Capítulo 1

5.4K 164 6
                                    

Laurent me ha invitado a ver su partido de fútbol. Tengo muchas ganas de ir. Espero que mi madre me deje, tengo quince años y sabe que Laurent no va a dejar que me pase nada, es como el hermano que nunca tuve.

Me visto y salgo a la calle. Laurent me está esperando fuera. Me acerco y le doy un abrazo. Él me sonríe y yo le devuelvo la sonrisa.

—Veo que te han dejado enano.
—Claro que me han dejado -le hago burla- y no soy un enano -le doy un ligero golpe con el codo.
—Tienes quince años.
—Y tú también -le echo una mirada asesina.
—Dentro de tres días cumplo los dieciséis -sonríe.
—No me acordaba, es verdad.
—Espera, ¿no te acordabas?
—¿Tú que crees idiota?
—Que sí...
—Pues claro que me acuerdo, eres mi mejor amigo.
—Uf menos mal, que susto -suspira aliviado- ¿Y qué me vas a regalar?
—Nada -digo seco.
—Yo a ti si te voy a regalar una cosa
—No te creo -susurro.
—Pues ya lo verás en noviembre.
—Quedan cinco meses.
—Lo sé -sonríe.
Le pego un codazo.
—Ah, me has hecho daño enano.
—¡Qué no me llames enano!

Llegamos y me siento en las gradas, al lado de Tania, una amiga mía y de Laurent. También viene Natalia, la novia de Laurent. Me cae mal, pienso que solo quiere lo que quiere pero claro Laurent está enamorado de ella y siempre que hablamos de este tema discutimos.

—¿Quién creéis que va a ganar? -pregunta Tania.
—Está claro, el equipo de mi niño -dice Natalia.
No puedo más así que me levanto y voy al kiosco.

Me siento en un banco y me pongo a jugar al candy crush. Hay un chico en frente, no deja de mirarme y comienza a incomodarme. Comienza a caminar hacia a mi. Se sienta a mi lado.

—¿Te conozco? -me pregunta.
—No lo creo -susurro.
El chico es bastante guapo, tiene los ojos color café y el pelo castaño. Tiene un buen físico, se nota que va al gimnasio.
—Soy Nathan -sonríe.
Que sonrisa más perfecta -pienso.
—Soy Jay -le contesto y sonrío.
—Bonita sonrisa -susurra.
—Gra... gracias -me sonrojo.
—¿Me das tú número? -me pregunta.
—No sé... -digo confuso.
—Lo entiendo, un extraño se acerca te dice que tienes una sonrisa bonita y te pide el número. Yo también desconfiaría, lo siento, no se me da bien esto de ligar.
—¿Estás ligando conmigo?
—Sí... bueno lo intentaba.
—Yo...
—¿Tienes novio?
—No, claro que no.
—Entonces, ¿cuál es el problema?
Me levanto, me estoy poniendo nervioso.
—Oye, lo siento. Ya me voy, lo siento mucho.
Veo a Nathan bajar la calle y cruzar la esquina. Comienzo a correr, giro la esquina y en seguida lo reconozco, es el de la chaqueta de cuero. Corro detrás de él, le agarro de la muñeca y lo llevo detrás de unas casas viejas.

—¿Jay? -me mira sorprendido.
—El que lo siente soy yo. Nadie sabe que soy gay y nunca ninguno me ha entrado y menos uno como tú y me he bloqueado, lo siento, no quiero que te sientas mal.
—Yo también lo siento, no te tenía que haber entrado de esas formas. Gracias por venir a buscarme.
—Gracias a ti por entrarme -sonrío.
—Entonces... ¿me darás tú número?
—Claro -sonrío.
Nathan me da su teléfono y apunto mi número.
Me despido de él y comienzo a andar hacia el campo de fútbol.

—Jay -me llama Nathan.
—¿Qué?
Nathan baja corriendo.
—¿En serio va a volver al partido?
—Sí, ¿por qué?
—Porque esta claro que no te gusta -sonríe.
—Ya... pero no tengo otra cosa que hacer.
—Puedes venirte conmigo... tengo que hacer unas cosas antes pero luego voy a mi casa. No tardaremos nada, además te traeré de vuelta antes de que acabe el partido.
—¿Seguro que quieres que vaya? Soy muy pesado.
—Yo también lo soy, y me encanta hablar y creo que a ti también -sonríe.
—Sí, hablo mucho.
—¿Te vienes?
Me muerdo el labio antes de responder.
—Si.

Nathan tiene que ir a fotocopiar unos apuntes de física y química, está estudiando cuarto de ciencias, quiere estudiar tecnología.

