CAPÍTULO II – Conociendo a la nueva
Estaba en mi residencia intentando concentrarme para poder hacer el maldito trabajo de genética, pero en lo único en que podía pensar era en Mía. Me había dado cuenta de que apenas conocía cosas sobre ella y, antes de darme cuenta, estaba buscando información sobre ella en Google.
Una imagen de ella saltó en la pantalla: su larga melena rubia, con reflejos más oscuros, enmarcaban su cara y hacia que sus ojos azules resaltaran; la piel estaba ligeramente bronceada, como si hubiera estado un par de semanas en la playa, y llevaba la misma ropa con la que la había encontrado, por lo que deduje que la foto era de hoy. En la noticia que contenía la foto, se hablaba de la muerte de sus padres, de un testamento, de una niña pequeña llamada Summer, y algo de que había decidido acabar sus estudios.
«Pobrecilla» lamenté en silencio.
Algo en mi interior estaba impaciente por que mi teléfono comenzara a sonar, de qué fuera Mía diciéndome que había acabado su reunión, pero eran ya las nueve de la noche y no daba señales de vida.
Harto de esperar y de no saber cómo comenzar el trabajo, me levanté, cerrando el ordenador sin ni siquiera haber empezado a escribir, y me dirigí al restaurante de sushi que estaba en la esquina de la residencia.
—Dame un menú de atún y tráeme agua para beber, por favor —le pedí a la camarera.
—En seguida —concedió.
Quince minutos después, cuando yo me debatía en si conseguir el número de Mía o no, la camarera trajo mi plato con diversos tipos de sushi de atún con salsa de wasabi y unos palillos. Fue entonces cuando me di cuenta de cuan famélico estaba, por lo que me dispuse a atacar mi comida cuando, por la cristalera del restaurante, vi a David acercándose para sentarse a mi lado y mirarme con una ceja enarcada.
—¿Qué miras? —quise saber cuándo, tras unos minutos, no había abierto la boca.
—Con que Mía Blackwell, nada más y nada menos —dijo, subiendo y bajando las cejas de forma insinuante.
—¿Perdona? —me atraganté con el wasabi.
—Vamos, tío, todos hemos visto como se te caía la baba—se carcajeó—. Es normal, esta jodidamente buena y, si no fuera por Helena, no dudaría en follármela si pudiese.
—Joder, David, eres un cerdo —dije riendo.
—¿Y bien? —me ignoró.
—Nada —contesté bajando la cabeza a mi plato—, le dije que me llamara después de hablar con el decano y sigo esperando —expliqué apenado.
—¿No te enteraste? —Lo miré interrogante—. Lleva una hora escondida en la residencia de las chicas, con Helena y Sarah.
—¿Por qué?
—El campus está abarrotado de paparazzi y me ha pedido que te busque porque tu número se le ha borrado —me guiñó un ojo.
Mi mundo, por algún motivo, se detuvo cuando mi amigo me aclaró todo el asunto de Mía: No había sido rechazado; ella se había quedado escondida de miradas indiscretas.
—Tío, déjame las llaves de tu moto, que mi coche llama demasiado la atención —pedí cuando me levante, pues yo tenía un perfecto Merces SLS AMG que era la delicia de todos mis compañeros.
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Amor de Portada [en edición]
RomanceMi nombre es Mía Blackwell y soy una modelo cotizada, hija de uno de los directores de cine más importantes de América y de la jefa de la revista del corazón más vendida en el mundo. Genial ¿verdad? Pero no todo es como parece, pues acabo de perder...