Capitulo 5

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Al llegar, camine hasta el armario y saqué un pantalón que me quedaba ajustado de los muslos, una camisa blanca con una chamarra color café, no estoy acostumbrado a llevar ese tipo de ropa ajustada.

Abrí el cajón de la ropa interior y por más que revolví, no encontré prendas lo suficientemente sensuales, miré el reloj y faltaban quince minutos para las seis, así que tenía tiempo de sobra y camine hacia una tienda de ropa interior que quedaba a diez minutos de mi departamento.

Mientras pasaba la acera pensaba que estaba completamente loco, cómo era posible que estuviera yendo a comprar ropa interior, sólo para tratar de impresionar a un completo desconocido que seguramente conocía miles de modelitos de todos colores y formas.
Suspiré un tanto desilusionado, no había podido dejar de pensar en él desde que lo conocí y para él yo era uno más en su lista.
Entré a la tienda sacudiendo mi cabeza para borrar esos pensamientos, lo mejor era concentrarse sólo en la diversión.

La encargada de la tienda me miro un tanto confundida, por lo regular un hombre no entra a las tiendas de este tipo solo estaba buscando ropa interior que tiene de malo, le dedique una sonrisa nerviosa, ella me dijo que al final del pasillo podría encontrar lo que necesitaba, si supiera que lo que necesitaba era impresionar a un hombre, del cual no sabía ni su nombre. Cuando llegue al pasillo encontré distintos tipos de prendas tome unos que se veían un poco ajustados y uno en particular que llamaron mi atención, eran abiertos por la parte de atrás, que diablos era eso, no sé qué estaba pensando cuando iba hasta la cajera, y pase las prendas que llevaba incluida esa. Me miro aún más raro que cuando entre yo solo baje la mirada a mis zapatos y pague, casi salí corriendo del lugar.

Me miré al espejo y casi no me reconocí, me había acomodado el cabello de una manera distinta a lo habitual, en definitiva estaba muy alejado del correcto Niall, del chico que todos conocían y algunos hasta admiraban "nadie es perfecto" me dije mirándome fijamente.

Vi el reloj y eran justo 7:30, tomé mi chamarra, me la puse y lo cerré.

Tardo en pasar un taxi libre y a las ocho en punto estaba cruzando la puerta del hotel, esperando y deseando que no me reconociera la recepcionista, pero, al voltear discretamente, me di cuenta que era una chica diferente a la de la otra ocasión.
Caminé hasta los elevadores y no había señales de él.

Empecé a hacer respiraciones para tratar de calmarme, temía que el corazón se me saliera de un momento a otro por las intensas palpitaciones que sentía en el pecho.
Volteé cuando sentí una intensa mirada que hizo que mi cuerpo se tensara, ¿cómo podía tener ese efecto en mí?

– Buenas noches – dijo mirándome de cabeza a pies.
– Buenas noches – respondí perdiéndome en esos ojos hermosos.

Él me sonrió divertido, quizá por la expresión de mi rostro, apretó el botón del ascensor y entramos, yo me paré al fondo mientras el presionaba el botón del piso 15 de nuevo, ya no podía resistir las ganas de besarlo y acariciarlo y estaba a punto de lanzarme sobre él cuando hablo y me hizo notar algo que había pasado desapercibido.

– En este hotel hay cámaras en los elevadores, por seguridad – señaló levantando la vista hacia una esquina y distinguí perfectamente la figura negra y circular que sobresalía del techo.

– Entiendo – pasé saliva sintiendo como el rubor inundaba mis mejillas – pero, no iba a intentar nada extraño – agregué tontamente.

Él soltó una risita y movió la cabeza, seguramente el deseo se me notaba en los ojos, en la postura y en todo mi cuerpo.
Finalmente la puerta se abrió y mi corazón latió aún más aprisa, estaba a escasos minutos de volver a tener lo que había estado esperando por dos días completos.
Miré ansioso como deslizaba la tarjeta para abrir la puerta, era la misma habitación de la otra noche. Me cedió el paso de nuevo y entró cerrando la puerta.
Ni siquiera dejé que diera un paso más, me le abalancé y lo recargué en la puerta para besarlo con toda la urgencia que sentía, mi cuerpo se estremeció completamente al sentir su tibia lengua que se unía a la mía en movimientos frenéticos y desesperados.

Empezó a desabrochar la chamarra y deslizarla por mis hombros, este toco el suelo seguida por mi camisa, cuando iba a desabrochar mis pantalones bajo la mirada.

– Wow – exclamó lamiéndose los labios – ese pantalón sí que te queda bien, muy bien.

– ¿De verdad? – pregunté dándome una vuelta lentamente.

– Por supuesto, aunque a decir verdad se verá mejor en el suelo.

Se acercó y me tomó por la cintura, con la punta de su lengua lamió mi oreja izquierda y exhaló haciendo que su aliento entrara y me provocara una cálida sensación que recorrió cada centímetro de mi cuerpo hasta arquearlo.
Bajó lamiendo hasta mi cuello y, una vez ahí, me dio pequeños besos mientras colocaba sus dedos en los botones de mi pantalón y lo bajaba, al llegar a la altura de mis muslos deslizó una de sus manos por ellos y lo masajeó, mis manos estaban sobre sus codos sujetándolos fuertemente, sentía que me desvanecería por las intensas sensaciones que sus caricias me estaban provocando.

Subió su mirada y esta conecto con la mía, fue besando desde mi estómago a llegar a uno de mis pezones empezó a lamer uno de ellos lo hacía de una manera tan exquisita pasaba su legua alrededor de este y en algunas ocasiones lo succionaba, hice la cabeza hacia atrás y después sujeté con mis manos su cara y la llevé hacia la mía para volver a besarlo apasionadamente, una de sus manos bajó hacia mi muslo y la metió por debajo del bóxer hasta llegar a mi nalga que masajeó.

Dejamos de besarnos para tomar aliento, baje mi boca a su cuello y lo lamí hasta llegar a su oreja.

– Quiero sentirte dentro de mí – susurré, mientras con una mano acariciaba su parte más vulnerable por encima del pantalón notando su erección.

Presuroso, desabroché el cinturón y bajé el cierre del pantalón mientras él sacaba un condón de una de las bolsas.
Liberé su miembro que denotaba la misma urgencia que yo sentía mientras él sacaba el condón de la envoltura y se lo colocaba, yo me tumbaba en la cama y me quitaba el pantalón junto con la ropa interior.
Él se quitó el pantalón y se colocó encima de mí, para introducirse de una estocada.

Esta ocasión el gemido que escapó de mi boca fue más fuerte, él sonrió satisfecho mientras se movía suavemente dentro de mí mientras yo desabrochaba su camisa y se la quitaba para acariciar ese torso perfecto y marcado.
Puso su cara sobre mi hombro y jadeaba justo en mi oreja volviéndome completamente loco, yo acariciaba su espalda y bajé hasta sus nalgas que empujé para que se introdujera más profundo en mí, aceleró sus movimientos mientras me besaba y mordisqueaba mis labios, rompí el beso al sentir que llegaba al orgasmo para liberar el grito que estaba en mi garganta.

Él se río.

– Sshhh, van a pensar que te estoy matando – dijo sobre mi boca que permanecía abierta, con esa voz aterciopelada y ahora retorcida por la excitación.

– Y lo estás haciendo... de placer – dije sin ningún pudor, a estas alturas había olvidado por completo el significado de esa palabra.

Mi Ardiente Tentación ~Niam Hayne ~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora