Esa mañana desperté sobresaltado. Treinta minutos antes de lo habitual, con una sensación muy extraña en el pecho, como si tuviera encima de mí un mueble pesadísimo, y a la vez me recorría un frío helado por la espalda. Tan solo 5 minutos después de mi estrepitoso despertar recibí una llamada de mi trabajo, había un nuevo caso el cual, según decían, era muy difícil de resolver, por lo cual necesitaban expresamente de mis servicios.
Lo olvidaba, no me presenté, mi nombre es Willy. Ya no recuerdo mi edad pero aproximadamente tengo 30 años. En esa época me desempeñaba como forense, pero no uno cualquiera, sino que era médico veterinario forense, por lo tanto veía casos sobre animales asesinados, humanos asesinados por animales o ambos a la vez. Bueno, volviendo al tema principal. Llegué a la granja donde habían ocurrido los hechos, y nada más pasar el portón volvió a mí la extraña sensación de aquella mañana. El panorama era simplemente macabro... habían 2 patrullas en el lugar, en una de ellas solo estaba el conductor, el cual tiritaba de miedo mientras se mecía en posición fetal, además de tener una repulsiva poza de vomito a su lado. Intenté hablar con él pero no reaccionaba, solo tiritaba. Faltaban tres policías, pero no le di mayor importancia. Seguí mi camino hacia dentro de la granja. Ya en el primer corral supe que no sería un caso cualquiera. La vista era desoladora, unas 4 vacas (lo deduje por el número de cachos que encontré, podían ser más) minuciosamente descuartizadas y desparramadas por el lugar sin ningún motivo aparente. No moví nada, solo saqué fotos. Decidí inspeccionar primero todo el sitio antes de detenerme a revisar detalladamente cada área. Seguí corral por corral, la escena era exactamente la misma, solo cambiaban las especies de animales. Era espantoso, pero francamente no entendía la reacción del policía de la entrada... hasta que entré a la casa. En ella, la escena sí que era impactante. Lo de afuera parecía un juego de niños. Para comenzar, sobre la mesa del comedor había un perro. No, no era un simple can; era la cabeza del perro pegada al cuerpo de una niña, con una manzana en la boca. Además, estaba cocinado, signo obvio de que algún enfermo pretendía darse un festín con tal repugnante platillo, pero no salí corriendo a pesar de que nuevamente vino a mí esa extraña sensación. Seguí mi camino en esa casa del terror, camino a la cocina, donde yacía otra atrocidad: Un joven de unos 15 años tenía 4 cuchillos enterrados, uno en cada extremidad de su cuerpo, dejándolo ensartado a una silla. Frente a él, se estaba cocinando una sopa a fuego lento. Su contenido era vomitivo... ¡Era sopa de sangre con ojos!, en ese preciso momento me di cuenta que en los corrales casi ningún animal poseía ojos, incluyendo al desdichado joven que ahí se encontraba. No sé de dónde saqué las fuerzas, pero seguí mi camino, subí las escaleras y mientras lo hacía sentí un estrepitoso "Déjà vu". Lo dejé pasar. Ya en el segundo piso descubrí donde estaban los tres policías desaparecidos. Todos en la pieza de la niña. Uno estaba destripado, le hicieron un tajo (muy prolijo por lo demás) por toda la línea media de su abdomen. Los otros dos estaban degollados, sumergidos en un charco de su propia sangre. Comencé a temblar, sentía mucha pena y miedo, siendo que llevaba años en esto. Pero esta vez era distinto, tenía una inexplicable conexión conmigo. Entré a la habitación matrimonial, donde la "joven" pareja (tenían aproximadamente mi edad) yacían colgados, ambos del cuello. La mujer con una corbata y el hombre con una cuerda. Quien sea que hizo esto quería hacerlo ver como un suicidio. De pronto escuché un chillido estrepitoso, como de alguien siendo asesinado. Era imposible, no había nadie vivo que estuviese cerca. Aunque lo más perturbador fue que el ruido no salió de ningún lado, si no que vino de mi cabeza, como un recuerdo. Me seguía pareciendo extraño. Pasó el rato y escuché algo que venía del armario, era un niño de no más de tres años que estaba escondido allí. Al verme comenzó a tiritar, al igual que el policía de la entrada, pero no hizo nada más. No emitió grito, llanto ni cualquier palabra, solo tiritaba. Salí de la escena del crimen junto al niño, ya no tenía nada más que apuntar.
Decidí llevarlo a mi casa para que se tranquilizase, y al día siguiente lo llevaría a un orfanato o algo así. Lo hice dormir en la habitación contigua a la mía. El pobre seguía temblando. Me fui a dormir luego de un terrible y agotador día. Al despertar tuve exactamente la misma sensación del día anterior, pero aún peor, ahora parecía como si tuviese un elefante sobre mi pecho. Era un peso enorme, me angustié muchísimo. Reaccioné casi de inmediato y salí corriendo a la pieza donde debía estar el pequeño... solo había una mancha roja. Fue en ese preciso momento que todo en mi mente explotó, como si supiera donde se encontraba el niño. Bajé corriendo las escaleras con dirección al jardín. Había una pala apoyada contra la pared y un hoyo cerca de esta. La usé para cavar, pero mientras lo hacía sentí mi cuerpo agotado, como si hace muy poco hubiese cavado. Cavé y cavé hasta que hallé lo que buscaba. Efectivamente, estaba el cuerpo del niño, o lo que quedaba de este. Estaba macabramente descuartizado, de la misma forma que los pobres animales de la granja. Lo más extraño es que no había ningún forcejeo dentro de la casa, no había indicio de quién fue el responsable de terminar por completo con la familia. Me quedé paralizado un momento... ya había descubierto quien era el maldito enfermo que hizo todas esas barbaries. Lo sospeché en el momento que desperté aquel día. Ahora todo tenía sentido: por qué temblaba el policía, por qué no me contestaban, por qué me sentía tan mal... había sido yo, ¡YO ERA EL ASESINO! Yo era el desquiciado que aniquiló a tantos seres vivos a sangre fría. Creo que tantos años trabajando en esto me habían pasado la cuenta, a tal punto de perder la conciencia e intentar hacer el crimen perfecto. Pero contra mí no podía, no podía engañarme. Había descubierto al antagonista de una escena inimaginable. No aguanté la culpa y me entregué. Lo que más odiaba era a un maldito asesino, y ese era yo, así que merecía ir a tras las rejas.
Ahora escribo esto desde la cárcel, donde merezco estar, pero sigo en un estado lamentable. Cada día que pasa siento una presión más grande. Lo más probable es que uno de estos días sienta el peso de un transbordador posándose sobre mí.
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Historias Cortas de: Terror, Misterio y Suspenso Vol.1
Horror¿Quieres dormir esta noche? Con estas historias no lo podrás hacer. *Segundo Lugar Elune Awards 2016*