Capítulo 8

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Era más de mediodía cuando se despertó. Su

ayuda de cámara había entrado varias veces de

puntillas en la habitación, preguntándose qué hacía

dormir hasta tan tarde a su amo. Dorian tocó final-

mente la campanilla, y Víctor apareció sin hacer

ruido con una taza de té y un montón de cartas en

una bandejita de porcelana de Sévres. Luego des-

corrió las cortinas de satén color oliva, con forro azul

irisado, que cubrían las tres altas ventanas de la

alcoba.

-El señor ha dormido muy bien esta noche -dijo,

sonriendo.

-¿Qué hora es, Víctor? -preguntó Dorian, todavía

medio despierto.

-La una y cuarto, señor.

¡Qué tarde ya! Se sentó en la cama y, después de

tomar unos sorbos de té, se ocupó del correo. Una

de las cartas era de lord Henry, y la habían traído a


mano por la mañana. Dorian vaciló un momento y

luego terminó por apartarla. Las demás las abrió

distraídamente. Contenían la usual colección de

tarjetas, invitaciones para cenar, entradas para ex-

posiciones privadas, programas de conciertos con

fines benéficos y otras cosas parecidas que llueven

todas las mañanas sobre los jóvenes de la buena

sociedad durante la temporada. Había también una

factura considerable por un juego de utensilios de

aseo Luis XV de plata repujada, factura que Dorian

El retrato de Dorian Gray  - Oscar WildeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora