EPÍLOGO

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           El sonido incesante de los latidos de mi corazón eran representados por aquella molesta máquina. En medio de la oscuridad sentí una suave caricia que delineaba el contorno de mi rostro, dibujaba mis párpados, mis cejas, mi nariz, mis labios. Se detuvo en ese punto, entonces sentí que en ellos se posó ligeramente un tierno contacto, cálido y casi imperceptible, como si una mariposa se posara sobre mis labios.

         Entonces vi una luz, todo a mi alrededor era blanco y allí aguardaba por mí, mi especie favorita de mariposa.

Percepción erranteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora