Capítulo 14 "Adiós, Trina"

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C A P Í T U L O   1 4

"Adiós, Trina"

En el momento en el que el tarro de pintura se resbaló de la mano del chico alto y delgado, derramando todo su contenido en el concreto, supe que nada de lo que vendría a continuación sería bueno. Mucho menos cuando Briana apareció poco después de escuchar el estruendo.

—¡Oh, Dios! —exclamó una muy frustrada y sorprendida Briana—. ¡¿Pero qué rayos pasó aquí?!

Solo bastó con escuchar su primera exclamación para que los chicos saltaran de un susto. El segundo hizo que prácticamente se enderezaran y miraran a cualquier parte menos a Briana. Debía admitir que era bastante gracioso que le tuvieran miedo a una chica que debía pesar menos de sesenta kilogramos, pero eso era lo que menos parecía importar en esos momentos.

Briana se acercó a mi lado, cruzando sus brazos sobre su pecho mientras admiraba el desastre de pintura negra en el concreto.

—Más te vale explicarme qué rayos pasó, E. Porque te juro que no soy responsable de lo que les haré a estos imbéciles.

Vaya, esto sí que se siente muy extraño, pensé. Aún no podía creer que ya era parte de La Élite y mucho menos que Briana estuviera de acuerdo con ello. Bastante extraño.

—F-fue un accidente, Briana —se disculpó el pobre chico de lentes redondos.

Briana se giró a verlo antes de responder.

—Entonces, ¿por qué no veo que intenten arreglarlo? —gruñó—. Tienen suerte que debo irme justo ahora. E, espero que puedas cubrirme por un tiempo.

—Claro. —Sonreí—. Yo me encargo.

—Gracias. —Suspiró y fulminó con la mirada a los chicos muertos de miedo antes de alejarse caminando con rapidez mientras miraba su celular.

Aunque, lo que nunca me hubiera esperado era que, instantes después, Briana chocara contra un chico lo bastante fuerte como para enviarla directo al piso, junto con un gran estruendo de su celular chocando contra el concreto.

Alguien sin dudas quería ser desesperadamente asesinado hoy, pensé.

—Diablos —murmuró el despiadado chico que acababa de ver lo que había causado. Y no me tomó mucho tiempo para reconocerlo—. Lo siento mucho, déjame darte una mano.

Una risa casta se zafó de mis labios mientras veía cómo Briana apartaba de un manotazo la mano de Zeth, que parecía totalmente despreocupado por haber hecho más que enfurecer a una de las abejas reinas de Lawrenceville. De hecho, parecía más divertido que cualquier otra cosa y no sabía si temía por él o por el hecho de que no tenía instinto de supervivencia básico.

—¿Sabes? Paso de perder mi tiempo. —Suspiró Briana cuando estaba de pie por completo y se inclinó a recoger su celular—. Confío en que E se ocupará de ti. ¿No es cierto, E?

Fue justo en ese momento cuando recordé que se refería a mí.

—Claro que sí —conseguí articular y eso hizo sonreír a Briana.

—Ahí lo tienes —le dijo ella con repugnancia, mientras que él no parecía ni lo más mínimo afectado. En realidad, retenía ganas de reír a mi parecer—. Aunque, si te vuelvo a ver no creas que lo dejaré pasar. Tienes suerte que no es mi día. Ahora, sal de mi maldito camino.

Zeth retrocedió un paso, alzando las manos en rendición a la par que una gran sonrisa se veía en su rostro.

—Indirecta-no-tan-indirecta captada, tranquila, fiera —respondió él.

Peligrosa ObsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora