En dos segundos desbloquée al Español de WhatsApp y le mandé un audio.
-Español, por favor, ¡necesito tu ayuda urgente! ¿Puedes venir al hostel? ¡No preguntes nada y solo ven lo más rápido que puedas!
Treinta segundos más tarde me envió un audio de vuelta.
-Espérame afuera.
A los veinte minutos su auto plateado se estacionó frente a mí y me metí sin siquiera preguntar.
-Joder, ¿qué te ha pasado?
-¡Maneja al aeropuerto, por favor, y te explico en el camino!
Arrancó un auto mirándome con miedo y salimos disparados por la avenida Paso de los Andes.
-¿Qué sucede?
-Ibizo se enteró de que salí contigo... y me mando a la mierda... -dije entre mi llanto-, y se fue al aeropuerto para volver a España... Necesito que le cuentes lo que hablamos..., que te dije que lo amo a él...
-¿Tanto lo amas? -frunció el ceño y se mordió el labio.
-Como sea, necesito tu ayuda... Perdón por molestar tanto, ¡siempre termino siendo un cacho pa' todo el mundo!
Bajamos hasta que llegamos a Duarte Quirós, una avenida importante, virando a la derecha. De ahí en un momento tendríamos que torcer de nuevo hacia la derecha por alguna calle, porque el aeropuerto Pajas Blancas quedaba a las afueras de Córdoba, en el extremo norte.
-Apúrate, por favor, porque si pasa Policía Internacional ya no podré hacer nada... ¡Métete por cualquier calle!
-¡Calma, calma, no voy a entrar contra el tránsito!
-¡Perdón, perdón, lo siento, es que estoy muy angustiada. -No podía parar de llorar-. ¿Y si no alcanzamos a llegar? ¿Y si se va?
-Y si se va, pues se va. ¿No has pensado que un tío que huye ante el primer problema quizás no merece la pena?
Me miró con su carita de niño bueno y se me revolvió la guata.
-Recuerdas que este tío estuvo de novio con un hombre, ¿verdad? -continuó el Español, aún manejando por Duarte Quirós-. Le molan los rabos. ¿Qué de bueno puede venir de un chaval que se lía con hombres y mujeres? No creo que esté de verdad enamorado de ti.
Me quedé pegada en un punto fijo con las palabras del Español retumbando en mis oídos.
-Y es más. La tía pelirroja esa que te puteó en su casa, la recuerdas, ¿no? Tenían rollos ambos, él no te defendió. ¿Quién estaba ahí para tí? Yo, por supuesto.
El Español hablaba con mucha seguridad y firmeza en sus palabras, que por cierto no eran mentira. Nada de lo que decía lo había inventado. Quizá tenía razón... quizás Ibizo no merecía la pena... y el Español seguía y seguía hablando, y asi pasaron veinte, treinta minutos...
-Creo que no estás en condiciones de decidir por ti misma -dijo entonces, frunciendo el ceño-. Has pasado por mucho y hagas lo que hagas acabarás mal, porque no estás con todos tus sentidos puestos para que te decidas por él. A tomar por culo si quiere irse a Ibiza con sus amigos mariconetes, con sus amantes. Yo de verdad creo, Pepi, que tú y yo deberíamos irnos a Chile, ahora mismo.
Ensimismada en mi pena y weonismo de haberla cagao pasé por alto que jamás doblamos a la derecha. Tampoco me di cuenta de que habíamos llegado al final de Duarte Quirós y luego habíamos llegado al final de avenida Colón, tomando la autopista Ramón Cárcamo hacia el sur. Una ruta que se me hacía muy conocida.
-Oye, oye, ¡para! -le grité-. ¡Este no es el camino al aerpuerto! ¡Este es el camino hacia villa Carlos Paz!
Le agarré el brazo y giró el volante sin querer, casi chocando con un camión. Estiró un brazo para agarrar mi mano, y con la confusión algo pesado y metálico cayó de su chaqueta y resbaló al piso.
Era una pistola.
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Pepi La Fea 2
Roman pour AdolescentsCuando Pepi llegó a estudiar en España nunca imaginó todo lo que le iba a pasar: descubriría que su mejor amiga la había engañado con el Español, su gran amor cibernético; conocería a tantos buenos amigos y sobre todo a Ibizo, el más incondicional;...