Capítulo XVII - El Relicario

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Antes de nada!! LEED LOS COMENTARIOS DEL FINAL!

CAPÍTULO XVII - El Relicario.

-Desde luego, cada día estás más simpático.- sonrió mientras bajaba del coche y se contoneaba hasta llegar a mi.

-Y tu cada vez tienes menos vergüenza...- espeté.- ¡Oh! Disculpa, tu nunca conociste la vergüenza. Ahora responde a mi pregunta.

-Solo estoy de paso, y quería verte. - un rastro de tristeza apareció en sus ojos.

-¿Para qué?- fui acercándome al coche, alejándome de ella.

-Ya sabes... Por los viejos tiempos.

-¿Viejos tiempos?- me carcajeé.- No me hagas reír. Dejaste de ser bienvenida en la familia desde el momento en el que jodiste a mi prima. - noté como algo en mi bolsillo vibraba, seguramente el móvil.- Ahora, si no te importa, tengo una vida de la que ocuparme. ¿Sabes? Estaría bien que tu te hicieses una vida y dejaras de meterte en la de los demás.

-¡Yo tengo más vida?- volví a reír, haciendo que ella se enfureciera más.

-Si, será eso.- arranqué el coche.- Hasta más ver... No, mejor no vuelvas a buscarme.- dije mientras aceleraba.

-¡Te arrepentirás de esto!- escuché que decía, pero no le hice caso.

Cuando llegué al primer semáforo saque el teléfono para avisar a mi prima de lo que había pasado, pero entonces vi había un mensaje de texto de Sarah. Me apresuré a leerlo, antes de que el semáforo cambiara de color, y por segunda vez en el día me quede de piedra.

>Te presento a nuestro hijo o hija< Decía el mensaje, e iba acompañado por una foto en la que apenas se distinguía nada pero que supe reconocer como una ecografía. ¿Sarah estaba embarazada? ¿Iba a ser padre?

Un lluvia de coches empezaron a hacer ruido para que avanzara, pero mi estad no me lo permitía, así que me aparté un poco para dejar paso. Marqué el numero de mi chica, con nervios, con miedo, pero también con un suave cosquilleo en mi pecho.

-¿Robert?- parecía algo nerviosa.

-¿Qué quiere decir eso que me has enviado?- dije con brusquedad.

-Yo... Pues...- me estaba exasperando.- Voy a tener un bebe.- yo no dije nada, pero mis ojos empezaron a humedecerse.- ¿Cariño?

-¿Dónde estás?- susurré.

-En casa del doctor White.- musitó.

-Voy para allá.

-No. Tenemos que hablar de esto... Quedemos antes de ir a casa de Mía a cenar.- notaba el miedo en su voz.

-De acuerdo... Te veo en tu residencia a las cuatro.- no dijo nada.- Nena, no estás sola.

Amor de Portada [en edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora