Capítulo Dos: Revelaciones

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Jackson era como los chicos que acostumbraba a ver. Más bajo que yo por poco, uno o dos centímetros a lo sumo. Cabello dorado bien peinado y ojos verdes hechizantes. Llevaba Vans negras, jeans, una camiseta con la leyenda «Hollister Company» y un buzo Abercrombie color vino. En conclusión, todo un chico adinerado. Tampoco que yo pudiera hablar, hasta hace una semana llevaba una vida similar.

— Soy Alette —me presenté, regalándole una sonrisa casi imperceptible. Él se acomodó en la silla de al lado y me sonrió también.

— ¿Nueva en la ciudad? Si necesitas algo, puedes ir a buscarme a la Torre Le Parc, solo di Jackson Magné en recepción —me ofreció. ¿Me dio su dirección, nombre y apellido? Este chico no sabe lo que es la seguridad.

— Lo tendré en cuenta. Gracias, Jackson. —Mi libro se movió en la mochila ocasionando que Jackson bajará la vista a ella, por lo que la aprisioné entre mis botas y sonreí inocente.

— Un gusto conocerte, Alette —dijo. Sonrió, besó mi mejilla y se fue. Alcé una ceja en su dirección cuando ya había atravesado la puerta del lugar.

— Eso fue raro —dije antes de volver a sacar al libro de mi mochila.

— ¿Se fue el muchacho? Me alegro. Es guapo; ¿no crees, Elegida? —me preguntó. Podía jurar que las hojas se arrugaron simulando un movimiento de cejas.

— Bueno, sí. Está bueno, pero también es extraño. ¿Solo vino a decirme su nombre, apellido y dirección? ¿Es que no conoce la privacidad? ¿Para qué me diría todo eso? Qué tipo raro —dije.

— La verdad que sí. Aunque, teniendo en cuenta que he conocido a chicos más extraños que él en mis cinco mil años de vida, no me sorprende. Quizás le atraes y quería hablar contigo, pero se puso nervioso y se fue, no sin antes darte la opción de buscarlo —propuso el libro.

— No creo —contesté, tomando un sorbo de mi limonada—. Y es por esta bebida milagrosa que vengo a este lugar —agregué, exagerando y cambiando de tema mientras miraba mi limonada como si fuera la cosa más deliciosa del mundo. Y lo era.

— Ya, ya. Te aseguro que la de frutilla es mejor, o eso dijo la última Elegida. Oh, ellos... Como sea, ahora la Elegida eres tú.

— A eso quería llegar, gracias. ¿Querés explicarme lo de la Elegida? —le pedí. El libro soltó un suspiro. Rebobinemos, ¿el libro soltó un suspiro? Cada día me sorprendo más. Seguí bebiendo de mi limonada con tranquilidad.

— Alette, ¿qué es lo que no comprendes? Eres La Elegida y tu misión es salvar al mundo.

Escupí toda mi limonada al escucharlo, realmente sorprendida. Abrí los ojos más de lo normal y me lo quedé mirando atónita. Agarré una servilleta y me limpié las gotas de limonada que me cayeron encima. De seguro entendí algo distinto a lo que dijo. Sí, eso debe ser.

—Creo que te escuché mal, ¿podrías repetirlo? —le pedí.

— No es tan difícil de entender. Te nombré La Elegida, así que es momento de que te pongas las botas y empieces a ocuparte de tu tarea, que es salvar a la humanidad.

 Te nombré La Elegida, así que es momento de que te pongas las botas y empieces a ocuparte de tu tarea, que es salvar a la humanidad

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¿Qué opinan de Jackson? 

Última pregunta (por los recuerdos, @mireiagur): ¿Les gusta la limonada? ¡Respondan en los comentarios!

¡Nos leemos!

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