C A P Í T U L O 4
"Complicaciones"El rostro de Ryder pasó de enojo a confusión. Aunque también podía darme cuenta que no se creía una palabra de lo que había dicho.
Lástima por él.
—¿De qué hablas? ¿Quién rayos eres tú?— inquirió y mi sonrisa volvió a hacerse presente. Esto era lo que había querido que pase por mucho tiempo.
—Soy Elizabeth—murmuré y parecía que intentaba reconocerme o atar cabos sueltos, pero no pudo lograrlo. Nunca lo haría—. Y creo que en realidad sí necesitas conocerme.
—¿Por qué crees que alguien como yo debería conocer a alguien como tú?— preguntó mirando todo mi cuerpo.
No crean que era estúpida, era obvio que ahora mismo estaba usando mi ropa usual con la que venía a la escuela: pantalón ancho, que no se adhería para nada a mi cuerpo, sudadera gris que parecía que me quedaba tres tallas más grande y mis converse negros desgastados. Era lógico que él pensara que yo era una rata de laboratorio, una desarreglada y que no conocía ni una sola tienda de buen gusto. Pero eso lo hacía con intención. No podía vestirme normal, con mi ropa de diseñador que me quedaba tan ajustada como debería y llamar la atención. Mientras menos resaltaba, mejor era para mí.
—Porque sé todo sobre Jonah— dije encogiéndome de hombros—. Todo. Así que si no quieres que algo salga a la luz, harás todo lo que yo diga.
—Eh, detente ahí— dijo y noté que ya estaba más calmado, pero aún no había quitado sus manos de los lados de mi cuerpo—. ¿Eso es una amenaza?
—Es una advertencia— especifiqué y me encogí de hombros—. Pero si lo vez de esa forma, eres tú, no yo. ¿Te me puedes quitar de encima?
Ryder se separó como si yo le quemara. Me di cuenta de que estaba reteniendo aire y cuando por fin se alejó de mí, pude volver a respirar. Él suspiró en rendición.
—De acuerdo, ¿cuánto quieres?— preguntó—. ¿Cien mil? ¿Quinientos mil? No puedo darte más que eso. Al menos te alcanzaría para pagar tu universidad y vivir plácidamente hasta que tengas hijos y puedas desaparecer de mi vida.
—No quiero tu dinero, Reynolds— rodé los ojos—. No es como que esté muy necesitada.
Él arqueó una ceja.
—¿No quisieras no tener que preocuparte en conseguir otra beca para la universidad además de aquí?
Y fue así como caí en la cuenta de que el chico pensaba que estaba aquí, en Lawrenceville, por una beca.
—¿En serio crees que estoy aquí por una estúpida beca?— reí—. Tengo tanto dinero como tú y eso no es lo que quiero.
—Entonces dime qué-
Ryder detuvo su oración y miró a un lado, donde se había escuchado ruidos. Eran risas y voces. Parecían los chicos que estaban practicando minutos atrás con Ryder. Él me tomó de la muñeca y me arrastró hacia la dirección contraria de donde se acercaban cada vez más los ruidos. Intenté llevar mi mano hacia el gas pimienta, pero su otra mano en mi cintura no me lo permitió.
—¡¿Qué crees que ha-
Su mano se hizo camino rápidamente hacia mi boca, ahogando mis palabras. Abrió una puerta y nos metió dentro, casi lanzándome como una jabalina y cerró la puerta al instante detrás nuestro. Cuando me soltó, de inmediato saqué mi gas pimienta, esperando que no sea necesario sacar la navaja.
—¡¿Qué rayos tienes en la ca-
—SHHH— susurró llevando su dedo índice a sus labios y de nuevo, callándome.

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Peligrosa Obsesión
Teen FictionElizabeth Jenkings era una chica normal bajo los ojos de los demás, otra rubia más de la lista. Había tenido bastante suerte al ser adoptada por una millonaria que le dio la vida que cualquiera hubiera querido. Pero, Elizabeth tenía un gran secreto...