Capítulo 10: Al laboratorio.

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Ahora cómo tomarse las cosas.

— Chara... ¿Él sigue mintiendo? Es obvio que está consciente de la vida pasada mía... 

Ohh... Claro que lo está, solo está haciéndote creer que es tu amigo.

Frisk miró la sudadera que llevaba puesta, no sabía si creerle, pero podía ser verdad, quizá aún estaba rencoroso por haber matado a su hermano, se abrazó a sí misma lamentándose, volvió a mirar hacia al frente, no estaba Chara.

Frisk se levantó, era muy temprano pues cuando abrió la puerta al exterior no había nadie más que una roca con un gorrito bien simpático. Volvió a entrar y subió las escaleras, se preguntaba donde estaba Sans y también Papyrus, estaba algo preocupada.

Al llegar al piso de arriba, no supo a cual de las habitaciones tocar primero.

Decidió tocar entonces la más cercana a la de ella, la del esqueleto menor.

Tocó dos veces seguidas, no contestó nadie, apoyó su frente en la superficie de madera de la puerta colmado de advertencias de no entrar sin permiso, pensó qué hacer y bajó a ver si había algo de comer, estaba hambrienta y sus provisiones se habían extraviado junto a su mochila.

A dos escalones del suelo de la primera planta, la entrada principal abrió con sigilo.

— ¿Papyrus? —Preguntó Frisk al ver al esqueleto que antiguamente había buscado en la habitación creyéndolo dormido, éste se asustó botando las bolsas que llevaban ingredientes para... pasta.

— WOWIE HUMANA. —Profirió él recogiendo con prontitud los objetos que rodaron hasta los pies de la confundida niña.— No sabía que te despertaste ¿Cómo dormiste?

Frisk miraba a su amigo con pena, con tristeza mejor dicho, pensar que hace un momento universal ella le mató convirtiendo su cuerpo en polvo. Recogió un tomate que llegó a su distancia y se lo entregó con una sonrisa al mayor.

— Bien, es cómodo el sofá. —No quería contarle a un inocente sobre algo que no sabía, Papyrus al recibir con ternura la fruta caída, notó el como las piernas y manos de la joven estaban cubiertas de vendas.

— Sans al estar en día libre o con el bar cerrado pasa echado ahí todo el día. —Se quejó él con ego, se fue a la cocina esperando que la contraria lo siguiera, ella lo acompañó.— Por cierto, ¿de qué trata esa moda tuya con las vendas, humana? es muy radical.

Frisk se revisó las piernas, no recordaba que Sans le haya puesto las vendas ahí, se estiró las prendas que tenía en su torso, también tenía vendas, enrojeció al pensar que aprovechó que dormía para envolverla como una momia.

— ¿Frisk? ¿Porqué estás como un tomate? —Al verla con detenimiento, se tapó la boca maravillado.— ¿HAS PENSADO EN ALGUIEN? ¿EN MÍ? ¿¡¡EN SANS!!? 

Cuando pronunció el segundo nombre ella se ruborizó más y negó con la cabeza quiso cambiar el tema, no quería que confundiera el embarazo por esa clase de razón, bueno, no estaba segura de qué sentir en varios sentidos.

— M-Mejor será cocinar, ¿Algo para el desayuno en especial? —Se adelantó a una mesa para poder esperar los ingredientes.

— Deseo algo nuevo. —Dijo compasivo él, dejando las compras en la mesa, ella revisó, no había mucha diversidad, pero había bastante cantidad de tomates.— ¿Qué podrías hacer con esto?

— Umh... ¿Sabes para qué son principalmente el tomate?

— por supuesto, ¡PARA SALSA DE TOMATE!

— No no no .—Negó ella amigablemente.— También sirve para comer el tomate en sí, lavado y partido.

— Yo quiero probar eso. 

Heya, Sans. • Frans •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora