Capítulo 5: Conversación.

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Perdería el conocimiento al caer.
El susto provocaría un ataque cardíaco.
O quizá el suelo estaría lleno de piedras tan filosas como las lanzas que la dañaron.
Con rocas o no acabaría con huesos rotos y un cráneo partido.

Cerró los ojos en la caída, parecía aún más alta que desde el monte donde cayó hace años.
Hasta que sintió un suave pero brusco aterrizaje o mejor dicho frenada en medio del aire para después sentir un ligero mareo que la obligó a abrir sus ojos marrones.

Quien vio la hizo sonreír bastante, hasta pareció que sus heridas no existían, el esqueleto mayor la tenía como cual princesa en el suelo desde el principio de Waterfall, Sans, sonreía viendo a la humana paralizada.

– ¿Necesitabas una falange?  –Frisk se había agarrado instintivamente al cuello del esqueleto, pero el dolor de uno de los brazos no permitió cumplir la misión.– ¿Qué tal la bajada?

La castaña intentaba conseguir el habla, se había salvado de una muerte segura y dolorosa, estaba agradecida de aquel esqueleto.
Bajó la mirada, al fin y al cabo no quería responder a esa pregunta, “Fue hermosa la caída, sentí toda mi vida pasar...” sonaría sarcástico y haría contrarias sus intenciones de agradecimiento.

– No te muevas mucho. –Entendió él que ella estaba herida, se notaba desde lejos. Miró a sus lados por si había alguien y se encaminó por el lado de Snowdin.– Hay que atender tus heridas.

– N-No... Puedo guardar...

– No te esfuerces en hablar. –Hizo caso omiso a la petición de ella.– Tomemos un atajo para no hacerte esperar.

Frisk cerró los ojos por inercia, entre los brazos huesudos de Sans. El abrigo azul la confortaba, la presencia de él también... No era la primera vez que sentía esa comodidad, también fue con Toriel en su momento.

Un especie de Deja vu.

Al abrir los ojos estaba a la entrada del bar aún en brazos, a un lado había la luz donde podía curarse, necesitaba ir.

– Sans... Déjame ir... –Indicó con su brazo saludable a la luz, esperaba que él también pudiera verlo, pero al parecer no.

Se quedó mirando el sector, cerró sus cuencas con la sonrisa mínima, suspiró, comprendió el mensaje.

El comediante conoce el punto de guardado. –Resonó Chara en la mente de Frisk, eso parecía ser verdad al parecer.

– Heh, te llevo allá si me dejas llevarte en brazos aún curada. –Terminó por decir él, ya se había encaminado al sitio.– Todavía nos falta la junta del bar.

– Trato. –Responde ella, tenía bastante hambre y no vendría mal el descanso ahora.

El esqueleto caminaba sobre la blanca nieve, terminando por llegar cerca de la luz, él no la veía, pero sabía que existía, bajó con cuidado a la humana a una mínima distancia del brillo amarillo, se guardó las manos en los bolsillos esperando a que la contraria terminara con su obra producida por la determinación.

Frisk estiró su brazo, recordó lo dicho de Chara, por lo que pensó.

“Saber que Sans te ha salvado la vida
Y te llevará comer... Te llena de
D e t e r m i n a c i ó n.”

Las heridas sanaron de inmediato, era bastante extraña la sensación, como si hubiera tomado litros de café azucarado a un sorbo.
Se vio el suéter, lástima, seguía con un agujero.

– Qué mal que tu ropa no se arregle. –Comentó el esqueleto.

– Está bien, no es nada. –Interiormente sufría, pobre abrigo, era su favorito.– El frío no me afectará.

Heya, Sans. • Frans •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora