- Fragmento -

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Dicen que si es amor duele. ¿Acaso no es una manera demasiado cruel para descubrir un sentimiento?

Perdona si no pierdo las esperanzas...

Al cerrar los ojos aún veía su rostro borroso, su cabello plateado siendo opacado por el contraste de luz y sus palabras: - "Tienes que vivir"

Sus brazos eran cálidos y podía oír el latido de su corazón agitándose mientras corría por los pasillos del hospital cargándome. Ni siquiera estar en brazos de mi madre - quien siempre me veía con pena - se sentía tan bien. Alguien se preocupaba por mí, un completo desconocido tuvo la bondad suficiente en su corazón como para hacerme saber que le importaba. Yo, a quien mi padre solía llamar - "defectuoso" - seguía siendo un ser humano con sentimientos.

- Es suficiente -. Interrumpió la voz del doctor Koo y la velocidad de la máquina fue disminuyendo gradualmente.

Una enfermera me extendió una toalla para secarme el sudor una vez que bajé de la cinta. Fui directo a sentarme para que retiraran los cables que colgaban de mí. Lo que más odiaba de esos controles no era hacer ejercicio, era el catéter; y otras veces, la cara que ponía el doctor con los resultados.

Siempre fruncía el ceño, suspiraba y pedía hablar a solas con mi madre.

- Déjame con tu mami a solas -. Esa vez no estaba dispuesto a obedecer.

- Ya soy lo suficiente mayor - observé de reojo la apariencia cansada de mi progenitora - no creo que esté bien que te preocupes, enfermaste hace poco -. Froté su hombro, ella me mostró una sonrisa demasiado falsa.

- Estoy bien Jinan.

- Ten -. El doctor me extendió un dulce.

- Ya no soy un niño -. Protesté, pero aun así tomé el dulce y salí de la habitación.

Escuché tras la puerta un audio, el sonido de los latidos de mi corazón sonaban más fuerte que las voces así que apoyé mejor la oreja.

- ¿Puede ver esta zona? -. Interrogaba el doctor Koo.

- Sí -. Afirmó mi madre de forma casi inaudible.

- La zona paralizada se ha extendido, sé que había dicho dos años, pero... - chasqueó la lengua e hizo una breve pausa, tal vez por los sollozos femeninos - tal vez dos años sea un milagro.

- Pero él dijo que estaba de acuerdo con un trasplante hace unos meses.

Me aparté de inmediato, no quería seguir escuchando. Sabía que existía una lista de personas en espera antes que yo.

Por un momento mi mente empezó a divagar acerca de mi muerte, ¿cómo sería?

Si sucedía en YG los chicos se asustarían; o tal vez podía suceder en el apartamento de Gi, si eso sucedía mi cuerpo sería encontrado días después; en el mejor de los casos podría suceder mientras durmiera.

Coloqué los talones sobre el borde de la silla y me abracé a mis rodillas colocando mi mentón sobre estas en el centro de ambas. Permanecí de esa forma hasta que la puerta se abrió y de nuevo ella me mostró una falsa sonrisa.

- Despídete del doc y vayamos a casa -. Sus ojos estaban rojos y tenía la nariz taponada.

Obedecí en silencio. Camino al estacionamiento entrelazamos nuestras manos, ella me preguntó cuatro veces si tenía frío, hablaba casi en susurros y se quedaba pensando para volver a decir lo mismo al sentir mi mirada sobre ella.

Me mordí el labio, estaba más preocupado por ella que por mí - Tal vez era lo mejor - dolía seguir con vida, JunHoe podría ser feliz junto a Ah-Ri si yo no estuviese vivo.

Pensar en June hizo que recordara sus palabras. Había ocultado la verdad de todos porque odiaba que sintieran lástima por mí, pero ahí estaba él, diciendo que yo le causaba lástima.

- Puedes donar mi ropa -. Hablé haciendo que se detuviera en seco.

Su mano estaba fuertemente aferrada a la mía.

- ¿Por qué dices eso tan repentinamente? -. Ella no necesitaba una respuesta, lo sabía.

- Quiero que me cremen.

Llevó sus manos a sus oídos.

- No me hables de eso ahora por favor.

- Sabes que tarde o temprano tendríamos esta conversación y prefiero tenerla ahora en lugar de nunca decirte lo que quiero.

- Todavía no es seguro -. Le tomé de los hombros.

- Sabes que un donante no aparece en el momento justo como en las películas, y menos uno que fuera compatible conmigo.

Bajó la cabeza y sus hombros empezaron a temblar, me sentí culpable de inmediato.

- Lo siento -. Le di un abrazo con todas mis fuerzas.

Ella seguía culpándose por mi enfermedad después de todo.

- Pienso que abrazar un cajón me consolaría mejor -. Terminó por decir dándome por entender que al fin abría los ojos.

- Al menos permíteme elegir el modelo.

Ella asintió y subió al auto, íbamos a una velocidad lo suficientemente baja como para hacer que muchos nos bocinaran antes de adelantarse.

Se estacionó frente a la tienda que menos esperaba.

- Afrontémoslo de una vez así otro día no volvemos a sacar este tema -. Dijo con voz quebrada.

Apenas bajé ella volvió a buscar mi mano, el agarre fue fuerte de ambas partes, como si lo necesitásemos para atravesar la puerta del local.

Flores blancas adornaban el lugar, su fragancia dulce era mezclada con el aroma a madera.

Opté por el color oscuro, un tallado sutil y esquinas con terminación dorada. Cuando mamá preguntó el precio y empezó a dar las medidas la vi temblar. Cuando la vendedora preguntó si quería que tuviera un nombre en él ella pronunció mi nombre con notable dificultad.

- ¿Su padre? -. Se atrevió a preguntar la vendedora.

- Mi hijo menor.

- Mis condolencias, ¿cuántos años tenía?

- Mamá, deberíamos irnos -. Quería evitar que su conversación continuara.

- Tiene Dieciocho.

La vendedora abrió los ojos notando que había metido la pata.

Sin intercambiar más palabras que las necesarias llevé a mi madre hasta el asiento de copiloto, no parecía estar en condiciones para manejar.

- No tienes licencia.

- Pero ya sé conducir.

Le coloqué el cinturón de seguridad antes de correr alrededor del vehículo y entrar a él. Apenas llegamos la vi tomar unas píldoras antes de encerrarse en su habitación.

Gi va a cuidar bien de ti -. susurré como si pudiese oírme en el pasillo y me encerré en mi habitación.

Me acosté abrazando la almohada pensando en una sola cosa.

"Estoy muy asustado."

Percepción erranteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora