Carta 8: Sobre sueños y deseos

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Querida Maléfica 

Hoy Aurora me contó uno de sus sueños. Estábamos jugando en la barrera que hay entre el mundo humano y el páramo, cómo recuerdo aquellas épocas donde aún no podía caminar y lloraba en su cuna buscando los brazos que la arrullaban. En esas ocasiones la cargaba siendo humano y la llevaba afuera para mirar las estrellas, le contaba los mitos de la reina Cassiopeia, con su trono de cabeza, de la bella Andrómeda encadenada en el cielo y de Hércules derrotando a un León, cuando le hablaba y la mecía, la dulce Aurora cerraba los ojos y se dormía usando como almohada mi pecho. Esos días quedan con rapidez en el pasado, ahora ya recita de memoria los cuentos y  canta conmigo mientras los pájaros nos hacen coro y por las noches duerme tranquila soñando con palacios de oro y dulce. 

Me ha dicho que ha soñado con su hada madrina, una sombra que siempre ha visto desde niña, con túnica larga y una mirada penetrante y orgullosa. Parece que recuerda las veces en las que trataste de asustarla en vano. Al parecer tu belleza mitiga lo terrorífica que puedes llegar a ser a veces y Aurora es capaz de ver a través de ti para mirar a ese ser hermoso que aún vive dentro de tu pecho y que tu siempre escondes. 

¿Las hadas sueñas, Maléfica? Los cuervos lo hacemos, pero las palomas no, ellas hablan pero su lengua no es tan entendible y se basa más en necesidades que en sentimientos, no son muy inteligentes como habrás notado. No digo que los cuervos seamos los mejores lingüistas del reino animal pero entre la naturaleza hay diferencias marcadas... Entre ellas el hecho de que los cuervos seamos más listos, aunque es un tanto extraño que aún así los humanos nos prefieran alimentar a una boba paloma... De nuevo me desvío del tema principal. Lo siento, pero a veces desde que soy más grande, es como si mi cabeza pensara en cosas en las que jamás había pensado, como en esas noches en las que me levanto para recordar aquello que he soñado. 

Cuando era cuervo soñaba con moras dulces y una cascada donde los hombres no tenían cabida, ahora sueño con que surco los cielos que extraño y que voy hacia arriba a un lugar donde viven las estrellas... ¿Alguna vez has soñado algo así? Que viajas más allá de las estrellas y las tocas, que tienes aquello que deseas sin haberlo deseado nunca. Me gusta soñar, quizá incluso cuando tengo pesadillas me gusta hacerlo, habla de que una parte de mi ha trascendido las barreras de ser un cuervo; algunas veces me veo volando y descubriendo las tierras extrañas que existen más allá del reino y del páramo, otras me veo como un ser que viaja a la luna y otras en un ente que vive en las profundidades de los mares. Los sueños son asombrosos y cuando despierto me sacan una sonrisa porque son el lugar donde aquello que se considera imposible se hace real. 

¿Sabes que es lo más curioso de los sueños de Aurora? Que sueña contigo. 

En serio, ella dice que desde pequeña, siente una sombra que va tras ella y la observa desde las sombras, dice que es hermosa y elegante, tanto como la noche porque siempre va de negro, pero no le teme porque dentro su alma es de luz radiante y está ahí para cuidarla. Ella te llama hada madrina y dice que quizá un día se atreva a llamarte para que por fin pueda verte en persona; imagina que tienes la mirada color de las nubes y la sonrisa de terciopelo, es una chiquilla encantadora, me gustaría que la escucharas hablar, seguro quedarías encantada. 

Ella no es la única que sueña contigo, los enamorados siempre les dicen a sus amadas que ellas están en sus sueños, debe parecer una mentira luego de cierto tiempo, porque yo no sueño a diario contigo y las veces que te sueño es de esa clase donde no puedo verte porque caigo a la deriva o estoy rodeado de tinieblas, no te veo, pero siento que vuelas a mi lado mientras no hay diferencia entre nosotros, tampoco hay palabras porque sé que eres mi tanto como yo soy tuyo. Si tan solo esa clase de sueños se hicieran verdad como dicen los cuentos que lee Aurora... QUIZÁ YO NO ESTARÍA ESCRIBIENDO ESTA CARTA. 


Por siempre tus alas, Diaval. 


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