—¿Y tú, qué quieres estudiar? -me pregunta.
—No lo sé, no lo tengo claro.
—¿Qué es lo qué te gusta?
—El inglés y la fotografía.
—Vaya, ¿haces fotos?
—Sí, tengo algunas hechas.
—¿Me las enseñaras algún día no?
—No sé, no creo que se han buenas.
—Claro que son buenas.
—¿Cómo estás tan seguro?
—Porque pones todo tu empeño en lo que te gusta y aunque esté perfecto, seguimos viendo errores.
—Vaya, buena respuesta -sonrío.
Nathan me devuelve la sonrisa.
—¿Y cuántos años tienes? -pregunto.
—Diecisiete, repetí tercero de ESO.
—No te lo tomes a mal pero me alegro.
—¿Por qué?
—Porque si no hubieras repetido, ahora mismo no estaríamos hablando.
—Vaya, todo este año quejándome de que no tenía que haber repetido tercero y en dos minutos has conseguido que merezca la pena haber repetido.
Nathan sonríe y yo me sonrojo.
—¿Vives sólo? -pregunto.
—Sí, ¿por qué?
—Porque me daría mucha vergüenza que estuvieran tus padres en casa.
—Créeme, yo pasaría más vergüenza.
—¿Por qué?
—Por mi padre, ojalá no tengas que conocerlo nunca.
—No exageres Nathan.
—No exagero -ríe- ¿Cuántos años tienes?
—¿Cuántos me echas?
—Diecisiete.
—Tengo quince pero el quince de noviembre cumplo los dieciséis.
—Que casualidad, mi cumple es el veintitrés de noviembre.
—Ya mismo puedes conducir -esbozo una sonrisa.
—En cuánto los cumpla me examino, este año me he examinado de los test y los aprobé.
—Enhorabuena -digo sonriendo.
—Gracias -me devuelve la sonrisa.

Espero a Nathan fuera mientras él hace las fotocopias. Me pongo snapchat y me hago una foto. Justo después sale Nathan.

—Que buena idea, vamos a echarnos una foto.
Nathan saca su móvil y nos echamos una foto muy chula y muy graciosa.
—Me encanta -susurro.
—Luego te la paso.
—¿Falta mucho para llegar?
—Mi piso está ahí en frente -sonríe.
—¿Y qué hacías en el partido?
—Había quedado con unos amigos pero me han dado plantón, tiene que estudiar unas exposiciones o algo así.
—No te lo tomes a mal pero...
—¿Te alegras no?
—Sí -susurro.
—Yo también -me sonríe.

Entramos al edificio de pisos. Nos montamos en el ascensor y le da al botón del número tres. El ascensor no tarda nada en llegar.

—Espero que tus vecinos no sean como los de "La que se avecina" -sonrío.
—Bueno, no te creas. Hay de todo tipo y mira que solo hay tres plantas y en cada planta tres pisos.
—¿Y cuál es el tuyo?
—Tercero B -dice abriendo la puerta.

Entra y yo entro detrás de él. Cierro la puerta y le sigo. Suelta las fotocopias en la cocina y entra al salón. Se quita la chaqueta y veo que en su brazo izquierdo tiene un tatuajes que ocupa todo el antebrazo.

—Ponte cómodo -susurra y me señala los sofás.
Me coge la chaqueta y la cuelga en la percha.
—Ten cuidado con Rory -susurra.
—¿Con Rory?
Nathan se agacha y coge un gato negro, ya lo entiendo Rory es su gato.
—¿Te gustan los gatos? -le pregunto.
—Me lo encontré en la calle, era pequeño y mira que grande está ya -sonríe.
—Es muy bonito -le digo.
—Como yo -sonríe.
—Idiota -le golpeo en el brazo y me siento en el sofá.
Rory se sube encima de mi y comienzo a acariciarle.
—Nunca antes había hecho eso a nadie -dice Nathan.
—¿El qué?
—Nunca se sube en nadie y mucho menos le deja tocarlo. Normalmente tengo que encerrarlo porque no para de arañar todo cuando hay visita.
—Le habré caído bien, como a ti -le hago burla.
—Voy a poner Netflix, ¿te parece bien?
—Si pones Black Mirror me parece genial.
—Iba a poner Narcos -susurra.
—Ah pues también me parece bien.
Nathan pone Narcos y se sienta a mi lado.
—Tengo envidia de mi gato -susurra.
—¿Por qué?
—Porque le estás acariciando el cuello y es mi punto débil.
Dejo de acariciar a Rory, y comienzo a tocar la nuca de Nathan.
—Cuando me tocan ahí o me dan besos por el cuello suelen pasar dos cosas.
—Sorpréndeme.
—Me duermo o me empalmo.

Nathan se gira y me mira, no decimos nada. Se va acercando poco a poco hasta llegar a mis labios y besarme. Cuando se aparta sonreímos.

—Que bien besas -susurra.
—Es mi primer beso -susurro.
—Me alegro de que sea el primero -susurra.
—Yo también -susurro.
Nathan se acerca una vez más y volvemos a besarnos pero esta vez con lengua.

Mi mejor amigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora