Carta 9: Sobre el amante despechado

1.4K 197 16
                                    

Querida Maléfica:

No estoy ebrio. 

Pude haberme caído de un árbol y estrellado con una torre, pero eso no me convierte en una persona ebria. No sé que tiene el alcohol, pero es como las medicinas que hacen soñar y te nublan el sueño. Oí a un hada decir que el licor es uno delos males del hombre, pero no puede ser tan malo cuando el dolor se disipa y comienza la adrenalina, un sueño donde todo es posible. Ahí no hay ni reyes ni páramo, solo existo yo con las mil y unas razones para seguir bebiendo y tu eres la principal de ellas. 

Tampoco estoy despechado, decir que lo estoy es hacerme menos y herir mi orgullo y los cuervos no lo hacemos, por ende no notarás el dolor que recorre cada una de mis plumas ni te responderé con palabras cargadas de ira de tristeza; no notarás que mi sonrisa será falsa ni que lucho para no irme hacia abajo, donde yacen los amantes que aceptan estar despechados y han llegado a clavarse un puñal por un amor no correspondido; quizá no soy ni mejor o peor que ellos, pero no soy tan humano, Maléfica. No aún. 

¿Cuántos hombres han caído al vacío por tí? Porque no creo ser el primero ¿Cuántos se han destruido dándote su amor mientras tú los pisoteas? quizá más de los que quiero contar. Maldigo al cielo porque no me permitió morir a manos de ese sembrador, porque quizá habría terminado con mi vida pero me evitaría este sufrimiento que lleva tu nombre. 

Yo no nací para autocompadecerme, y sin embargo ahora lo hago porque nadie merece el dolor que yo padezco, amar sin ser amado, confiar cuando los secretos no atraviesan tus labios, esperar una señal y esperanza que nunca vendrá, porque el amor es así; un niño caprichoso que hiere con flechas que te consumen por dentro. Y sigo hablando sin sentido porque mi mente se vuelve tan decrépita como mi corazón. 

Si fuera humano ya me habría ido al fondo. Pero no lo soy, mi lengua con sabor a fruta fermentada canta palabras sin sentido, por qué habrían de tenerlo en un mundo de guerra donde estoy tan solo en medio. Quizá deba renunciar, la mujer de larga cabellera negra me ha mirado y sé que le encantaría que la pretendiera, ¿es eso lo que debo hacer?¿Engañar a la cabeza con alcohol y a mi corazón con alguien más? Eso hacen los amantes despechados ¿no? Podría renunciar simplemente e intentar tenerte odio. 

¿Por qué sería imposible odiarte? Si hay tantas razones pata hacerlo: Aurora, la guerra, tu desprecio, la maldad que asoma por tus ojos cuando piensas en Stephan... Y sin embargo me encuentro en mi propio abismo, golpeándome en la cabeza y cayéndome en las calles, riéndo y maldiciendo por igual, cansado de intentar odiarte porque es imposible cuando te amo tanto. 

Y sigo aquí, pensando que soy humano, creyéndome feliz e invencible cuando solo soy un amante despechado. 

Por siempre tus alas, Diaval. 

Cartas a MaléficaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora