1 - Amigos nocturnos

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–S..Soraru-san... no creo que sea bueno caminar en los pasillos de noche... –murmuró Mafu.

El albino cerró la puerta de su habitación con cuidado de no hacer ruido, el príncipe había ido a buscarlo hasta ese sitio para presentarle a sus amigos.

–¿Tienes miedo? –preguntó mientras le encendía fuego a una vela.

–U..un poco...

–¿A qué le tienes miedo?

–¿Uh?

–¿A qué le tienes miedo? Entiendo que... es gente muerta, pero son mis amigos y no van a asustarte –Soraru hizo una pausa y luego rio –A menos que quieran divertirse..

–Eso... no me tranquiliza mucho.

No lo decía completamente en serio, Mafu sentía que el príncipe lo protegería si sus amigos querían hacerle algún daño a pesar de que los deberes estaban designados al revés, el menor había sido avisado del peligro que corría el príncipe y cuando llegara a la edad de los doce años su entrenamiento comenzaría.

Faltaban sólo dos años para eso, pasarían volando... y le preocupaba eso bastante. "¿Tendré que matar?" "¿Y si me corto con la espada?" "¿Por qué debo arriesgar mi vida por la de otro?" Eran preguntas que se formulaban en su cabeza, pero cuando lo pensaba mejor, Soraru era una buena persona y estaría dispuesto a pelear por él.

–Veamos... ¿a quién podría presentarte a éstas horas? –dijo Soraru.

–¿Es muy tarde?

–No, no, es muy temprano. Hm... ¿quien era madrugador? Oh, Junko despierta temprano.

–¿Qui... quién es Junko?

–Era la dama de compañía de mi abuela, que en paz descanse, Junko es muy bella... ella suele aparecer en la biblioteca, vamos.

El príncipe sostuvo la pálida y debil mano de Mafu, quien solo se dejó llevar y trató de controlar su miedo.

Cruzaron pasillo tras pasillo tras pasillo, para el plebeyo el castillo era distinto de cuando era de día. Sin embargo, para Soraru solo era otra rutina.

Mafu no sabía donde quedaba exactamente la biblioteca ya que al dar dos vueltas se perdió de inmediato, pero no importaba pues ya se encontraban en el sitio.

–Esto es aterrador... –murmuró Mafu, sus piernas no dejaban de temblar.

–No te asustes, todo está bien. Junko era muy buena, vas a caerle muy bien.

Mafu sonrió timidamente, esperaba que fuera así, no quería ser espantado por un fantasma.

Soraru lo guió por la biblioteca hasta que llegaron a un sitio con mesas y sillas para sentarse a leer, en la pared del fondo estaba el cuadro de dos chicas; una de ellas con un vestido azul con detalles de encaje y una delicada tiara sobre su cabeza, a su lado otra chica más baja que la primera, su vestido era de colores opacos pero eso no le quitaba su belleza nata. Ambas sonreían y estaban tomadas de la mano de forma amistosa.

–Eran buenas amigas.. –comentó Mafu.

–Si que lo eran –respondió Sorar

–¿La conociste?

–No, uhm... ¿Junko, ya despertaste?

Mafu volteó hacia la dirección del chico esperando ver lo que él veía pero... simplemente no pudo.

–Oh, estás aquí, quería presentarte a Mafu –guardó silencio –No, el no puede verte tampoco –Otro silencio –yo le diré lo que quieras decirle.

El albino se giró por completo hacia Soraru prestando atención.

–Te está saludando ah, y dice que eres muy lindo.

Mafu se ruborizó un poco y sonrió agitando la mano saludándo al aire.

–Mu..muchas gracias, señorita Junko.

–Hehe, se está riendo, dice que no es una señorita.

–¿Oh?

–Tiene 42 años.

–¡Ah! Lo siento..

–"No tienes que preocuparte, ¿cómo te trata Soraru?" dice.

–Eso... Soraru-san es una muy buena persona, le quiero mucho... le agradezco mucho el haberme salvado.

Soraru sonrió ante la respuesta de su aconpañante, esperaba que se quejara de que lo había sacado de si cuarto para ir hasta allá.

–¿Eh? ¿Pero por qué? –silencio –Está bien... creo que tienes razón, debe tener sueño.

–¿Qué te dijo Junko?

–Que deberíamos dormir.. te vez cansado –sonrió –entonces, ¡nos vamos~!

Caminaron hacia la salida, abrieron la puerta con cuidado y se asomaron antes de salir, al no encontrar a nadie salieron despreocupados pero chocaron contra alguien.

Ambos gritaron aterrados, Mafu se asustó a tal grado que se calló al suelo.

–¡M-Mafu!

–Mafu-kun, sólo soy yo –dijo la misma sirvienta a la que Soraru había consultado días anteriores, tambien era quien cuidaba de Mafu como si de su hijo se tratase.

–Ah.. ah... me dio un buen susto, señorita Yakko... –dijo el albino levantándose.

–Lo mismo digo, ¿no deberían estar durmiendo?

–¡E..este...!

–Fuimos a saludar a Junko, es mi amiga –explicó Soraru directamente, la sirvienta suspiró.

–Bien, pero ahora deben dormir ¿ok?

–Voy a llevar a Mafu a su cuarto, luego dormiré.

–De acuerdo, tengan buena noche.

Los dos niños se retiraron del sitio juntos recorriendo el mismo camino de regreso a la habitación del menor, Soraru estaba avergonzado de contarle a la sirvienta sobre sus amigos, él sabia que no le creía.

Pero estando al lado de Mafu su enojo disminuía considerablemente, era un buen acompañante para alguien como él.

Una vez llegaron a la habitación, Mafu le agradecío al príncipe por el paseo y este sin pensarlo le dio un beso en la frente, sorprendiendo a ambos.

–¿Q..que fue eso?

–Un beso... de buenas noches... ¡o..olvídalo! Descansa, Mafu.

–Descanse, Soraru-san.

[Beta ver.] Buscando el CieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora