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🚫ADVERTENCIA🚫
ESTE CAPÍTULO PUEDE NO SER APTO PARA SENSIBLES LUEGO DE LA SEGUNDA ESCENA. Pueden saltarse esa parte si gustan.

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   El intenso dolor impedía que pudiera mover el cuello. Volví a reacomodarme entre los asientos pegados unos a otros en el pasillo del hospital, hasta que oí el chirrido de una de las puertas que daban paso al área restingida, donde se hallaba la habitación de JinHwan.

   La puerta se encontraba entreabierta, el pasillo iluminado pero solitario hacía que imaginara cosas. ¿Podían ser de nuevo esos tipos?

   Caminé decidido hacia aquella dirección, sintiendo de nuevo el ardor en mis talones, recordándome las heridas. Con pasos torpes alcancé a ingresar a aquella área.

   Lo que vi me inmovilizó. Era su hermano mayor, separado de JinHwan por el cristal, lloraba silenciosamente.

   Retrocedí sin hacer ruido y volví a mi lugar. Todo ese sufrimiento yo lo ocasioné; ¿cómo podía tener el valor para mirarlos a la cara?

Reflexioné el tiempo que le tomó a Gi-Yeong junto a JinHwan, y entonces me agarró un breve momento de coraje. Cuando JinHwan se encontraba solo nuevamente, me acerqué a él, entré a la sala y coloqué una nota bajo su almohada. Verlo de cerca me rompió el corazón en mil pedazos, me tomé el atrevimiento de posar mis labios sobre su frente y susurrarle aquello que mi garganta por tanto tiempo había callado.

"Te amo"

   Aún sin saber si podía escucharme.

   Fui descubierto por una enfermera que llevaba sueros y demás elementos a la sala en la que JinHwan se encontraba. Me echaron del lugar y vagué por las calles solitarias mientras tomaba el valor para verla y afrontarla.

  Entré a la casa dando un portazo advirtiendo de mi llegada, las luces apagadas de la casa me facilitaron encontrarla al vislumbrar una leve entrada de luz proveniente de la puerta de mi habitación. Ella estaba echada cómodamente en mi cama, se veía igual que siempre, ni siquiera se notaba que estuviera gestándose dentro de ella un ser con el ADN de la persona que amaba. No pude evitar observarla con odio, ella siempre fue el centro de mi atención, mi luz. Pero en ese momento su existencia era la oscuridad en mi vida.

  Su insistente llamada que fue tomada por mí provocó que yo hiciera algo imperdonable. Arruinó el momento más perfecto que jamás podría volver a tener en toda mi vida.
   El ligero movimiento de sus párpados aún cerrados interrumpieron el hilo de mis pensamientos.
— Deja de hacerte la dormida, sé que me escuchaste llegar.

  Siguió inmóvil, agotando completamente mi paciencia.

  Tomé su delgada muñeca y la estiré con la intención de levantarla.
— ¡Ya! ¡Ya! ¡Ya! ¡Me lastimas!

Percepción erranteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora