Sofía I
¿Alguna vez sintieron que su vida no la manejan ustedes? ¿Hasta qué punto una persona es independiente? ¿Cuántos momentos, aventuras y sueños dejaron de lado simplemente por miedo a fracasar?
Soy la hija única de padres que también fueron hijos únicos. Ser única hija tiene sus privilegios, todo el foco de atención te pertenece. Para mis papás soy el regalo más preciado que les dio la vida y cómo no serlo después de todo lo que pelearon para que yo hoy esté acá. Mi mamá tenía problemas de gestación, sus embarazos nunca llegaban a concretarse, padeció dos abortos naturales; pasado el tercer o cuarto mes de embarazo, su cuerpo no aguantaba y abortaba.
Fueron cuatro años de búsqueda, años de tratamientos tras tratamientos; cuatro años de sus vidas para poder darme vida. La esperanza es lo último que se pierde y mis viejos no estaban dispuestos a perderla. Con un embarazo perfecto, con el cumplimiento de fecha esperada, un peso ideal y salud impecable, Norma y Santiago por fin fueron padres, mis padres; padres por única vez.
Crecí en un hogar lindo, nunca tuve necesidades insatisfechas. La contención, el cariño y la felicidad siempre estuvieron presentes. Desde chica mis papás se referían a mí como su milagro, el milagro que Dios les dio. La historia de la lucha que realizaron para que yo esté en este mundo se repite casi todos los días. Constantemente me lo remarcan. De pequeña era como un cuento, pero poco a poco se transformó en una carga.
Mi viejos se encargaron de hacerme entender que estoy acá gracias a ellos y que no iba a hacer nada que no sea bueno para mi vida; después de todo el sacrificio realizado por ambos, no permitirían que mi vida sea desperdiciada en cosas sin sentido, entre ellas mis sueños y deseos. No es mi vida, es la vida de mis papás puesta en mí. Tengo que ser una persona correcta y no perder el tiempo en pavadas que me lleven al fracaso.
Cuando era pequeña unos compañeros de la escuela primaria pertenecían a un grupo de Scout, para el día del amigo uno de ellos me invitó a pasar un día de campo. Como cualquier niña fui alegremente a contarle a mis papás con la ilusión de ir a mi primer campamento; sin si quiera mirarme a los ojos sentenciaron a coro con un simple "NO". Desde ese día aprendí a reprimir mis deseos cada vez que me negaran el poder cumplirlos. Mis sueños son estúpidos y no valen la pena, eso escuche más de una vez.
Mi único deber es hacer y ser lo que mis papás quieren que sea, porque ellos saben qué es lo mejor para mí; ellos me dieron la vida y buscan que pueda tener un buen futuro. Tengo muchos sueños frustrados. A los doce a años quería aprender guitarra pero terminé yendo a estudiar violín porque mis papás lo quisieron así. Amaba las clases de inglés en la escuela, las ganas de poder aprender mucho más me llenaba de felicidad pero terminé aprendiendo francés en uno de los institutos más caros de la zona.
Al cumplir los trece años el regalo de cumpleaños fue un simple sobre con una cinta roja, en mi interior deseaba que sea dinero. Con una felicidad interna y una sonrisa en mi rostro, abrí el sobre, para mi sorpresa era un simple papel con muchos números por debajo del título con la inscripción "Université Pierre et Marie Curie". Mi sonrisa se mantuvo pero por dentro la felicidad desapareció. Ese papel era igual a mi futuro, mis papás desde que nací fueron pagando una de las universidades más prestigiosas de Francia donde yo iría a estudiar medicina.
Mis sueños son aquellos que complazcan a mis papás, después de todo les debo la vida y no me cuesta nada hacer algo por ellos. Simplemente quieren que tenga un buen futuro y está bien lo que hacen. Muchos pierden el tiempo creyendo que van a triunfar en cosas absurdas como la música, la actuación o la escritura; pero la realidad es que muchos desperdician sus vidas en algo sin futuro. Las artes son buenas para ocio o recreación, pero no para vivir puramente de eso, son pocos los que triunfan en esos ámbitos. Algunos se conforman con terminar la secundaria y ni piensan en seguir una carrera, solo esperan terminar la escuela e ir al mundo en busca de trabajo. Pero sin estudios no sos nadie, eso dicen mis papás y por eso piensan en mi futuro.
En un año voy a estar viviendo en Paris, terminare mi escuela secundaria allá para así poder adaptarme previamente al sistema de educación francés. En dos años empezare la carrera de medicina y dentro de siete años seré una médica reconocida. Lograre tener una vida digna, un futuro asegurado y seré alguien importante en este mundo. El camino es largo y difícil pero estoy decidida a no defraudar a mis papás; tengo que hacer lo correcto.
Por eso decidí no perder el tiempo en estupideces, no salgo con mis amigas de la escuela porque solamente son eso; amigas de la escuela. Mientras ellas están perdidas en pensar en chicos, en salir a fiestas y querer ser grandes; yo me enfoco en el futuro que mis padres tienen para mí. Estoy yendo por el camino correcto mientras el resto de mis amigas van rumbo al fracaso. Viven en un mundo de fantasía donde todo es de rosa, pero cuando sean grandes y choquen con la cruda realidad de que sus sueños las llevaron a la propia destrucción de su futuro, van a darse cuenta que el mundo es gris y no existen las princesas que conocen a su príncipe con el cual viven en un felices para siempre.
Con el tiempo aprendí que con los sueños no se llega a nada, no se puede vivir de ellos. Soñar no cuesta nada, pero la vida si tiene un precio y no se paga con sueños absurdos. Yo decidí reprimir mis sueños, eliminarlos para poder enfocarme en lo seguro. El futuro de mi vida depende mí y de mis padres. Mi vida es la de ellos y no los debo decepcionar, tengo que ser una chica correcta y enfocada. Para muchos soy una aburrida de la vida, pero para mí simplemente soy una chica madura que sabe lo que debe hacer.
Son las 23:20hs de la noche y en diez minutos debo apagar el celular porque debo dormir. La distribución del tiempo es importantísima, por eso en casa tenemos programado todo; hay tiempo para comer, para usar la tele, el celular, salir de compras, tiempo para estudiar, tiempo para estar en familia, etc. El tiempo permitido para el uso del teléfono es de una hora por la mañana, por la tarde y por la noche. Mi horario en la noche es de 22:30hs a 23:30hs, justo donde comienza el horario de irse a dormir.
Estoy acostada leyendo las partituras de una canción que debo presentar mañana para la exposición de la clase de piano. En la parte superior de la pantalla veo que me llega una notificación de WhatsApp a la cual no doy importancia. Pero en apenas tres minutos tenía más de diez mensajes, poco habitual para mí. Cierro la pestaña de las partituras, entro en las notificaciones de WhatsApp y al parecer me agregaron a uno de esos estúpidos grupos de personas donde solo pierden el tiempo hablando idioteces.
Chat grupal
—+54 11 5684 5495 (Morena): Hola Eze y Pau. ¿Cómo los agendo?
—+54 11 6745 3254 (Paula): Como Paula o Pau. Me da lo mismo.
— +54 11 4763 5214 (Eze): Como Ezequiel esta bien o Eze. Mejor Ezequiel. Va, como quieras jajaja.
—Lucas: A mi agendame como Lucas. Y bueno Morena, me descubriste. Todo esto es una exucusa porque estoy enamorado de vos Jajaja.
—+54 11 6745 3254 (Paula): No pasaron ni cinco minutos que ya se armo una pareja jajaja. Ezequiel, qué te parece si vos y yo jajaja.
Como lo pensaba era uno de esos grupos, simplemente los Ignoré y seguí con mi lectura de partituras. Cuando no hablen voy salir. Lucas me cae bien, nos conocimos de un manera bastante particular; puedo considerarlo un amigo. Entiendo que quiera compartir un grupo conmigo, pero no puedo. Aun así, mi tiempo para usar el celular se acabó. Mañana voy a abandonar el grupo.
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Éramos Especiales (COMPLETA Y EDITADA)
Подростковая литература¿Qué pasaría si unimos en un mismo grupo de WhatsApp a un conjunto de adolescentes que no se conocen en absoluto y tienen problemáticas distintas? Lucas es un chico alegre, extrovertido, positivo e inteligente; es el ideal de lo que cualquier padr...