25- Contra el diablo personificado

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   En algún punto perdido de los mares centrales del mundo, allá donde por escasos kilómetros se puede llegar a la Nación del Fuego, la República Unida o a la Nación Tierra, el acorazado de esta última nación se encuentra anclado.

   En la cabina de comando, Suyin se encuentra reunida con Wing, Wei, el General Sondrek, Tenzin y Lin Beifong. Todos oyen atentamente al secretario del General del Rey Thadeo, el cual se encuentra justo detrás de este.

   —Una quinta parte de la Flota de Fuego presente en la Bahía Yue se vino abajo tras un repentino ataque directo contra su barco principal. Nuestros espías vieron a un equipo formado por Iroh, Mako, Bolin y Asami escapar por los muelles llevándose consigo a la princesa Natsu... a Varrick, y a Zhu Li.

   — ¿Puede confirmarnos que Varrick está con la Resistencia? —Pregunta Suyin, con el secretario asintiendo—. Su compañía tiene barcos de primer nivel. Si nos hacemos con ellos, serían una ventaja más en batallas navales.

   —Para estas alturas la Nación del Fuego ya habrá impuesto bloqueos en todos los mares en los que tiene presencia, y esos son básicamente todos los mares abiertos del mundo —dice Sondrek, con Suyin manteniéndose pensativa.

   —Tengo también noticias del sector urbano —dice su secretario, pasando a ampliar el mapa sobre la mesa a favor de Ciudad República—. La Nación del Fuego ha intentado varias veces entrar a la ciudad, pero las barricadas civiles han triunfado. Aparentemente Kuvira logró acceder a las antiguas fuerzas de su Imperio y le ha otorgado esta gran cantidad de armamentística al pueblo.

   —Parece que Kuvira está jugando limpio, por ahora... —comenta Wing, quien se mantiene de brazos cruzados un poco más atrás que el resto.

   —No perdamos el enfoque —dice Suyin, tomando la delantera en aquel encuentro—. General, ¿a cuántos días de viaje está el ejército de Su Majestad?

   —A ninguno, matriarca, puesto que el ejército de Su Majestad se mantiene inmóvil en Omashu —responde Sondrek, con Suyin molestándose—. El Rey hizo un acuerdo de estrecha confianza e inmenso cuidado con ustedes, y dado que el primer escuadrón de biplanos que les otorgó ha terminado perdido en medio de una metrópolis, su seguridad en cuanto a todo esto se ha... flexibilizado.

   — ¿A qué se refiere con eso? —Le cuestiona Wei.

   —Se refiere a que si la situación lo amerita, Omashu le dará la espalda a La Alianza y firmará un nuevo acuerdo, pero con La Sociedad... —dice Tenzin, quien dadas sus décadas de experiencia política lo ha entendido a la primera.

   — ¡No puede hacer eso! Estaría mal —reacciona Wei, molesto.

   —Madre, ¿qué hacemos reunidos con la mano derecha de quien podría ponerse en nuestra contra en cualquier momento? —Le cuestiona Wing a Suyin.

   —Lo mejor que podemos hacer ahora es esperar y confiar en que Iroh y Kuvira desestabilizarán aún más la flota de Izumi. Solo así podremos regresar a la Bahía Yue y servir más que como objetivos de disparo. Solo así el Rey Thadeo y su gobierno nos dará su apoyo con fuerzas navales y aéreas.

   —Bien, dependemos de una dictadora y un príncipe exiliado —dice Wing.

   —En el pasado un príncipe exiliado de su propia nación fue buen aliado de las fuerzas del bien para poner fin a un conflicto mundial. Esperemos que el príncipe Iroh sea una buena representación de su propia familia —dice Sondrek.

   —Olvidan todos un detalle ciertamente importante —dice entonces Wing, con todos viéndolo atentamente—. Ese príncipe exiliado del pasado no salvó al mundo por sí mismo. Fue, como bien dijo, General, un aliado de las fuerzas del bien. Esas fuerzas del bien estaban comandadas por alguien. Un Avatar.

La Leyenda de Korra y la Sociedad de RatnackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora