Capítulo 13

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Dorian salió de la habitación y empezó a subir,

seguido muy de cerca por Basil Hallward. Camina-

ban sin hacer ruido, como se hace instintivamente

de noche. La lámpara arrojaba sombras fantásticas

sobre la pared y la escalera. El viento, que empeza-

ba a levantarse, hacía tabletear algunas ventanas.

Cuando alcanzaron el descansillo del ático, Dorian

dejó la lámpara en el suelo y, sacando la llave, la

introdujo en la cerradura.


-¿De verdad quieres saberlo, Basil? -le preguntó

en voz baja.

-Sí.

-No te imaginas cuánto me alegro -respondió,

sonriendo. Luego añadió, con cierta violencia-: eres

la única persona en el mundo que tiene derecho a

saberlo todo de mí. Estás más estrechamente ligado

a mi vida de lo que crees -luego, recogiendo la

lámpara, abrió la puerta y entró en la antigua sala

de juegos. Una corriente de aire frío los asaltó, y la

lámpara emitió por unos instantes una llama de

turbio color naranja. Dorian Gray se estremeció-.

Cierra la puerta -le susurró a Basil, mientras coloca-

ba la lámpara sobre la mesa.

Hallward miró a su alrededor, desconcertado. Se

diría que aquella habitación llevaba años sin usarse.

Un descolorido tapiz flamenco, un cuadro detrás de

una cortina, un antiguo cassone italiano, y una li-

brería casi vacía era todo lo que parecía encerrar,

El retrato de Dorian Gray  - Oscar WildeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora