Era una bella tarde, los pajaritos cantaban, el aire corría libremente y se brotaba contra las hojas de los árboles, el pasto estaba fresco y bien verde. Y cada uno de los miembros de la enorme familia vocaloid se encontraban admirando todo ese bello paisaje desde las ventanas de sus salón de clases, por que tenían clases.
Como siempre, el hecho de que el clima de afuera fuese perfecto, no era impedimento o pretexto para que, como buenos alumnos que eran, cumplieran con sus labores escolares con gusto.
- Deberían ser buenos con nosotros y darnos el día libre. - Claro que nunca faltaba alguien que hacía brotar sus comentarios.
- Ya falta poco, sólo esta clase y seremos libres. - Le secundaba su hermana.
¿A quienes nos estamos refiriendo en esta ocasión? Bueno, pues se tratan de los gemelos Kagamine. El dúo de rubios más queridos por toda la clase - Por no decir todo el colegio -.
Y es que cómo era posible no quererlos. Ciertamente a veces eran demasiado caprichosos y ligeramente presumidos... Pero se hacían querer de alguna manera.
- ¿Qué quieren hacer en cuanto salgamos? - Esa se trataba de Miku, una de las senpais, o bueno, así le llamaban. Era una de los rangos más altos - Llamemos los así - de popularidad.
También una chica demasiado querida por todos. Desde sus mismos compañeros. Con los que había iniciado la generación, hasta los más jóvenes. Incluso por algunos utaus.
- Qué tal ir a dormir. No dormí nada la noche anterior, por que a Len se le ocurrió ponerse a ensayar a las doce de la noche. - Muy bien, ese se trataba de Kaito. Como ya pudieron ver, se lleva perfectamente bien con Len.
- Yo no tengo la culpa de que tu habitación esté precisamente a lado de la mía. Si no te gusta, puedes pedirle a alguno de los del tercer piso que te preste la suya.
- Ja! ¿quién quisiera cambiar su cómoda habitación por la que está a lado tuyo?
En realidad si se querían, pero también les gustaba molestarse. Digo es normal, es de hermanos, amigos y todo eso, el andarse picando mutuamente. Como que de alguna manera eso fortalece el lazo.
- A Oliver le gustaría, ¿no es así, Ollie? - Respondió casi orgulloso, Len.
De repente, la mención del nombre de uno de los integrantes más jóvenes de, no sólo del colegio, si no de la mansión en donde vivíamos. Calló, casi por completo, el aula.
Eso, sinceramente fue de sorpresa, digo, a caso era raro que metieran al pequeño en alguna discusión, o era cuando se venía la mejor parte, o ¿por qué razón todos reaccionaron de una forma tan coordinada?
- Para mí no sería ningún problema... s-si tú quieres. - Habló la dulce y tierna vocesita de Oliver. Por alguna razón se veía muchísimo más pequeño cuando hablaba. No te creerías que tenía apenas 13 años. A demás de que también se notó el tono nervioso que emitió.
Otra cosa que también llamó mucho la atención, fue que cuando dijo esas palabras. Todos giraron la cabeza, otra vez sincronizadamente - Cosa que ya estaba dando miedo - hacia los asientos de atrás de la clase. En donde me encontraba; ya de los últimos, arrinconado en una de las esquinas de las paredes, estaba sentado, como siempre, en el hombro derecho de mi dueño.
Él es maso menos... de piel extremadamente blanca, pero en extremo. Sus ojos y su cabello son rojos, cierto, un ojo está completamente cubierto de esa tonalidad, y el otro sólo la iris. Tiene una pequeña marca en la comisura de su boca y otra más grande en la nariz, en forma de tache. Usa un sombrero largo, parecido a los de copa inglés, pero éste tenía la cara de un gato. Vestía de una forma bastante peculiar, más peculiar que la que ya lo hacían todos dentro de ese enorme aula. Y traía en su mano izquierda un bastón. En donde a veces me gustaba colgar.
Supuse que por la posición en la que llevaba su sombrero, no se le alcanzaba a ver la cara, puesto que el sombrero mismo la cubría del resto de la clase.
Yo sabía que sentía que estaba consciente de todas las miradas que estaban "discretamente" sobre de él, sin embargo las ignoró. Algunos llegaron a pensar que se encontraba dormido o algo por el estilo.
Todos a un determinado tiempo lo dejaron de ver y siguieron en lo suyo. El que no sabía lo que pasaba, - y lo afirmaba con su cara - era Oliver. Que ya se encontraba a lado de Len conversando. Posiblemente si le había hecho caso a lo de cambiar habitaciones, y ahora, para esta tarde ya estaría pasando sus cosas. Aun que, al juzgar los pensamientos de todos, escritos como poemas en sus caras, a ninguno le parecía que fuese una buena idea. En mi caso, esperaban que se retractara de ello.
Por fin, y después como de diez minutos, el sonidito agudo y ensordecedor de la campana ya estaba sonando. Todos, sin excepción comenzaron a guardar sus respectivas cosas. También Fukase, que es el nombre de mi dueño. Poniéndose de pie, apenas me dio tiempo de deslizarme por su brazo para llegar el suelo.
Nuevamente, con los que ya se encontraban traspasando la puerta. Noté como Oliver se apresuraba a alcanzar al chico de la coletita. Seguramente Len había terminado antes, de guardar sus cosas, y a causa de que también iba platicando con el resto, se adelantó al camino.
- Oliver
El mencionado se detuvo, a punto de alcanzar a su objetivo, en cuanto escuchó la ligeramente grave y roca voz detrás de él.
Oh sí, no podía faltar lo de ya todos los días.
- ¿Qué pasa Fukase? - La frase ni si quiera se la dijo con prisa, al contrario, era como si se hubiera olvidado que hace poco se encontraba casi correteando al ojiazul de Len.
- Volvamos juntos a casa, ¿si? - Wow, su voz, había sonado tan tierna...(? como si le estuviera pidiendo un favor.
- Claro, vamos - Se giró despacio, como si estuviera esperando algo, algo que en poco tiempo llegó. El brazo del chico pelirrojo se posó alrededor de sus hombros. Entonces ambos comenzaron a caminar con más ritmo.
Para qué mentir, eso se sintió en el ambiente. Los seguí corriendo hasta la puerta, en donde de un salto me sujeté de bastón y me acomodé para el reto del viaje.
Algo muy bueno estaba a punto de pasar, lo sabía, era bueno para ese tipo de cosas, tenía presentimientos que nunca fallaban. Como claro ejemplo está este, el primero que tuve en cuanto llegamos aquí. Sabía que la ternura que irradiaba el rubio ojiambarino de Oliver, me terminaría gustando mucho. Pero que a Fukase le terminaría cautivando de sobre manera.
Jejeje una vez más, quería tener razón con lo que sentía ahora.
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First Sight (In Secret) [Olikase]
FanfictionEn la mansión de los vocaloid. No hace mucho llegaron chicos y chicas para formar, ahora, parte de la colorida familia. Pero uno de ellos en especial, de nombre Fukase, fue el que no lo pasó como se lo imaginó sus primeros días. Todo por que en el m...