37. ¿Cómo diferencias entre amor y amistad?

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Domingo, 7:30 de la mañana.

Sirius gruñó prolongadamente cuando James lo zarandeó para que se despertase. Quería seguir durmiendo. ¿No podía dejarlo un poquito más? No era mucho pedir. El capitán del equipo era James, no él, así que no tenía por qué ir a las 8:30 a ver las pruebas de quidditch, se fiaba del criterio de su amigo.

- ¡Despierta, Canuto, maldita sea! - Murmuró James enfadado.

- Ve tú James, estoy agotado. - Se quejó Sirius, sin poder abrir los ojos.

La noche anterior habían decidido colarse en Honeydukes para robar la primera remesa de golosinas que empezarían a comercializar y habían vuelto algo tarde, así que ahora estaba molido. Sirius siempre había sido de esas personas que necesitaban dormir bien, y más de ocho horas a ser posible.

- Yo también tengo sueño, pero tenemos que hacer las pruebas, vamos, luego duermes un rato antes de comer. - Volvió a murmurar James, que empezó a desnudarse a su lado para ponerse el uniforme en silencio.

Sirius volvió a refunfuñar por lo bajo, pero hizo un esfuerzo por abrir los ojos e incorporarse. Encogió las rodillas una vez se hubo sentado sobre la cama y las rodeó con sus largos y estilizados brazos, enterrando la cabeza entre ellos. Remus ya no estaba en la cama. Aquello no podía ser sano, tenía que ser una enfermedad lo de despertarse antes de las ocho de la mañana.

Un profundo bostezo escapó de sus labios y tuvo que frotarse los ojos con las manos antes de ponerse en pie y quitarse el pantalón del pijama, que es lo único que solía llevar puesto para dormir. James ya casi había terminado de ponerse el uniforme cuando Remus entró por la puerta, totalmente vestido y aseado, como todos los benditos días de su existencia.

- Vaya cara, Canuto. - Murmuró Remus con media sonrisa - Será mejor que te eches un poco de agua si te quieres espabilar.

- ¿Qué haces despierto? - Preguntó Sirius con voz somnolienta y algo ronca - ¿No habías terminado ayer los pocos deberes que nos pusieron para esta semana?

- Sí, pero como no podía estar en la cama le he dicho a Cornamenta que si podía ir a ver las pruebas.

- Desde luego...mira que eres rarito. - Murmuró Sirius - Ojalá yo pudiese quedarme en la cama. - Sirius meneó la cabeza - ¡Un momento! Remus puede ir en mi lugar.

Sirius miró esperanzado a James, pero este frunció los labios y alzó las cejas en un claro gesto de que eso NO iba a pasar, así que el mayor de los Black metió las piernas en el pantalón del uniforme y empezó a abrocharlo con gestos lentos y cansados.

Cuando por fin terminaron y bajaron a la Sala Común eran casi las ocho. James se felicitó por haber sido tan previsor, ya que conociendo a Sirius sabía que tendría que despertarlo bastante antes si querían llegar temprano al campo de quidditch. Pero bueno, eso tampoco era un secreto. La afición de Sirius por dormir era bastante conocida.

Al llegar al Gran Comedor no había mucha gente. La mesa que contaba con más alumnos era la de Gryffindor, y la gran mayoría de ellos habrían madrugado porque se presentarían a las pruebas o porque serían tan tontos como Remus y querrían ir a verlas. Sirius se sentó junto a su lobuno amigo, frente a James, hacia el final de la mesa.

- Échame un poco de café, Lunático. - Pidió en un murmullo, llevándose una mano a la frente y cerrando los ojos un par de segundos - Me caigo de sueño.

- Si no os gustase tanto andar por ahí a horas que no debéis habrías descansado. - Le reprendió Remus, cogiendo una taza y sirviéndole un café especialmente cargado a Sirius.

Memorias de HogwartsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora