Todos recordarán a la pequeña castaña, cabello sobre los hombros con flequillo casi recto, su tez clara y suave con la estatura de cualquier niño de 11 años.
Había sido salvada por Toriel, la guardiana de las ruinas, y por las razones aún desconocidas para todos, ella aceptó quedarse sin rechistar, estaba bien con alguien que la quería no importa las diferencias.Ella era una niña.
Pequeña, inocente, y muy determinada, le gustaba leer junto a su madre adoptiva los libros de la biblioteca y tener una educación privada por la señora multioficios.
Amaba su chaleco de lana azul con líneas violetas, le gustaba estar todos los días con la prenda y ella la había entendido.Frisk, la joven caída, se relacionó bastante favorablemente con los monstruos de las ruinas, y aunque ella era una alma que podía decidir el futuro del subsuelo, tuvieron bastante cariño hacia la menor.
Sólo hubo tres problemas en su pacífica y monótona día.
Una flor.
Un demonio.
Y ella misma.Siempre la de ropas rayadas caminaba por los pasillos sonriente, ya sea por un paseo o para hablar con sus amigos, y cuando hacía esto la flor, la flor de pétalos amarillos, aparecía frente a sus pies, conversando y amenazando de temas distintos que siempre ella intentaba ignorar, aún así se quedaba a escuchar.
– Eres taaan patética, “Frisk”. –Dijo arrogante la flor una vez, en ese tiempo, la frisk había estado dos años encerrada, con trece años pero siempre con una sonrisa inocente en sus labios, Flowey le irritaba esa inexperiencia.– Crees que eres feliz con la mujer cabra. ¡Crees que tu vida es perfecta acá! Estás totalmente equivocada, en cualquier momento ... Te vas a aburrir de tu miserable vida.
En esas frases siempre colocaba una cara terrorífica, la castaña se sentaba sin miedo alguno, ya estaba acostumbrada a ello y sus ataques los evitaba fácilmente.
– Todo te va a aburrir, incrédula, y en cualquier momento, conocerás lo que es... Matar o morir.
Desaparecía sin más.
Recordar, no era el único componente culpable.
También era el demonio que Frisk desconocía de donde salía.A los catorce años, ese ser le habló directamente.
– Mátala de una vez.
– No. –Respondía ella en un lugar solitario de las ruinas, la única forma de charlar con la desconocida era estar sin ninguna compañía para poder hablar en voz alta y no parecer loca.
– No soy la única que te lo dice, quieras o no, el mundo te va a aburrir, querrás irte, y no te lo va a permitir.
– Existen otras formas...
– No sirven acá, idiota.
– Cuando suceda, lo veremos, Chara.
Hacia poco que pudo conocer el nombre de la demonio, supo que estaba en su mente pero era real, siempre pensó una forma de ser su amiga pero se negaba rotundamente, Frisk no se iba a dar por vencida.
Toriel la había cuidado como su propia hija, todos estos años fue educada por ella, alimentada por ella, protegido por ella. Era la mejor.
Pero al final, esos dos ineptos tenían razón.
Frisk se iba a aburrir de una vida sin nuevas aventuras.Ella ya se aburría de los laberintos, del fantasma que siempre huía llorando sin poder darle palabras de ¿Disculpas?, De la comida hechas por arañas de arañas para arañas. Frisk deseaba explorar más de ese mundo desconocido.
Toriel interiormente lo sabía.
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Heya, Sans. • Frans •
FanfictionLa joven caída del monte Ebott había decidido quedarse con Toriel, transcurrió un largo tiempo con ella en las ruinas hasta llegar a la edad donde cualquier joven presenta curiosidad, ¿Qué pasa si cruzaba aquel portón? ¿Qué mundo desconocido había d...