Esa mañana desperté pensando que la noche anterior había sido un sueño. Solo cuando despegué la cara de la axila de Ibizo y me limpié la baba que elegantemente me caía de la boca, supe que todo había sido real.
-Estoy despierto, así que ni intentes pintarme de nuevo las uñas de los pies -me dijo con los ojos aún cerrados, esbozando una sonrisa.
-Cuático.
-¿Qué cosa?
-Anoche. Cuático.
Abrió los ojos y me besó la frente.
-Anoche moló un mogollón.
-Y tal, tío -agregué, imitando a Pablo de Casado con hijos.
Me levanté para ducharme y cuando el agua corría sobre mi cuerpo no podía sentir otra cosa que felicidad. Ya no había dudas, ni rastros del Español en mi corazón. La vida era muy clara una vez más y estar enamorada del hombre más cool del universo me hacía tener una sonrisa de oreja a oreja estampada en la cara.
Quería pensar que Ibizo era el amor de mi vida, pero eso no lo podía saber. Hay gente que lo declara a tontas y a locas, pero lo sea o no, la certeza solo se tendrá cuando seas viejo y mires hacia atrás. Ahí podrás decir: sí, era el amor de mi vida.
Comiendo sushi con Ibizo en el hall, lanzándonos miradas cómplices y riéndonos simplemente por reír era todo lo que necesitaba para creer (y querer) en ser su amor para siempre. Ya fuera que en mi ancianidad lo pensara o no, daba igual, porque ese momento era lo único que importaba.
-Estuve haciendo cálculos -le comenté mientras tomaba un sorbo de jugo-. Entre cambiar toda mi plata a euros, sacar los papeles médicos que piden para que Teodoro viaje más el papeleo que tengo que hacer yo, pienso que estaré como un mes en Chile antes de irme a España de nuevo.
-Demasiado tiempo.
-¿Y si te vas a Chile conmigo por mientras?
-No puedo, mi madre ya me está jodiendo para que regrese. Yo creo que si nos casamos allá no necesitarás tanto papeleo.
Supuse que no hablaba en serio y simplemente me reí.
-Es en serio. Vámonos a España, no vuelvas a Chile. Lo resolvemos todo allá. Le pides a alguna amiga que envíe a Teodoro, y tal. -Ibizo me miró tan serio que supe altiro que no estaba webeando.
-¿De verdad?
-De verdad, coño. Compremos los pasajes para España la próxima semana. Nos va a salir un dineral de la puta madre, pero te ahorras todo el papeleo que implicaría volver a Chile.
-Las cosas no son tan fáciles como las pintas -contesté, pero igual acepté su propuesta. Quería ver Chile de nuevo, hacía siglos que no pisaba mi querida patria, y también extrañaba muchísimo a mi abuela y a mi gato, pero la vida era una sola y me estaba dando una oportunidad que no se repetiría de nuevo. No podía decir que no.
Prendí mi notebook para contarle a Gatolargo que no iría a Chile y se puso rara por la webcam.
-Pepi, yo creo que tienes que venir -dijo.
-¿Por qué? ¿Pasó algo? -me imaginé lo peor: Teodoro había tenido un accidente.
-Pucha, no sé si sea yo la mejor para contártelo...
-Ya cagaste, suéltala. ¿Qué pasó?
El corazón me latía a chorrocientos mil por minuto mientras miraba la palabra escribiendo en WhatsApp Web.
-Es que tu abuelita está enferma.
Me quedé pasmada frente al notebook. Mi abuela, una señora de ochenta y siete años siempre había estado bien pará, fuerte como un roble. Las cosas tenían que estar mal como para que ella le hubiera contado a Gatolargo que estaba enferma.
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Pepi La Fea 2
Ficção AdolescenteCuando Pepi llegó a estudiar en España nunca imaginó todo lo que le iba a pasar: descubriría que su mejor amiga la había engañado con el Español, su gran amor cibernético; conocería a tantos buenos amigos y sobre todo a Ibizo, el más incondicional;...