Carta 16: Sobre el amor verdadero

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Querida Maléfica:

Quién habría de decirlo. Quién habría de pensar que el amor verdadero no viene en un príncipe vestido de azul por el que las doncellas suspiran. Quién habría dicho que lo más racional y lógico era la respuesta a nuestras plegarias. Lo más pequeño siempre tiende a ser la respuesta a todo y ni yo mismo lo vi; no es amor un sentimiento que consume o que brota en la juventud, el amor no es el canto de Aurora sobre un príncipe en sueños ni el vivieron felices por siempre. 

Tantos años, y ahora lo veo de forma clara, tanto tiempo enamorado y sin saber qué era el amor, aferrándonos al mito clásico de la doncella ilusionada perdimos de vista lo que es verdaderamente el sentimiento capaz de romper cualquier hechizo. El amor no es la brisa que llega en verano y se va en invierno, ni la carta que ofrece el escritor o la zapatilla perdida en un baile por casualidad que reúne a dos jovenes que nunca antes se han visto. Y ahora me río porque he sido un estúpido al dudar y al no voltear a lo evidente. 

Amor son las canciones que le cantaba a Aurora y las ojeras que siempre tenía cuando ella no dormía o estaba enferma. Era el cuidado que ponías en ella cuando iba a caer de riscos y árboles; la mirada de cautela que siempre le diste a los animales salvajes para que no la lastimaran, amor era incluso la comida mal hecha de las ilustres y torpes hadas. Todo eso era amor, uno que nacía desde el fondo de nosotros para Aurora sin pedir o querer algo a cambio. 

Amor no es fuego, es el hielo de tu mirada y de tu indiferencia, el amor es la paciencia, la espera y la calma que brota cuando estás cerca de la persona amada, es dejar todo por ella sin ningún beneficio, sin esperar o buscar, fue todo lo que te di pero que al mismo tiempo le di a Aurora, un amor diferente para ambas pero del mismo calibre, uno que llamo: verdadero. Era lógico imaginar que no hay amor más puro que el de una madre o el de un padre, ese amor consumió a la reina Flor y ese amor fue el que te hizo darle un beso a nuestra Aurora, en ese solo beso no solo estabas tú, estaba el dolor que guardabas, las lágrimas que derramaste, las mil acciones de mi parte y de parte de todos para protegerla, en ese beso iba todo el poder para despertarla y vencer al odio. Aurora lo supo siempre, esa hada madrina de grandes y poderosas alas era la madre que nunca tuvo y esa bruja del páramo que estaba destinada a ser la malvada se volvió una heroína, todo por amor, amor para su hija, para el páramo y para sí misma. 

Convertirme en dragn fue la experiencia más extraña de mi existencia y sin embargo me encantó pelear a tu lado luego de que recuperaramos a Aurora, debo decir que te veáias hermosa de nuevo con tus alas, auqnue eso signifique que ya no necesitarás de mis servicios. Aún después de esa mítica pelea que no dudo pase a la historia, debo escribir esta, mi última carta como un agradecimiento personal. 

Había una vez una reina que vivía en un páramo, una reina que un día amó y fue traicionada; todo su dolor fue en contra de una niña que más tarde, al crecer, le enseñó qué era el amor y fue capaz de volver a enmendar su corazón. 

Quizá ese cuento no mencione a un cuervo que espió o que cuidó de la Bella Durmiente, pero mientras tú y Aurora me recuerden me sentiré satisfecho. Gracias Maléfica, por salvarme ese día y por mostrarme esta bella historia, una llena de príncipes, villanos y una cosa tan extraña llamada amor. Siempre te amaré Maléfica, y aunque no me ames, no dudes que este amor es verdadero, no un producto de la primavera, ni un beso a los diescisiete años. Este amor es tan fuerte como tus alas y como el viento, imposible de terminarse y si fuera un beso sería uno parecido a una galaxia que explota. Si no me amas Maléfica, al menos recuerda que hubo alguien capaz de arriesgar su vida por ti, de perderse por ti, de hacer cualquier cosa por ti... Piensa que en algún lugar en el mundo yace un cuervo de nombre Diaval que te ama aún más que en los cuentos, ten una feliz vida. 

Por siempre tus alas, Diaval 

PD: ADIOS 

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