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Effy

—Necesito ayuda, Kate —es lo primero que digo cuando la pelirroja contesta el teléfono, mientras miro a las personas desde la cabina telefónica.

¿Qué hiciste ahora? —escucho su voz a dormilada y un par de ruidos —¡Maldición! Son las ocho de la mañana —gruñe regañando —A dormir, Eff—es lo último que dice antes de colgarme.

—¡Mierda! —grito frustrada y estrello el teléfono en su lugar,  el frío me agobia pero no me importa.

El psicólogo, entrometido, debo hacer las cosas bien, ya me vio drogada y borracha, joder, nunca me librare de él y mis padres si alguien más me ve así, debo ser cuidadosa, comportarme bien, o al menos en presencia de ellos, y hasta ir al mugroso instituto para que no me envíen a un estúpido hospital mental.

¿Hola? —escucho su voz junto a ruidos de platos y otros, suspiro pesadamente —Elizabeth, nena ¿Eres tu?

—Quiero volver al instituto —digo lentamente, se queda en silencio y golpeó el teléfono al no escuchar a nadie de la otra línea —Mamá, por favor —pido lentamente.

Lo siento, cariño, es solo que no me lo esperaba —su voz sonaba emocionada —Gracias a Dios, estoy tan feliz, nena, las citas al psicologo han servido, Eli...

—Puedes solo... —intenta no sonar borde, Eff —¿Puedes encargarte de ello? —intento sonar lo mas amable y normal que puedo —Mamá, llegaré en unos minutos a casa —

Miro a mi alrededor, hace tanto frío, miro a las personas que caminan a mi alrededor, es domingo, si todo sale bien mañana volveré a la escuela, una normal, nada de niños ricos, ni uniformes, ni nadie que se crea mejor que nadie.

~~~•~~~

Le doy su propina al tipo del taxi y camino hacia la entrada de mi "hogar" veo al mayordomo, este me hace un gesto, abre la puerta y ofrece dulces, asiento y camino hacia dentro, nunca me habia sentido tan vacía como me siento ahora, es una linda casa, la odio.

Me dirijo a la habitación de mamá y toco dos veces antes de entrar, mi madre se encuentra hablando por teléfono como es costumbre, me sonríe y señala el escritorio donde se encuentran folletos de institutos. La miró confundida y está tapa el micrófono de su teléfono.

—Elije uno, nena —responde rápidamente —Solo una llamada y mañana empiezas —expresa con arrogancia.

Sin rodeos elijo el más común y poco adinerado que veo, ella rueda los ojos haciendo una mueca y asiente mientras habla sobre un viaje de negocios al teléfono.

La miré por un largo rato, esa forma tan relajada y sin preocupaciones con la que hablaba, una elegancia refinada femenina tan perfecta, casi innata. Por un momento quise ser así, por un momento quise ser así de perfecta y dejar de ser un problema, por un momento quise ser algo bueno y dejar de ser yo, pero solo fue eso, un momento.

~~~•~~~

Salgo de ducha con mi cabello húmedo, observó todo a mi alrededor con detenimiento, algo parece estar fuera de lugar, algo esta mal, algo esta mal, algo esta mal.

Entro a mi habitación con ese pensamiento, camino a toda prisa de aquí para allá, dando vueltas por toda la habitación en ropa interior. La presión en el pecho se hace presente, tiro todo buscando algo, algo que no se qué es, escucho como un cristal de un cazo es roto tras tirar todo lo que está en mi cama, algo esta mal, miró hacia todos lados, no puedo respirar, camino por toda la habitación.

—Para por favor —susurro desesperada —Detenlo ya, por favor —siento mis pulmones más cerrados.

Intento levantarme y seguir buscando, jalo mi cabello con desesperación, veo mi reflejo burlarse de mi, veo a todos burlarse de mi, escucho cada verdad, escucho cada lamento, escucho cada decepción.

Me garganta se seca, mi cabeza da vueltas, caigo de espaldas al suelo y me sostengo de la mano, siento un pequeño ardor en la mano

—Señorita, Elizabeth — tocan la puerta suavemente, la señora Luz; encargada de la cocina, me llama al otro lado de la puerta y yo solo puedo respirar —¿Se encuentra bien, señorita? He escuchado algo romperse —miro mi mano y pequeños trozos de cristal enterrados en ella, acompañados de sangre que brota como miel en un panal de abejas estrujado —Señorita Elizabeth, llamaré a su madre — informa, inmediatamente me levanto y corro a abrir la puerta.

—Por favor —susurro suspirando y ella me mira temerosa — Estaba buscando algo y se ha caído el vaso con agua que  llevaste ayer, me me he cortado la mano por accidente —odio que me mire con esa cara de aflicción y lástima — No le digas nada a mi madre —pido suavemente; mi madre no puede enterarse de otro ataque de ansiedad.

—Pequeña niña —sonrie poco mientras entra a la habitación, mientas camina hasta el centro de mi desastre veo lo que pone sobre el escritorio y algo como una punzada de odio pica mi corazón —Hay que limpiar este desastre —

—¿Por que tienes mi libro de dibujos? —espeto enojada tomándolo del escritorio —¡¿Qué no saben todos en este maldito lugar que no pueden entrar a mi habitación mientras yo no este?! —elevo mi voz enojada.

—Perdóneme, señorita — habla lentamente. —Su madre me ha pedido que lo deje en su escritorio —

Mientras lo hace me dispongo a vestirme con lo primero que recojo del suelo, me detengo cuando la escucho mencionar a mi madre.

—¿Qué haz dicho? — pregunto mientras ajusto una bota en mi pie.

—Su madre me lo ha dado para que lo pusiera donde va —susurra apenada —Por favor, permítame revisarle esa herida, esta sangrando — me percato del molesto ardor que me distrae del enojo que siento; algunas gotas de sangre se resbalan hacia mi dedo.

Asiento mientras salimos de mi habitación, llevo conmigo mi libro de dibujos en mi bolso colgado en mi espalda. Me siento en el taburete de la cocina con mi mano y una servilleta, mientras la señora Luz trae el botiquín de primeros auxilios. Mi teléfono suena y aparece el número de Cook llamando.

—¡Auch! ¡Maldición! —me quejo al instantes al sentir el ardor causado por el alcohol derramado en mi mano. La señora Luz se ríe bajo y yo también —A que lo estás disfrutando —la acuso mientras su sonrisa se extiende.

Extrae un cristal de mi mano con cuidado —Desde pequeña dices tantas palabrotas, cuando te molestaban los niños o cuando tu hermano te molestaba —

—¡Auch! —grito cuando presiona el algodón con alcohol en mi mano —No lo menciones, ese imbécil solo me abandonó aquí —digo con desprecio.

Mi madre aparece con su bolso y llaves en mano, me mira escandalizada y se acerca rápidamente.

—¡¿Pero a ti que te ha pasado?! — toca mi mano y suelto un gruñido —Tan tonta como siempre— suelta mirando su teléfono móvil.

—No quiero que vuelvas a tomar mis cosas — hablo lentamente, no pierdas el control, Eff.

—Soy tú madre, puedo hacer lo que quiera con tus cosas — suspiro enojada, mi teléfono vibra, es Cook, otra vez.

—Como digas — contesto el móvil mirándola.

"¿Dónde estás?" Su respiración suena acelerada.

Voy en camino — es lo único que contesto y sonrío hacia mi madre —No me esperes despierta — hago una reverencia mientras voy hacia la puerta —Y no te preocupes, no seré tan tonta esta vez—

Obsession ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora