Capítulo Diecinueve: Tara

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– Hora de ir a Times Square. Llévame hacia Tara –ordené sacando a Xander de mi mochila.

– No creo que sea necesario, cielo –dijo una señora apoyada en una puerta.

Vestía con una camiseta con una equis estampada, unos jeans y unas zapatillas. Su cabello era rubio y sus ojos violetas. Su sonrisa transmitía felicidad y alegría, y sus ojos brillaban con optimismo y esperanza.

– Hola, Tara –dije. Ella se acercó y me abrazó. Algo extrañada, acepté su abrazo y me apoyé en su hombro.

– Alette, estás bien –dijo ella. Yo asentí algo confundida y sonreí. No estaba nada mal que alguien se preocupase por mí. Se sentía bien, como si fuese familia.

– Tara, lo estoy. ¿Tenés alguna idea de dónde puede estar la guarida de mi enemigo? –le pregunté.

– Directa, me gusta –dijo separándose de mí y apoyando sus manos en mis hombros.

– Hola de nuevo, Cooper –saludó Carter.

– ¡Car, estás tan grande! Y supongo que ustedes son los hijos de July –dijo ella, mirando a Gemma y Nicholas en lo último. Ellos asintieron y ella les besó la mejilla.

– Rico perfume –la halagó Gemma. 

Ella sonrió y empezó a caminar. Por lógica, la seguí. Mi equipo venía atrás, hablando entre ellos, así que me adelanté para hablar con nuestra acompañante.

– Tara, ¿tenés respuestas para mi pregunta? –le pregunté.

– Ver el futuro es de lo peor. Tengo algunas ideas, pero hasta que consigas los guantes y la pulsera no te recomiendo ir. Lindo artefacto, aunque creí que Gemma era la de las máquinas –dijo ella.

– Lo es, yo solo tuve cuatro inventos ingeniosos y los conseguí solo gracias a los aretes –le conté. Ella rió y yo me le uní.

– Igual, supongo que no totalmente. Los planes de la batalla han de haber sido tuyos. ¿Cómo ves Nueva York? –preguntó Tara.

– Aún no vi nada, pero escuché que es fantástico –respondí buscando mi cámara en la mochila. Cuando la encontré, me la colgué al cuello y busqué a los chicos con la mirada.

– Son buenos chicos, Alette. ¿Segura que querés saber dónde está tu familia? Será bastante peligroso ir a buscarlos –me advirtió Tara.

– Tengo una ventaja igual, Tara. Yo sé sus poderes especiales, él no sabe los míos –le conté.

– Y teniendo en cuenta tu segundo poder especial, tenés la victoria casi conseguida. Pero el truco es hacer que no se entere, Alette. Sería peligroso que lo supiera –dijo ella.

– Tara, te tengo una pregunta. ¿Por qué Nueva York? Podrías seguir en el Reino Mágico, o haberte mudado a algún lugar más mágico, como Tailandia o Turquía. ¿Por qué Times Square? –Tara dejó de caminar y se giró hacia mí.

– Les voy a enseñar por qué. ¡Chicos, vamos a hacer una parada antes! –gritó Tara.

– ¿A qué te dedicas acá en Nueva York? –pregunté.

– ¿Yo? Soy profesora de literatura. Siempre amé los libros, así fue como me encontré a Xander –dijo recordando.

– ¿Profesora? Me esperaba algo más emocionante –le comenté.

– Escribo también. Deberías probar, es bastante divertido. En especial si tenés buenas historias que contar –me recomendó.

– Lo voy a pensar –dije sonriente. Acomodé mi mochila en mis hombros y los chicos se acercaron a nosotras.

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