-¿Has oído las noticias? -preguntó lord Henry
aquella noche a Hallward cuando un camarero lo
hizo entrar en el pequeño reservado del Bristol don-
de estaba preparada una cena para tres.
-No -respondió el artista, entregando sombrero y
abrigo al camarero, quien procedió a hacerle una
reverencia-. ¿De qué se trata? Nada que tenga que
ver con la política, espero. No me interesa. Apenas
hay una sola persona en la Cámara de los Comunes
que se merezca un retrato, aunque muchos de ellos
mejorarían blanqueándolos un poco.
-Dorian Gray se ha prometido -dijo lord Henry,
examinando atentamente a su amigo mientras
hablaba.
Hallward se sobresaltó y luego frunció el entrece-
jo.
-¡Dorian prometido! -exclamó-. ¡Imposible!
-Es absolutamente cierto.
-¿Con quién?
-Con una actricilla de poco más o menos.
-No me lo puedo creer. Dorian es demasiado sen-
sato. -Dorian es demasiado prudente para no hacer
alguna tontería de cuando en cuando, mi querido
Basil.
-Casarse es una cosa que difícilmente se puede
hacer de cuando en cuando, Harry.
-Excepto en los Estados Unidos -replicó lángui-
damente lord Henry-. Pero yo no he dicho que se
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El retrato de Dorian Gray - Oscar Wilde
Classics- ¿Que es el arte?- preguntó ella. -Una enfermedad. -¿Y el amor? -Una ilusión. -¿La religión? -Lo que sustituye elegantemente a la fe. -Eres un escéptico. -¡Nunca! El escepticismo es el comienzo de la fe. -¿Qué eres entonces? -Definir es limitar. ...