Bajo un mar de estrellas

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James sonrió y deslizó el anillo en su dedo anular. Levantó la vista hasta sus ojos y estaba tan sumamente guapo que Lily no pudo resistir la tentación de lanzarse contra su boca. El chico rio contra sus labios, pero no tardó en corresponder al apasionado beso de Lily. Colocó su mano detrás de la nuca de la pelirroja y gimió placenteramente cuando la chica le mordisqueó el labio inferior. Las mariposas que James le provocaba revolotearon por su estómago y más allá de su ombligo, y todo aquello que Lily había estado conteniendo por miedo, por vergüenza, se desató en cuestión de un instante, cuando la lengua de James remoloneó al rozarse con la suya. Tomó la mano del chico y la internó lentamente entre sus piernas, por debajo del dobladillo de su falda, hasta que notó las yemas de los dedos del chico allí, justo donde lo necesitaba.

James la miró, como preguntándole si estaba segura de aquello. A modo de respuesta, Lily se deshizo de la camiseta blanca que llevaba puesta. Un hormigueo satisfactorio la llenó cuando la sombra del deseo apareció en los ojos oscuros y cálidos de James Potter. Se sintió guapa y sexy, poderosa y atrevida, tanto como para introducir la mano en los pantalones de James.

- Joder, Lily. - Dijo, cerrando los ojos ante las caricias de la chica - Deberíamos buscar un lugar más cómodo que el suelo.

- Yo estoy bien. - Le aseguró Lily en un susurro, mordisqueándole la oreja.

- No hagas eso. No sé si voy a aguantar si sigues haciendo eso.

Lily sonrió y se mordió el labio. Le gustaba esa sensación. Le gustaba sentir a James fuera de control y notar que el calor se intensificaba en su cuerpo. Era la primera vez que Lily Evans hacía algo como aquello. Era la primera vez que rodeaba con su mano el miembro de un chico. No había imaginado que pudiese ser tan suave. Bueno, no había imaginado nada, porque Lily jamás había dedicado demasiado tiempo a pensar en esas cosas, de modo que se sorprendió gratamente al comprobar que no era repugnante, como había pensado la primera vez que supo "cómo se hacían los bebés".

- Tienes que moverla. - Le dijo James - Espera.

Ambos metieron las piernas en el balcón, no fuese que en medio de la emoción fuesen a precipitarse desde lo más alto de la más alta torre de Hogwarts. James se deshizo de sus vaqueros. Lily aguantó la risa al ver que su ropa interior tenía estampados navideños.

- No te rías. Son bonitos. - Dijo James con gesto digno.

Lily intentó ponerse seria e hizo un gesto mudo, como si estuviese corriendo una cremallera en sus labios. James sonrió y volvió a besarla mientras guiaba la mano de Lily de nuevo al interior de sus calzoncillos. Entonces, con la mano sobre la suya, James le enseñó "cómo debía moverla". Luego cerró los ojos y echó la cabeza hacia atrás, gimiendo suavemente.

- ¿Así está bien? - Le preguntó con gesto inocente.

- Así está muy bien. - Contestó James ahogadamente, buscando de nuevo entre las piernas de Lily, produciéndole un jadeo inesperado cuando la acarició por encima de la ropa interior.

Y de nuevo, volvieron a besarse, ahora entre caricias mucho más calientes que momentos antes.

- ¿De verdad quieres que lo hagamos aquí? - Preguntó el chico minutos después. James miró alrededor - Siempre pensé que nuestra primera vez sería en un sitio lleno de florecitas y velas y todo eso...

- ¿Qué dices? - Rio Lily, sentándose a horcajadas sobre la dureza de James - No sabía que eras tan cursi, Potter.

Aunque Lily no era una gran experta en aquel tema, su instinto la hizo moverse sobre él lentamente, arrancando un gemido más profundo de la garganta de James. Con manos firmes, el chico le acarició los muslos, arrugándole la falda hasta entonces perfectamente plisada. James se incorporó hasta quedar sentado debajo de la chica. Llevó las manos a la espalda de Lily e intentó quitarle el sujetador blanco con puntitos rosas que se había puesto aquella mañana. Fue imposible para ella no reírse cuando James frunció el ceño, incapaz de desabrochar el sostén.

- ¿Y te lo pones todos los días? - Preguntó él con asombro.

- No es tan difícil. - Dijo Lily, lamiendo el lóbulo de la oreja de su novio.

- Ya verás... - James alcanzó su varita, que había dejado sobre el vaquero. Con un simple movimiento se escuchó un "click" y ya no había nada que se interpusiese entre sus manos y los pechos blanquecinos de Lily - Eres preciosa. - Susurró, acariciando con el pulgar suavemente el contorno de sus pechos y luego sus pezones rosados.

El simple contacto de la mano de James la hizo contener la respiración. Cada vez el deseo era más apremiante. Lo notó cuando el chico lamió sus senos con ceremoniosa dedicación. Se preguntó por qué desearía tanto a James, por qué necesitaba que James la desease tanto... Las manos de James desabrocharon los botones de su falda. Tuvo que dejar de lamerle los pezones para sacársela por la cabeza.

Y allí estaba ella, Lily Evans, alumna modelo, en bragas, montada sobre James Potter. Ambos semidesnudos y jadeantes. Se preguntó en qué momento su vida y la de James habían pasado a ser inseparables, pero entonces él se movió para deshacerse de su ropa interior y el cerebro de Lily dejó de funcionar.

- ¿Puede usted quitarse las braguitas, señorita Evans? - Le murmuró con tono lascivo y burlón, y no supo por qué, eso la puso más caliente aún.

Obedientemente, Lily se quedó completamente desnuda y miró a James, que la observaba pacientemente, bañado por la luz de la luna. Cuando Lily volvió a sentarse sobre él, el dolor punzante de sentir a James dentro de ella la traspasó. Gimoteó quedamente, sin embargo, sorprendida y extasiada al comprobar que aquel era un martirio que cualquiera podría soportar. Era un dolor intenso, pero agradable en el fondo. Siguiendo su propio deseo, que palpitaba incesantemente, Lily se movió, aferrándose con los labios entreabiertos a los hombros de James.

- Joder. - Murmuró él - Lily... Lily... - Le susurró, enterrando sus labios en su cuello.

- James...

Pronunció su nombre como si con esa simple palabra pudiese hacerle saber lo que estaba provocándole. Pero no era solo sentir a James dentro lo que hacía que Lily estuviese volviéndose loca de placer. Oírlo gemir contra su oreja, notar sus labios en su clavícula, escucharle susurrar su nombre casi con desesperación mientras agarraba sus nalgas con fuerza... Todo eso la estaba consumiendo, la hacía querer más y acelerar el ritmo. Acelerar. Moverse más deprisa. Ni siquiera era consciente del dolor que sentía en las rodillas, apoyadas contra el suelo, solo podía pensar en el placer que estaba sintiendo. Ojalá no acabase nunca. Ojalá se quedasen así para siempre, siendo uno bajo el cielo estrellado, susurrando con torpeza el amor que sentían el uno por el otro, pero todo tiene un final, y aquella primera vez de Lily y James no era una excepción.

A Lily le sobrevino un estallido de placer tan intenso que notaba el corazón latirle entre las piernas. Le sobrevino mientras mordía el lóbulo de la oreja de su chico, y este, al sentir a Lily palpitar en torno a él, no pudo evitar dejarse ir en su interior, lo que provocó un gritito de sorpresa en ella. La chica parpadeó, consciente entonces de lo que acababa de suceder.

- Tranquila, tengo pociones. - Dijo James, que parecía que le había leído el pensamiento.

Lily respiró mucho más tranquila y se dejó caer contra James mientras seguía sintiéndolo dentro de ella.

- Si hubiese sabido que era así, lo habríamos hecho mucho antes. - Bromeó Lily, acariciando el pecho de James.

James soltó una carcajada.

- Fíjate, con lo modosita que parecías. - Lily le devolvió la sonrisa - Te quiero, Lily.

- Yo también te quiero, James.

Memorias de HogwartsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora