Capítulo 25

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Dos año después
Me llamo Jay y acabo de cumplir los dieciocho años. Cuando cumplí los dieciséis mi mejor amigo, Laurent, prácticamente se me declaró, y toda nuestra amistad se fue a la mierda. Seguidamente conocí a un chico maravilloso y adorable, Gabi, pero la vida sigue sin sonreírme y tuvimos que acabar dejándolo debido a que tuvo que mudarse y no nos veíamos lo suficiente capacitados para mantener una relación a distancia a tantos kilómetros. Así que me centré en mis estudios, saqué todo sobresaliente y me preparé para entrar en una academia con una reputación exquisita, se llama Linston, es privada y aunque me la esperaba súper cara realmente no lo es tanto. Hoy es uno de noviembre, acabo de cumplir los dieciocho años, he quedado para celebrar mi cumpleaños y la admisión a Linston con Vera, una chica de mi edad que conocí en la biblioteca estudiando los exámenes finales.

Me visto con un jersey negro de cuello alto, unos vaqueros ajustados, unas zapatillas y un abrigo largo de color azul marino. Me miro al espejo y me muerdo el labio, realmente soy un partidazo. Mi teléfono suena. Camino del baño a la habitación y lo cojo para mirar las notificaciones.
Vera me dice que está lista que me espera en mi puerta. Estoy deseando de salir de fiesta, después de macharme tanto estudiando me merezco un respiro.
Salgo del piso y me abrazo con Vera. Viste un jersey rosa palo y una falda de lana a juego, uno botines negros y una chaqueta motera de borreguito de color crema.

Los primero que hacemos es ir a cenar a un restaurante que han abierto de pasta, la comida es espectacular y está realmente buena, la única pega es que tiene unos precios desorbitados.
Vera decide tomarse una tarta de queso así que yo me pido una red velvet.
Después de cenar y dejarnos los ahorros de un mes, nos vamos al bar que hay enfrente. Allí nos esperan dos amigas, Rachel y Kaila.
—Entrad vosotras, voy a fumar -sonrío.
—Madre mía que par de huevos tienes con el frío que hace -masculla Kaila y me sonríe.
Las chicas entran y un chico sale con una sonrisa de oreja a oreja. El joven me mira, aparto la mirada, me pongo nervioso, se acerca a mí.
—¿Tienes fuego? -me pregunta amablemente.
—Claro -le entrego el mechero. Se enciende el cigarro con rapidez y me lo devuelve dándome las gracias —. De nada -le contesto con una sonrisa.
—¿Qué haces aquí solo fumando? -murmura.
—Podía preguntarte lo mismo -esbozo una sonrisa.
—Mis amigos están dentro, estamos de celebración -sonríe.
—Mis amigas y yo también estamos de celebración -le respondo y le de vuelvo la sonrisa—. ¿Qué celebráis? -me puede la curiosidad.
—He sido admitido en Linston.
—¡No me lo creo! ¡Yo también! -sonrío—. ¡Enhorabuena! -añado.
—Igualmente -me sonríe.
—Soy Jay -le tiendo la mano.
—Lowell -me la estrecha.
Termina de fumar, se despide educadamente y entra en el bar. Tiro el cigarro y antes de entrar miro el teléfono, no tengo nada importante.
Al entrar encuentro a Lowell rápidamente, está sentado con un chico y dos chicas, brindan y hablan con emoción. Una pena que esté pillado.
—¡Jay! -me llama Vera y me alza la mano para que la encuentre con facilidad.
Cuando paso por al lado de la mesa de Lowell nos miramos y sonreímos. Me siento al lado de Vera, justo en ese momento Kaila llega con la jarra de cerveza y los vasos.
Nos quedamos horas y horas hablando de los exámenes, los planes que Vera y yo tenemos para Linston, y sobretodo cotilleos y rollos que hayamos tenido.
—Pues sí, me lo tiré -se ríe Kaila—. Estaba buenísimo y no me pude resistir.
—Yo sigo esperando al amor verdadero -dice Vera y antes de que diga nadie nada, nos echamos todos a reír.
Cuando me levanto a pedir la siguiente ronda, Lowell y sus amigos se levantan. El chico y las chicas salen antes que él. Me mira y se despide de mí y esboza una sonrisa. Yo le devuelvo la sonrisa.
—Parece ser que has ligado -me dice Rachel con una sonrisa traviesa.
—Pero si tiene novio -le respondo.
—¿Estáis nerviosos por entrar en Lisnton? -Rachel nos mira expectantes.
—Mucho, el curso empezó en septiembre, no se como pudieron dejar a tanta gente fuera.
—Parece ser que también hay desorden en las privadas -se ríe Kaila.
Un joven rubio camina hacia la barra, rápidamente me llama la atención, es alto y atractivo. Un chico entra y se acerca a él, se miran y sonríen y se besan con ternura, tienen mucha complicidad, no consigo verles las caras hasta que se giran para mirar si hay mesas libres.
—No puede ser -murmuro.
Vera me mira y desvía la mirada a los jóvenes de la barra. Son Laurent y Gabi.

Mi mejor amigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora