Hace semanas que está pasando lo mismo, ya no sé qué hacer. No puede ser que me esté persiguiendo para todos lados. No me lo creo, enserio. Quizás me está acosando, tengo mucho miedo; estoy en peligro. Es que, es lo único que tiene sentido. Pero enserio, ya no puedo más. Les contaré que me pasó (y está pasando), pero primero debo dejar algo claro... Todos los cuerpos sin vida que hay en mi departamento, los he matado por mi seguridad. No quiero morir por culpa de esa persona. Ésta pistola es mi única defensa.
Todo comenzó, como mencioné antes, hace unas semanas, cuando desperté en el hospital luego de un accidente automovilístico. No recuerdo mucho qué ocurrió, pero sé que estaba ebria manejando. Quería huir de todo lo existente. Desligarme por completo de toda la humanidad. Mi futura familia, mi vida, mis proyectos... Todo me había sido arrebatado por una vil y sucia mujer. Lo peor es que sé quién es: Alexandra. Mi ahora ex esposo, Williams, es abogado. Tenía a Alexandra como socia hace unos meses, pero nunca sospeché nada raro. Los meses pasaron y él no cambió, como suele pasar, sino que era igual que siempre. Yo trabajaba de secretaria en una notaría. Descubrí su infidelidad un día que salí temprano del trabajo, llamé a Williams para cenar y me dijo que estaba ocupado. Me habían pagado ese mismo día, así que, con una amiga, fui a un restorán caro que hay en la ciudad. Nunca había comido allí, ni siquiera con Williams. Cuando llegué grande fue mi sorpresa al verlos cenando, pero no solo eso, sino que besándose y posteriormente brindado. No alcancé a pedir nada; me acerqué a ellos y le pedí la llave del departamento a él. Intentó hablarme pero no hice caso. Fui a la casa de mi amiga a tomar unos tragos, necesitaba olvidarme de todo.
Hasta ese momento todo iba relativamente bien, nos emborrachamos en su casa y se suponía que me quedaría a dormir allí, pero mi cuerpo no quiso eso. Mi amiga se había dormido con una botella en la mano, yo seguía un poco consciente. Sin pensarlo me subí a mi automóvil a comprar más alcohol, para tomarlo yo sola en mi departamento. Después de eso recuerdo muy poco, lo consumido anteriormente me estaba haciendo todo el efecto posible. Sé que compré una botella de vino, la cual abrí de inmediato tomándome un buen sorbo. Luego, con la vista muy nublada, escuchando la música al máximo volumen, debía conducir hasta mi hogar. Cosa que no ocurrió. No recuerdo nada más, cuando desperté estaba en una camilla. Totalmente sola.
Lo peor vendría después. Cuando una de las "enfermeras" se me acercó al darse cuenta que ya había despertado. Mi temor y enojo fue instantáneo. Era ella, estaba acá, viéndome inferior acostada en una cama. Sí, Alexandra, usando un traje de enfermera, había entrado a la habitación preguntando cómo me sentía. Me abalancé sobre ella para golpearla, debía darle su merecido por destrozar todos mis proyectos familiares. Los gritos de desesperación se escucharon por todo el hospital. No pasaron ni treinta segundos y ya había varias personas intentando separarnos. No sabían lo que esta perra me había hecho. El otro desgraciado no sé dónde estaba, pero debía darle su merecido. Solo una cosa me pasó por la cabeza en ese momento... ¿Qué hacía esta infeliz vestida de enfermera? No lo sabía en ese momento.
Duré dos días hospitalizada, hasta que me dieron de alta. Era libre de nuevo, esperaba no volver a encontrarme con Alexandra nuevamente. Volví a mi departamento, busqué mi celular y le envié un mensaje a Williams: "Dejaré todas tu ropa, pertenencias, etc, en recepción. Ven a buscar todo cuando quieras.", entonces esperé a que llegara para increparlo. Cuando por fin lo hizo obviamente llegó solo, sin la infeliz. Le pregunté qué hacía Alexandra en el hospital, si se suponía que era su socia en los asuntos legales. Se hizo el desentendido: "¿De qué hablas? Ella trabaja conmigo, como bien sabes, no en un hospital". No le dije nada más, no lo quería ver. Pasé unos días sola en mi casa, llorando, totalmente destruida emocionalmente. Cuando me aventuré a salir pasé a mi almacén cercano, donde atendía siempre una joven muy simpática. Pero no, no estaba ella esta vez. No me lo creía... Ya parecía una broma de mal gusto. Al entrar me percaté que la que estaba atendiendo era Alexandra. "¿Qué haces acá maldita perra? ¡Aléjate de mí!". Salí corriendo lo más rápido que pude.
Fui a encerrarme a mi departamento después de ese mal rato. Me di cuenta que debía salir a comprar, ya no tenía nada qué comer. Tomé aire y volví a salir, esta vez me fui por otra ruta. Hice parar un taxi, para no irme a pie. Me fui pensando todo el camino en lo que había pasado. Cuando llegué a mi destino el taxista se despidió de mí. Volví a sentir temor, mucho temor. Miré por el espejo retrovisor del conductor: Era nuevamente Alexandra. La ira me invadió y comencé a atacarla con mis uñas. Rápidamente pudo empujarme hacia afuera del taxi, escapando a toda velocidad. En ese momento me di cuenta de algo perturbante: Me estaba acosando. Ya me había hecho mucho daño, ¿Para qué seguir con esto? Le envié un mensaje a Williams para que detuviera a Alexandra, sino tendría que hacer justicia con mis propias manos.
Por culpa del mensaje la policía fue a mi casa, para interrogarme. Les expliqué todo lo sucedido, pero pensaron que estaba loca. No podían entender cómo una abogada se pudo infiltrar en un hospital, un almacén y ser taxista, cuando se supone que está resolviendo asuntos legales. Yo lamentablemente tampoco sé cómo puede hacerlo. Es su mente de acosadora, hace lo que sea para perseguirme y nunca dejarme en paz. Pero esto no podía seguir así. Me contacté con un tipo, el cual me vendió una pistola con unas cuantas cargas. Ya podía sentirme más segura.
Los días pasaban y todo empeoraba. Cuando quería salir de mi casa veía que en la calle, junto a las cientos de personas que pasaban caminando, estaba ella. Siempre ella, a veces sin verme, otras sí lo hacía. Estaba en todos lados. Alexandra, ¿Qué le hice? Ella fue la que arruinó mi vida, yo jamás le hice algo. No podía salir de mi hogar, me sentía insegura a pesar de tener el arma. Hace más o menos una semana pedí una pizza a domicilio. Sentía mi cuerpo débil por el hambre y la falta de sueño. Cuando llegó el repartidor tomé mi pistola, por miedo a que Alexandra viniese a hostigarme. Había atado una cuerda a la manilla de la puerta, para poder abrirla desde lejos. Me escondí detrás del sillón y abrí la puerta. "Dejé la pizza encima de la mesa. Allí mismo está el dinero, guarde el cambio" – le grité, esperando a que entrara y cerciorarme de que no era ella. Dejó la pizza, y, al voltearse, no pude tener otra reacción más que jalar el gatillo. Me sentí temerosa por el ruido provocado, pero también pude sentir la felicidad que se me había arrebatado. Le disparé directo en la frente; era la maldita Alexandra. Quizás quería infiltrarse en mi departamento para torturarme o cualquier cosa. Tomé su cuerpo y lo escondí en mi habitación. No importaba, actualmente dormía en la sala de estar. Pero mi tranquilidad duró poco.
Encendí la televisión, y en cada canal que intentaba ver estaba Alexandra en algún lugar. No entendía qué había pasado. Apagué la televisón rápidamente. Salí de mi departamento temorosa y confusa. No sabía qué estaba pasando. Alexandra me seguía acosando, pero yo estaba segura que la había matado. La pistola seguía junto a mí, dándome protección. Sale entonces una mujer del departamento de al lado. Supuse que era mi vecina, pero cuando le vi el rostro era nuevamente ella. "Hola vecina, ¿Qué fue ese ruido qué sonó reci....." – Intentó hablarme, pero le disparé unas cuantas veces. Nada tenía sentido. A pesar de haberla asesinado, por segunda vez, seguía con el mismo miedo. Los demás vecinos también salieron para ver qué ocurría. Pero no, no podía ser. Estaba rodeada, rodeada por ella. ¿Qué ocurría acá? ¿Qué tipo de artimaña había usado esta desgraciada? Todos los rostros que veía eran los de ella. "¡Vete de mi vida de una maldita vez!" – Grité mientras disparaba a todos los que me rodeaban, incluyendo a los hombres que habían salido junto a ellas. Sabía que en cualquier momento escucharía las sirenas de los policías sonar. Me apresuré a esconder los cuerpos, junto con el que había asesinado anteriormente. Una vez lo hice, me encerré nuevamente.
Aquí estoy ahora, en mi departamento lleno de cadáveres. Pero con la certeza absoluta de que Alexandra por fin murió. No me importa si me pudro en la cárcel. Escucho las sirenas, en cualquier momento viene la policía a tocar mi puerta. Estaré encerrada de por vida, pero tranquila al fin. Ahí están, tocando la puerta. No sé si abrirla o esperar a que la derriben. Mejor la abriré desde lejos, como lo hice con Alexandra vestida de repartidora de pizza. Acaban de entrar a mi departamento. "¿Hay alguien aquí? Somos la policía y venimos por los ruidos de disparos que denunciaron unas personas por este sector". Es una mujer la que habla, me asomaré. No... no puede ser: "¡ERES TÚ NUEVAMENTE ALEXANDRA! ¿No te había asesinado? Ahora vienes a mi casa vestida de policía, ¡No podrás seguir acosándome si me suicido! JAJAJAJA. Por fin me libraré de ti, maldita perra. Adiós *Disparo*
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Historias Cortas de: Terror, Misterio y Suspenso Vol.1
Horror¿Quieres dormir esta noche? Con estas historias no lo podrás hacer. *Segundo Lugar Elune Awards 2016*