Capítulo 30

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Me visto para la fiesta mientras pienso en lo que ha pasado en la entrada de la academia. He intentando hablar con Vera pero no me abre la puerta y Moira siempre me grita que la deje en paz. Además, mi habitación está muy vacía desde que han echado a Laurent. No tenía muchas ganas de esa fiesta pero ahora mismo lo que necesito es tomarme un par de copas y aunque no vayan a solucionarme los problemas por arte de magia, lo voy hacer. Necesito despejarme.

Cuando salgo de la habitación, Joe me manda un mensaje diciéndome que no irá a la fiesta y que no quiere le hable, no entiende porque he hecho que echen a Laurent, lo entiendo yo solo quería que no estuviese en la habitación. Y así es como pierdo una de las mejores oportunidades que la vida me había dado pero, me da igual, voy a ir a esa fiesta y me voy a pillar el pedo del siglo.
Salgo de la residencia, Madison me espera fumando, pillamos un taxi y nos lleva a la casa en la que se celebra la fiesta.

La música está tan alta que no puedo ni escuchar mis pensamientos. Me acerco a la cocina para coger una cerveza. Me encuentro con Vera y Moira, me miran y pasan de largo, me da mucha rabia, pero está en todo su derecho de enviarme a la mierda. Aunque creo que la mala influencia no es Madison, sino Moira.
—¡Fiesta! -grita Madison y baila delante de mí—. ¿Qué te pasa? -me mira preocupada.
—Estoy bien -miento.
—Vamos a por unos chupitos, eso te animará -sonríe.
Volvemos a la cocina y cogemos la primera botella que encontramos, empezamos con un chupito y acabamos tomándonos siete.
—¡Fiesta! -grito con fuerza.
Salimos al enorme salón, donde todos los jóvenes bailan, hablan y juegan a juegos de beber. Me encanta esta fiesta.
Madison mira su teléfono y la cara le cambia por completo. Sin decir nada se da media vuelta y sale de la fiesta. La sigo.
—Madison -la llamo pero me ignora—. ¡Madison! -insisto y la cojo del brazo.
—Tengo que irme -dice con voz temblorosa.
Un coche negro aparece, lo conduce un tío bastante mayor que nosotros. Mira a Madison con una mirada lasciva, un escalofrío recorre mi espalda.
—¿Quién es ese? -la miro a los ojos.
—Estaré bien, Jay, no tienes de qué preocuparte -me doy cuenta de que su sonrisa es fingida, me está mintiendo, lo sé.
—Madison, por favor -musito.
—¡Deja de hacer preguntas! -me dice apretando los dientes—. Brandon es de fiar -murmura, me está mintiendo de nuevo—. Nos vemos mañana -me besa la mejilla y se va hacia el coche.
Aprieto los puños con rabia, me acabaré enterando de quién cojones es ese. Saco el paquete de tabaco y me llevo un cigarro a los labios. Cuando me lo enciendo, vuelvo a la fiesta, recorre el estrecho y abarrotado pasillo hasta llegar a la cocina y me sirvo otra cerveza.
—Si está aquí el que me ha jodido la vida -me espera Laurent.
—Tú hiciste lo mismo -le doy una calada al cigarro—. Estamos empate -le echo el humo a la cara y me voy.
—Lo he dejado con Gabi por pegarte -dice en un tono elevado para asegurarse de que le escucho—. Sigo queriendo hablar contigo, y no te guardo rencor por echarme de la residencia, Max me lo ha explicado todo y me ha invitado a compartir piso con él, seguiremos viéndonos en Linston -le miro a los ojos, parece sincero, camina hacia a mí, se queda a mi lado—. Me alegra volver a verte, te he echado de menos -me susurra al oído y el corazón me da un vuelco.
Cuando Laurent se va, me quedo solo en la cocina. La rabia se apodera de mi y lanzo el vaso de cerveza contra la pared. Salgo por el salón y me voy de la maldita fiesta de los cojones.
La he cagado con Vera, he perdido mi oportunidad con Joe, sé que Madison me está ocultando algo y para finalizar, le he jodido la vida a Laurent, lo han echado de la residencia y he roto su relación con Gabi. Sigo caminando por el césped y cuando me aseguro de que no hay nadie, miro al cielo bañado en estrellas y lanzo un grito desgarrador.
—Vaya, parece que alguien no lleva bien su estancia en Linston -dice alguien detrás de mí.
Me giro, es un joven atractivo, lleva chaqueta de cuero, jersey de hilo de color blanco y vaqueros ajustados. Está fumándose un porro.
—¿Quién cojones eres? -le miro con desprecio por culpa del enfado que llevo.
—Soy el que te va a cambiar la vida -sonríe—. Soy tu nuevo compañero de habitación -el joven me tiende el porro.
Lo acepto, le doy varias caladas y se lo devuelvo.
—Soy Christian -esboza una sonrisa traviesa.
—Jay -le devuelvo la sonrisa.
Al principio no me creí a Christian, no pensaba que él cambiaría mi vida pero tenía razón, en cierta parte, me vida cambió, no solo por él sino también por muchas más personas que conocería pronto. No era consciente de lo que se avecinaba pero lo que si sé, es que todo lo que pasó, mereció la pena. Aunque, bueno, eso ya es otra historia.

La historia de Jay continúa en CLIMAX.

Mi mejor amigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora