Carta 10: Sobre el paso de los años

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Querida Maléfica: 

Los años han pasado como tragos de vino dulce y como hojas que caen de los árboles en otoño. Mis plegarias no han sido escuchadas como tampoco lo ha sido mi canto de amor. Los años nos endurecen a todos pero sobre todo a mi y me pregunto si estoy envejeciendo o es solo la madurez que viene con el paso del tiempo. Hace quince años que te sirvo y no noto cambios del pasado al ahora: sigues sin escuchar, pretendiendo que los sentimientos se han ahogado dentro de ti y esperando que tu maldición se cumpla. Yo sigo enamorado y preguntándome si alguna vez mis graznidos de amor podrán atravesar esa barrera que cubre tu corazón. 

Ya no soy el joven cuervo que te escribía poemas apasionadamente, porque hace tanto tiempo que me resigné al hecho de que nunca podrás ser mia. Mi corazón se ha marchitado siendo su única alegría la joven que corre en las praderas y a quien comparo con la salida del sol porque realmente ella ilumina los días. Quizá si hemos cambiado después de todo y eso podemos comprobarlo en la bella y dulce Aurora. Ha crecido tanto que ahora ya puede leerme las historias que antes le contaba y saltar la cuerda sin caerse además de prepararse ella misma un plato de avena en vista de que esas pobres e ilustres hadas jamás supieron qué darle de comer. Nuestro pequeño milagro vive, su cabello ha crecido al igual que su bondad y se ha desvanecido incluso por un tiempo la sombra de la muerte que la asecha, dulce y amada es nuestra Aurora aunque debo decirte que es más mía que tuya; pocas fueron las veces que la cargaste aunque siempre estuviste ahí, yo la mecí entre mis brazos y la arrullé en su cuna hasta que tu me prohibiste mostrarme ante ella como humano, dudo que ella recuerde mi rostro y ahora que falta menos tiempo para perderla debo decir que siento el horror que Stephan no siente por su hija y la tristeza que a la pobre de la reina Flor sumergió en la locura. 

¿Alguna vez se acabarán las penas? En los libros de cuentos se menciona el felices para siempre, pero no pensaba que los hombres lo incluían porque en la vida real ese lema no existe, no dudo que cuando Stephan te entregó su corazón, la luna y las estrellas pensabas en que existiría ¿Cuántos años tenías cuando le entregaste tu corazón? La edad de Aurora más o menos, vivías ilusionada con el amor de los príncipes hacia sus princesas, esa misma ilusión que me mantuvo enamorado cuando recién era un joven cuervo, pero he madurado Maléfica. 

Más de diez años endurecen a cualquiera y mil veces estuve a punto de quemar las cartas que te he escrito, más de mil veces quise volar lejos para no tener que verte, ver como se desvanecía lo que más amaba en la pena y en el dulce pero mortal aroma de venganza. Él te traicionó, no nuestra dulce Aurora, él te partió el corazón pero yo traté de repararlo, quizá deban pasar cien años más para que éste sane por completo o para que se hunda para siempre en el rencor, ese día he de morir, Maléfica, el cruel día donde tu corazón se convierta por completo en piedra y pierda a Aurora para siempre y déjame decirte que no pensaba que realmente llegáramos a tanto. Pensé que te desharías de mí, que revocarías el hechizo en unos cuantos años, pero me he equivocado al igual que tú y que todos en este reino lleno de miseria; las malas desiciones han llevado los cuentos de hadas al exterminio y han dejado la felicidad y la magia de un lado mientras se juega un juego de poder que nadie va a ganar, todos morirán antes de que la magia se vaya para siempre.... El hombre y sus hermanos son más dignos de llamarse bestias que los habitantes del páramo. Destruyen la belleza, corrompen todo lo que tocan y ahora no se que pensar porque gracias a ti soy medio hombre ¿Acaso me he transformado ya en uno? ¿Acaso desde antes ya era uno de ellos? 

Las dudas y los secretos que han prevalecido por más de diez años me corroen pero sigo en pie, esperando mientras el tiempo pasa, rezando a la tierra e inclinándome antes las deidades que posiblemente nunca existieron, rogando... Por tí, por mi, por Aurora mientras lloro por el tenue paso de los años 


Por siempre tus alas, Diaval. 

Cartas a MaléficaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora