C A P Í T U L O 3 0
"Adiós, Ginger"
Nunca pensé que me sentiría mal por haber desmantelado a alguno de La Élite.
Pero lo hacía.
Ginger había sido la única, además de Ryder y Christopher que me había llegado a tratar bien. Ella había confiado en mí con el secreto que había venido escondiendo por mucho tiempo. Y si esto hubiese sucedido meses atrás, estaba segura de que no me estaría sintiendo culpable mientras veía el perturbador video de la única hija de uno de los mejores ingenieros del país en plenas noticias a primera hora de la mañana.
Intenté con todas mis fuerzas ignorar el hormigueo y pesar en mi estómago, los pensamientos caóticos que me inundaban cada vez que el silencio se hacía presente y el pequeño escosor en la zona del pecho al pensar en cómo se estaría sintiendo ella ahora mismo.
Porque, absolutamente toda la ciudad estaba hablando sobre el escándalo de Ginger y su adicción a las drogas y a su hermanastro. Y solo Eva, Ryder y yo sabíamos que había sido todo gracias a mí.
Me sentía fatal y lo detestaba. Detestaba admitir que me había vuelto débil.
—Tengo que ir a clases— comentó Eva, despidiéndose y sacándome de mis pensamientos—, nos vemos luego.
—Te veo en el almuerzo— me despedí de vuelta y me dirigió una sonrisa antes de irse por el pasillo.
Yo no tenía ganas de ir a clases así que pensé en irme a los baños para que no me viese ningún profesor. Tenía que aclarar mi mente.
No podía seguir permitiendo que yo misma me involucrara en terreno peligroso. No podía permitirme seguir sintiendo cosas que no debía. No estaba bien en mi mundo sentir piedad por La Élite, los seis reyes que solían aterrorizar los pasillos en Lawrenceville. No podía permitir que la relación que tenía mi mejor amiga con uno de mis objetivos interfiriera con mi plan. Y no podía seguir sintiendo cosas por Ryder.
Vaya que tenía que detenerme, porque sabía muy dentro de mí que estaba comenzando a enamorarme. Y nunca antes había estado enamorada.
Y hablando del rey de roma, mis ojos se centraron en Ryder caminando a paso firme en dirección a la salida. Sin poder detenerme a mí misma,me dirigí hacia él, trotando unos metros hasta alcanzarlo. No lo había visto desde la cita de ayer y lo había extrañado. Lo había extrañado mucho, la verdad.
Eres patética, Elizabeth, pensé.
—¡Hola!— saludé ya que no había notado mi presencia a su lado.
Me incliné para darle un pico en los labios, tal y como veníamos haciendo hace semanas. Ansiaba sentir sus suaves labios sobre los míos. Quería sentir sus brazos a mi alrededor. Quería todo que ver con él.
Pero, en su lugar, se movió para esquivarme.
Aturdida, avergonzada e indignada, me quedé mirándolo con boca abierta. Se había sentido como una puñalada en el corazón.
—¿Q-qué tienes?— pregunté,tratando de dejar el orgullo de lado.
Finalmente, posó sus duros ojos para encontrarse con los míos.
—No te hagas la desentendida, Elizabeth.
Al escucharlo llamarme por mi nombre completo, temblé. No lo había escuchado decir mi nombre completo en meses. Y se había sentido como otra apuñalada.
—¿De qué hablas?— pregunté sin poder evitarlo.
Me frunció el ceño.
—Vamos, no naciste ayer— escupió—. Yo creo que sabes qué errores has cometido.
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Peligrosa Obsesión
Ficção AdolescenteElizabeth Jenkings era una chica normal bajo los ojos de los demás, otra rubia más de la lista. Había tenido bastante suerte al ser adoptada por una millonaria que le dio la vida que cualquiera hubiera querido. Pero, Elizabeth tenía un gran secreto...