Capítulo 43

2.1K 242 27
                                    

Durante un buen rato estuve mirándole como se la pasaba de bien con esa chica. Mientras yo sentada en la barra junto a mis amigas me tomaba mi Fanta de naranja. Harta de ver siempre la misma escena repetida  le hice un gesto a mis amigas para irnos.

Después de dejar a Mariah y Clarise en su casa me marché para la mía.
Pero antes, decidí dar una vuelta con el coche por las calles de París, poder apreciar sus luces, los edificios tan grandes y como algunas parejas demostraban su amor ante la Torre Eiffel. Estacioné mi auto y caminé hacia la maravillosa Torre Eiffel, me quedé observándola evitando de pensar en Abraham. Pero aunque me golpease la cabeza, pienso que seguiría hay metido en mi cerebro y lo que es peor en mi corazón.
Empecé analizar desde cuando vengo sintiendo este amor hacia él y cómo he acabado enamorándome de él.
Tras meditarlo lo llamé, era ahora o nunca.

El teléfono empezó a sonar, un tono, dos tonos, y al cuatro tono respondió.

—¿Si?

—Hola Abraham —Mi voz sonaba entrecortada, no quería que se diese cuenta de mi sollozos.

—Espera un minuto, ahora te llamo no te escucho.—Finalizó la llamaba mientras una voz femenina le pregunta por algo.

Me dijo un minuto pero ya había pasado cuarto de hora. Mi ánimo iba a peor y mis ojos no dejaban de empañecerse. Alcé mis ojos hacia el cielo oscuro vestido con un gran manto de estrellas intentando encontrar la respuesta en el cielo ya que en la tierra no era capaz de hallarla.

Empecé a caminar cuando mi móvil sonó. Miré la pantalla y era Abraham.

—Dime Abraham.

—Uff, lo siento por no haberte llamado antes pero sabes me ha pasado una cosa maravillosa.

—Cuéntame que te ha pasado—Menos mal que no tenía cerca un detector de mentiras si no creo que acabaría echando fuego por mis mentiras.

—Es increíble Samia nos presentemos a un concurso de música y hemos quedado finalistas. Ahora debemos grabar una maqueta y enviarla a los productores de música y si somos aceptados podremos grabar un disco. Estoy Samia que no me lo creo, estoy alucinando.

—Me alegro por vosotros, os lo merecéis.

—Samia, cuando he subido al escenario he pensado mucho en ti, a pesar de estar molesto contigo me hubiera gustado compartir mi felicidad contigo.

—Abraham...yo tengo algo que decirte...—Cada vez me encontraba más nerviosa, no encontraba exactamente las palabras adecuadas para decirle todo.

—Dime Samia, te escucho algo rara. ¿Estás bien?

—No muy bien que digamos. Pero aunque me odies debo decírtelo.

—Samia habla porque cada vez me estás poniendo más nervioso con tanto misterio.

—Pues resulta que... yo...te he visto tocar...—Me costaba hablar más de lo que hubiera pensado al contarle la verdad.

—¿Cómo? ¿Me estás queriendo decir que no estás en España?

—No, estoy aquí en...

—No me lo puedo creer. Has estado cerca mío y yo no me enterado. Desde luego Samia te había tomado por otra persona, primero te alejas sin dar señales de vida y cuando lo haces te escondes de mí. ¿Por qué lo haces?

—Tengo miedo Abraham, miedo de tú reacción, de que cuando me veas todo entre nosotros no vuelva a ser igual.

—Esa es tú justificación. Qué después de verte no volveré a comportarme contigo de la misma manera. Pues que quieres que te diga Samia, te estás equivocando, porque aunque no me creas sé perfectamente como eres y me gustas tal y como eres. Pero si tú prefieres esconderte hazlo.

SE CIEGA POR AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora