Capítulo XII - Vuelta a la calma

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Aquí teneís otro cachitooooo!!! He decidido darles un respiro a mis pequeños jajajajaj espero que os guste. Pero advierto que se va a volver a poner en marcha el plan de venganza!!! solo espero que no traiga consecuencias xD jajajaj

Muchos besitos y nos vemos de nuevo el din de semana :) Lo siento pero estoy hasta arriba de exámenes. ¿Quíen me manda ponerme a estudiar biología? jajajajja

Por cierto, os dejo una canción que sugirió una lectora, y que uestra un poco como se sentiría Mía sin James. :D

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CAPÍTULO XII – Vuelta a la Calma.

Había salido de forma precipitada del hospital, alterado por la discusión con mi padre y por verme obligado a separarme de mi hermana en esos momentos. Iba conduciendo hacia la universidad, con la esperanza de ver a Sarah y desahogarme con alguien, pero entonces alguien se había cruzado en mi carril y entre mis nervios y la sorpresa me había salido de la carretera dando vueltas de campana y acabando chocando contra un muro. Lo demás se volvía borroso. Recordaba una luz aterrodoramente blanca que me arrastraba, y luego ahí estaba. Una calidez en mi pecho, en mi corazón y había vuelto. Había querido abrir los ojos, pero eran tan pesados que me resultaba imposible. Había escuchado una hermosa y suave voz que me pedía que abriera los ojos, que la mirara y por un momento llegué a pensar que estaba muerto y que era un ángel el que me hablaba, más no era así. Podía sentir sus caricias en mi rostro, su calidez al coger mi mano, su miedo al hablar... y entonces me habían separado de eso tan fantástico por lo que a mi me pareció una eternidad. Había sentido manos frías, sonidos estridentes, movimiento... pero había habido otra nota de calidez por parte alguien o algo. Necesitaba abrir los ojos y ver donde estaba, si había muerto, si había un ángel o dos conmigo o si, por el contrario, estaba simplemente soñando. Pero no pude hacerlo hasta que volví a sentir esa calidez que me había traído de vuelta, cuando se había recostado a mi lado. Dioses, amaba esa presencia y no sabía quien era. Concentré todas mis fuerzas cuando algo tocó mi cara, quería tocarme ahí pero mis manos estaba entumecidas y doloridas, mis piernas también se sentían pesadas.

No se cuanto tiempo pasó hasta que pude abrir los ojos, pero veía borroso y una luz cegadora me impedía ver con claridad. Entonces lo supe. Estaba en el cielo. Y esa figura femenina que estaba a mi lado era un ángel. Mi ángel.

-James...- esa hermosa cadencia me hizo reaccionar. Mía.

-Tu... Tu me... salvaste.- dije con voz entre cortada- Eres mi ángel.

-Santo cielo.- escuché jadeaba.- Volviste.

-Me... pediste que...no te dejara.- dije de pronto, con dificultad.

-Llamaré a tu padre.

Iba a replicar, pero no me dio tiempo. Se lanzó a correr haciendo que sus zapatos sonaran contra el frío suelo, atrayendo la mirada de muchos, seguramente. Estuve unos minutos solo, hasta que un grupo de al menos cinco médicos, acompañados por otras tantas enfermeras, parecieron corriendo. Mi padre iba entre ellos, con su estetoscopio en la mano y una mirada de alivio, alegría y temor. Sin embargo, Mía no estaba por allí.

-Hijo, está bien.- no dije nada.- Está avisando a tu madre y a Sarah. Estábamos muy preocupados.

Amor de Portada [en edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora