Ibizo y yo nos pusimos de pie inmediatamente, tensos.
-¿Qué coño estás haciendo acá? -le gritó Ibizo, alterandose. Jamás lo había visto así.
-¡Eh, venga, tío, qué va, que yo puedo decir lo mismo! -dijo el Español, levantando ambas manos en señal de paz y sorprendiéndose por la presencia de Ibizo-. Tú tenías bien claro que yo vendría.
El Español, a pesar de que seguía siendo guapetón como antes, estaba muy cambiado. No solo estaba mucho más delgado, sino que se había cortado el pelo y afeitado la barba. Sus rulitos claros -como salen en la portada de este libro- habían desaparecido, dándole un aspecto más serio pero a la vez juvenil.
-¿Qué onda? -Miré ceñuda a Ibizo-. ¿Cómo es eso de que sabías? Y tú -dije ahora dirigiéndome al Español-, ¿qué chucha haces acá?
-Es lo que te iba a decir anoche. Este tipejo...
-Le dije que vendría a Córdoba de todos modos, Pepi, y que te buscaría en cada hotel y hostel, para pedirte perdón -lo interrumpió el Español.
-《Para pedirte perdón》, claro, tío, venga que somos gilipollas. ¡Vete a tomar por el culo! ¿O te has olvidado de esto? -Ibizo se levantó la ropa y mostró la cicatriz que tenía en la pierna.
-Sé que la he cagado, Ibizo, pero no viajé miles de kilómetros para verte a ti. Estoy acá por ti, Pepi -dijo ahora mirándome-, pues necesito hablar contigo. Entiendo que vosotros dos sois amigos y quisisteis viajar solos sin decírmelo. Lo acepto. Pero no puedo aceptar un no por respuesta. Solo quiero que conversemos, nada más.
-¿Estás enfermo, cabrón? -gritó Ibizo adelantándose un paso-. Ni conversaciones ni nada. ¡Devuelvete a España y deja de joder!
-Eh, eh, peleas acá en mi hostel no, ¿eh? -dijo entonces Lucas, estirando un brazo para el lado de Ibizo y otro para el lado del Español.
-Tranquilo, hombre, que sabía que algo así ocurriría. -Sacó un sobre desde su chaqueta y estiró el brazo para pasármelo, pero Ibizo no permitió que me acercara y en realidad yo tampoco quería acercarme, así que negué con la cabeza-. Ok, está bien. Lo dejaré acá -puso el sobre sobre la mesita de la recepción- y cuando esté todo más calmo lo lees. Pero no te tardes mucho, ¿vale? Vuelvo a España dentro de tres días.
Y sin decir más, salió.
-¿Qué fue eso? -preguntó Lucas mirando por la ventana cómo el Español se alejaba por la vereda.
-Un amigo de España -dije.
-¿Amigo? ¿Estás de coña? ¡Ese tío me pone enfermo! Se hace el santo frente a ti, Pepi, pero si tan solo lo hubieras visto cuando se apareció por mi casa... Lucas, no deberías dejar entrar a ese tío acá nunca más. Es peligroso y te hablo en serio.
Ibizo empezó a contarle a Lucas las weás turbias que había echo el Español mientras Lucas abría los ojos como platos y lanzaba puteás argentinas a modo de respuesta.
Mientras hablaban yo caminé hacia la mesita y tomé el sobre que el Español había dejado encima.
-Ten cuidado, que puede tener cepas de ántrax.
-No seai exagerado.
-¿En serio vas a leer esa carta? ¿Después de todo? -Ibizo estaba furioso. Su arranque iracundo me causó mucho amor.
Le tomé la mano y lo senté en el sillón. Lucas cachó que sobraba en esa escena y retrocedió casi haciendo un moonwalk a lo Michael Jackson. Me senté al lado de Ibizo y lo miré a los ojos.
-¿Tú crees que yo sería tan weona como para volver a caer en lo mismo, después de todo lo que me ha costado estar así contigo? -La cara de pico de Ibizo se ablandó un poco-. Créeme, nada de lo que diga esta carta -la blandí con mi mano- puede cambiar algo. Yo te quiero a ti -y le estampé un beso.
-Joder, pero ya sabes como es ese. Se hace el santurrón y tú eres blandengue. No me digas que no, que te conozco bien.
-Está bien. Si te tranquiliza un poco, leámosla juntos.
Rasgué el papel del sobre y saqué una hoja de cuaderno escrita con lápiz de tinta azul.
Querida Pepi:
Si estás leyendo esta carta es porque te rehusaste a hablar conmigo. Conozco tu manera de ser, así que preparé este plan B por si eso ocurría.
Todo este tiempo he sido un imbécil. La he cagado, como bien sabes, no hice las cosas bien a tiempo y me enrollé en cuanto lio se me cruzó por delante. No merecías la vida que yo estaba llevando y no te culpo por haber escapado.
Sospeché que algo raro tramabas y por eso oculté tu salvoconducto. De ninguna manera quería privarte de tu libertad. Si querías huir de mí, nada más tenías que decírmelo. Nunca lo hubiera impedido, de ninguna manera.
Sé que viste el arma que tenía en mi mueble. Sé también que en tu mente fantasiosa te habrás inventado un sinfin de rollos para explicarlo explicarlo y es más simple de lo que piensas: se la estaba guardando a un amigo. No es más que la verdad, no era mía. Puedo darte la placa de inscripción, si quieres, y le pides a algún amigo que esté en España que averigüe si acaso estoy mintiendo.
De verdad te digo: toda mi vida tormentosa quedó en el pasado. Sé que el amor no se pasa tan rápido y fue hace nada en que declarabas que siempre me habías querido y siempre me ibas a querer. Eres una mujer sincera, ¿por qué no creerte? Así que, si aún me amas, como tantas veces dijiste, dame la oportunidad de explicarte todo a la cara, en el lugar que tú elijas. Si acaso quieres venir, estoy hospendándome en el Sheraton, aunque dude de que accedas a que nos reunamos acá. De todos modos tienes mi correo electrónico, puedes responder por ahí, que yo quedaré atento.
No sé qué más puedo decir. De verdad estoy limpio y te sigo amando desde el primer día. Te amo como un hombre adulto que desea bienestar y que respeterá cada decisión que tomes. Ten en cuenta todo lo que dejé por tu amor. Javiera no era poca cosa, no pienses eso, teníamos planes de boda y por algo fue. Pero lo que sentía por ti fue tan potente como para mandar todo a la mierda. Solo te pido conversar, y nada más.
Un beso,
Español
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Pepi La Fea 2
Teen FictionCuando Pepi llegó a estudiar en España nunca imaginó todo lo que le iba a pasar: descubriría que su mejor amiga la había engañado con el Español, su gran amor cibernético; conocería a tantos buenos amigos y sobre todo a Ibizo, el más incondicional;...