53. Más de un encontronazo

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- ¿Hasta cuándo va a durar esto?

Sirius Black resopló con exasperación al escuchar la pregunta que su amigo Remus le hacía desde el pupitre contiguo. El chico miró al frente, siguiendo al profesor Pyrell con la vista hasta que este se giró para escribir en la pizarra.

- Hasta que James reconozca que es imbécil. – Masculló Sirius entre dientes.

- Los dos sois bastante imbéciles. – Hizo notar Remus, alzando una ceja al tiempo que copiaba con atención lo que Pyrell escribía en la pizarra sobre los hechizos ofensivos de alta intensidad y cómo bloquearlos.

El mayor de los Black dirigió una mirada indiferente a su lobuno compañero antes de echar un rápido vistazo al otro lado de la clase. James, sentado con Peter, escribía en su pergamino, en silencio y con gesto serio, algo poco usual en él. A Sirius le entraron ganas de tirarle algo a la cabeza, sus apuntes hechos una bola, por ejemplo, pero eso sería una rendición por su parte, de modo que él mismo bajó la vista a su amarillento pergamino y continuó escribiendo.

Para ser sinceros, echaba de menos a James, y eso que lo veía continuamente, a todas horas, pero desde hacía dos días no se dirigían la palabra y evitaban mirarse directamente, aunque Sirius lo había pillado observándolo en más de una ocasión, claro que James enseguida miraba para otro lado, fingiendo estar concentrado en otra cosa. Él mismo se había sorprendido contemplando a James cuando este no podía verlo o no se daba cuenta de ello.

Sirius sabía que aquello no tenía el más mínimo sentido, que lo que deberían hacer era sentarse a hablar de lo ocurrido en el patio, y sobre todo sabía que por su parte debía pedir perdón por haberle dicho todas esas cosas horribles sobre Evans, dando a entender que James era poco menos que su perro faldero y un calzonazos lameculos. Lo peor de todo era que Sirius ni siquiera pensaba eso realmente, lo había dicho porque... Porque quería hacerle daño a James, y era esto lo que Sirius consideraba más grave. James era su amigo, su maldito mejor amigo, la persona que no podría soportar perder y bajo ningún concepto imaginó que en algún momento querría hacerle daño. Menos aún por un estúpido pasadizo.

Para asombro de Sirius, desde la discusión James había dejado de hablarle a Lily, cosa que pareció dejar bastante sorprendida a la pelirroja, aunque Evans también era muy orgullosa y no se pronunció al respecto, ni le preguntó a James qué le ocurría con ella, que no le había hecho nada. En ese momento, el cazador miró a Lily distraídamente. Como siempre, estaba sentada en una de las mesas de delante, de modo que sólo podía verla de espaldas. Annie estaba a su lado, jugueteando con uno de sus múltiples rizos mientras contemplaba con embeleso al profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras.

- ... para empezar en febrero. – Dijo Pyrell, dirigiéndoles una mirada sonriente - ¿Alguna pregunta?

Todos sus compañeros comenzaron a murmurar con emoción a su alrededor. No se había enterado de nada, para variar. Remus, que pareció intuirlo por su cara de desconcierto se acercó a él.

- El curso de Magia Defensiva empezará en febrero. – Le susurró, acercándose a su oído.

- ¡Genial! – Sonrió Sirius.

- Estas semanas encontraréis una lista en vuestras respectivas Salas Comunes donde podrán apuntarse todos aquellos que tengan interés en asistir a ese curso extra de Defensa Contra las Artes Oscuras. – Dijo Pyrell, acallando las voces de sus alumnos – La semana que viene, a ser posible el lunes, alguno de los prefectos deberá traerme la lista, así podré organizar las clases dependiendo de cuántos sean los asistentes.

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