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Me imaginé a mi misma subiendo toda gorda, patética y mojada la escalera de mármol que daba al segundo piso del hostel. Definitivamente no había pasado piola, aunque las lágrimas asomaron cuando ya nadie me veía.

Todo mi plan de conquistar a Ibizo se había ido a la mierda. Todas esas ideas locas de ir a Chile a buscar a mi gato e irme a España y administrar los bares que la familia Puigcorbé tenía en Ibiza se habían destruido en menos de cinco segundos, los cinco segundos que me quedé pegada mirando cómo Ibizo besaba con pasión a otra mina que no era yo.

Entré a mi pieza, cerré con un portazo y me tiré de guata a la cama a llorar como no lo hacía hace mucho tiempo. Hubiera deseado tener a mi gato ahí para poder abrazarlo y llorar en sus peludos hombros felinos.

Yo creo que todo lo que hemos vivido alguna vez. Si has amado desde lo profundo de tu corazón habrás sentido esa angustia de desamor, esa intranquilidad, esa dificultad para quedarte dormida o incluso para despertar. Es estar triste todo el día y solo tener en tu cabeza a una persona, y darle y darle vueltas a lo mismo una y otra vez, preguntándonos inútilmente qué hubiera pasado si hubieras echo las cosas de otra manera. ¿Acaso los resultados habrían cambiado?

Cuando se ama desde los más recónditos lugares del alma el llanto que sale es casi como desangrarse en lágrimas.

El llanto de aquella noche fue un llanto lleno de amor y de angustia, sintiendo que nunca más en la vida iba a querer tanto a otra persona, llorar quizás un poco egoístamente de miedo, miedo a no conocer a alguien tan maravilloso como Ibizo.

Él lo había hecho todo por mí y lo perdí por caprichosa e infantil. Lo perdí por burlarme de sus sentimientos, lo perdí por no ser suficientemente buena para él.

Abrí la galería de fotos de mi celular para ver nuestras selfies y así llorar otro poco más, de masoquista. Las fotos desde el principio de los tiempos. Fotos grupales del magíster, donde salía la Mexicana, el Vet, Ibizo pasándome un brazo por el hombro. Fotos de carretes con Ibizo y Blondie sonrientes y yo al medio... Fotos de la fiesta donde había ido el Zorrón. Ibizo con la boca abierta ante una gran pizza familiar. Ibizo en la cocina imitando la cara que tenía el mono estampado en su polera. Ibizo y yo juntos en el cine. Ibizo, siempre Ibizo.

Empecé a borrar las fotos con mezcla de pena y rabia. ¿De qué servía tener esos recuerdos en el teléfono? Eran pa' puro sufrir, pensé. Ojos que no ven, corazón que no siente.

Puse música aleatoria en mi celular para despejar la mente y mi mala cuea era tan grande ese día que empezó a sonar La oreja de Van Gogh.

Que recordarás
Las tardes de invierno por Madrid
Las noches enteras sin dormir
La vida pasaba
Y yo sentía que me iba a morir de amor
Al verte esperando en mi portal
Sentado en el suelo sin pensar
Que puedes contar conmigo.

Las frases llegaban a mí con una intensidad abrumadora. Estaba hecha mierda, mierda de tanto llorar y de sentirme weona. ¿Y si en vez de empeñarme en conquistar al Español simplemente hubiera estado más atenta a las señales y me hubiera dado cuenta de que amaba a Ibizo? ¿De que Ibizo siempre estuvo ahí, para mí? Fiel, sincero, bueno.

Nunca hubo maldad
Solo ingenuidad.
Pretendiendo hacernos creer
Que el mundo estaba a nuestros pies.
Cuando el sueño venga a por mi
En silencio voy a construir
Una vida a todo color
Donde vivamos juntos los dos.

La letra calaba tan hondo que solo podía llorar mientras borraba y borraba fotos. 《No me merezco a alguien como él. Soy muy weona》, pensaba, mientras empezaba a planear la huida.

Pepi La Fea 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora