Carta 1: Declaración

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Maléfica:

No he pasado mucho tiempo siendo humano, así que espero que los garabatos que me has enseñado a a hacer y he tratado de aprender incluso por mi lado te resulten comprensibles. No pensaba que las palabras fueran tan hermosas hasta que vi lo que un lord hizo con ellas. Estaba sentado en una torre y escribía letras mientras se tomaba el cabello una y otra vez, me quedé mirándolo por varias horas, cuando algo no le gustaba en el pergamino lo rompía y continuaba con uno nuevo. Debo decir que al inicio pensaba que era una tontería que pasara tanto tiempo garabateando mientras la frustración le dominaba, no se por qué te cuento esto seguramente no te importa saber que hacen los humanos fuera del páramo a excepción de ese tal Stefan, no me molesta seguirlo para nada, tan solo siento que le odio a pesar de no conocerle lo suficiente. Se nota que desprecia al páramo como ningún otro. Jamás te he preguntado que hizo para ganarse tu odio pero presiento que la respuesta no me agradará.

Vi como ese Lord rompió y lloró al escribir, exageraba en mi humilde opinión de ave, pero mi curiosidad ganó y no pude dejar de seguirlo hasta que ese pergamino cayó en manos de una hermosa dama, no tanto como tu, ella era menos que común comparada contigo que bien podrías ser llamada el esplendor del páramo. La mujer leyó lo que el hombre había escrito y una sonrisa iluminó su rostro, la vi arrojarse a los brazos del autor, imaginarás mi sorpresa al ver que poder tienen las palabras escritas, entonces supe que a esas cosas se les llama cartas. ¿Sabes qué son? ¿Te han escrito alguna? los humanos dicen que son para decir cosas que en persona no puedes hacerlo y como los pensamientos que tengo en mi emplumada cabeza quizá no son bien recibidos por ti decidí hacerte una carta. Quizá no puedo nombrarte las mil y un flores con las que aquel escritor comparó a la dama ni puedo entender la mitad de las metáforas que usó para decirle que la anhelaba como suya. Los cuervos somos criaturas que solo tenemos una pareja de por vida y siendo sincero no he tenido reportes de alguno que se hubiera enamorado de una hembra diferente a nuestra especie, en especial de un hada. 

Me convertí en humano el mismo día que caí por primera vez en una trampa. Anteriormente había lidiado con granjeros que deseaban cazarme para mantenerme alejado de tus cultivos, te diré que vi a varios de mi misma clase ser muertos por "robar" un poco de maíz. Nos dicen ladrones porque tomamos lo que ellos siembran, pero a decir verdad se olvidan de que nosotros no tenemos manos para arrastrar el arado ni el tamaño necesario para cuidar los cultivos, también se les olvidó que nosotros no entendemos de propiedad. 

Tu entendías eso porque venías del Páramo y confío en que por eso mismo me salvaste. Debo decir que en el principio me sentí turbado por tu presencia, no había visto un hada nunca y jamás pensé conocerla hasta el extraño y fantástico día en el que me topé contigo. Me salvaste de la muerte y eso es algo que los cuervos valoramos aunque no seamos las criaturas más hermosas que zurcan el cielo. Somos inteligente, si, puedes verlo tu misma en esta carta, aprendo rápido y creo que para ser la primera no esta tan mal. 

No me preguntes cuando me di cuenta de que estaba enamorado de ti, quizá fue el mismo momento en que me salvaste y dijiste que sería tus nuevas alas o tal vez cuando me mandaste al reino de los hombres para saber de Stefan o cuando me llevaste al páramo. No podría decir con exactitud cuando fue que al mirar a las estrellas comencé a verte a ti en cada una de ellas, cuando pensé en aletear delante de ti para decirte que era un digno compañero, tal idea ya la he desechado puesto que no eres una hembra cuervo, pero ningún plumaje es tan hermoso como tu cabello que ahora tengo tantas ganas de acariciar ni con otra hembra desearía crear un nido en algún lugar recóndito. 

Decidí hacerte una carta porque no sabía como decirte que estoy enamorado de ti, no sabes el temor que siento cuando te enojas, por ejemplo aquella vez donde cerraste por completo el páramo con espinos y te nombraste reina, quizá no lo admitiré nunca pero verte haciendo una muralla que crecía y crecía me hacía querer escapar, pero no lo hice en parte porque me petrifiqué de miedo. No malinterpretes mis palabras, temo a toda clase de magia porque no la comprendo, a ti jamás te tedría miedo puesto que no eres un monstruo como muchos humanos son. Tu debes de entender de monstruos mejor que nadie, cada mañana me envías a vigilar a uno que vive entre lujos y lleva una corona aunque no la merezca. 

Ahora ya sabes que te amo, quizá lo sospechabas desde antes pero si no ahora lo sabes. Amo cuando sonríes e incluso cuando estas triste y me partes el alma. Sonrío cada que te observo caminar por la orilla del río y a la luz de la luna. Cuando lo haces las estrellas pierden brillo y a pesar de lo oscuro de tus vestimentas puedo ver como aun hay algo de bondad dentro de ti aunque trates de ocultarla ¿Crees que no me doy cuenta? Lo hago pero jamás te lo digo, como tampoco te he dicho que cuando lloras solo puedo aspirar a limpiar tus lágrimas desde lejos quisiera acercarme pero eres tan esquiva que... bueno, me da más miedo perderme de tu lado que ser atravesado por las espinas que has puesto como barrera en el páramo. 

Cada que te miro es como comer el más tierno maíz de la cosecha hasta reventar, como caer en picada por vez primera y a la vez como ser atravesado por los rayos del sol sin morir, es doloroso a veces pero es una sensación casi divina, no puedo creer que jamás supe de ella hasta ahora, quizá porque un amor así solo puede caber en un cuerpo más grande que el emplumado que tenía. Es increíble el amor, y tu me diste esta nueva experiencia (otro motivo para agradecerte y servirte). 

Ahora que te he declarado el estar enamorado de ti, he pensado que es mejor deshacerme cuanto antes de esta carta antes de que llegue a tus manos. Si, eso es lo mejor. 

Por siempre tus alas, Diaval. 

Cartas a MaléficaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora