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   Olvidar el paraguas se había vuelto una costumbre intencional, como si lo buscara a través de mis desgracias. Una parte de mi cerebro insistía en llamar a su presencia con ello, esperando a que apareciera con una sonrisa dispuesto a sacarme de cualquier insignificante aprieto cotidiano. Más en mi memoria, su presencia errante sólo aparecía en lugares en los que había estado, como ecos de presencia.

La brisa fresca acariciaba apaciblemente mi rostro como consuelo, y casi en un susurro me recordaba que él ya no estaba.

– ¿A dónde van las mariposas cuando se oculta el sol? –

Podía comprender a la perfección en ese momento, lo que en aquel entonces me pareció simplemente un intento de conversación sin sentido.

Nítidamente en mi memoria se hallaban los pasos desacertados que consecuentemente me llevaron a aquel ineludible presente.

La captura de pantalla que había recibido aquella mañana, me transportó a aquella época donde lo sencillo resultó ser demasiado complicado para un inexperto yo y un Kim Jinhwan que amó demasiado.

Con dieciséis primaveras cumplidas, no era como si hubiese tenido particularmente un doloroso pasado como para excusar con ello mi mala actitud.

Era lo suficientemente simple como cualquier otro chico culminando la etapa de pubertad.

Me gustaba rodearme de pocas personas, en su mayoría, soportables para mi escasa paciencia. Como una regla de tres, pero a las personas siempre les gusta confundir lo fácil con lo difícil.

Y heme allí, parado en el pasillo recostando mi peso contra la pared por contestar de manera inapropiada una pregunta del profesor.

Consideraba que ese tipo de gente de mente cuadrada estaba podrida, refugiándose en que sólo su respuesta era la correcta, repudiando a todo aquel que pensara diferente.

El pasillo se encontraba completamente vacío, podía percibir desde allí, las voces provenientes de la escalera.

– No lo vi, tampoco contesta mis mensajes o llamadas –. Song Yunhyeong era quizás, el único al que consideraba medianamente decente dentro de aquel grupo.

Al resto podía imaginarlos en un futuro no muy lejano expirando por sobredosis, yendo a prisión o terminando en un puesto mediocre por no acabar sus estudios.

– Fui a su casa como cuatro veces, siempre me dicen que no está –. Habló Jiwon tumbando despreocupadamente un basurero, más por no tener algo mejor que hacer que por desquitarse.

– ¿Crees que...? –. Continuó Yunhyeong mientras pasaban frente mío.

– Shhh –. Lo calló su amigo observándome de reojo, siendo el primero en notar mi presencia.

Percepción erranteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora