso también necesitas confiar en mí, Harry.
-Ayer me mentiste.

Cierto.

-Siempre podemos comenzar desde cero. Ahora...dime.

Harry suspiró con pesadez y puso los ojos en blanco, mientras yo seguía con la mirada fija en su rostro. Me sorprendía la repentina frialdad de mis palabras, pero debía sacarle la verdad de alguna manera u otra. Sus manos nerviosas arrancaban en pasto del suelo, sus ojos observando un punto que yo desconocía.

-Me obsesioné con la muerte de Alice, Jo-admitió, por fin. Sus hombros se relajaron como si se hubiese quitado un gran peso de encima-. Me negaba a aceptar que ella hubiese cometido suicidio, porque no, porque simplemente Alice no era así. Hice mis propias investigaciones y saqué más de cincuenta conclusiones sobre cómo podría haber muerto realmente. Entonces papá se enteró y me organizó citas con un psicólogo. Estuve en lo que se dice una rehabilitación psicosocial. Duré un año, más o menos. Un desperdicio de tiempo.
-Oh vamos, no digas eso-dije comprensiva, tomando su mano.
-Es que no entiendes. Jo...yo no estaba enfermo-me miró y esperó a que lo comprendiera. Sus ojos reflejaron la lucha interna que libraba en su cabeza-. Dentro de todo este asunto de la investigación sobre la muerte de Alice, me di cuenta de muchas cosas que no encajaban ni tenían sentido. No hubo funeral, tampoco nadie pudo verla después del supuesto suicidio. Al comienzo pensé que la habían matado, pero...

Una bombilla se encendió en mi cerebro y un escalofrío me recorrió la espina dorsal. De repente la cabeza comenzó a darme vueltas, y pensé en Megan.

-Harry en serio crees que...
-Sí, Jo. Puede que Alice esté viva.
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-FIN DE LA PRIMERA TEMPORADA-


I knew you were troubleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora