Historias Cortas de: Terror, Misterio y Suspenso Vol.1

El Impostor

   Una anciana como yo no debería tener preocupaciones, solo quiero disfrutar mis últimos años de vida con mi amado esposo. ¿Por qué me hicieron todo esto? ¿Acaso en mi vida hice algo malo? No lo sé. Tendré que terminar con este mal. De algo estoy segura... Él ya no es él.

   Soy Andrea Galvan, una señora de 65 años. He vivido toda mi vida junto a mi esposo, Manu, el cual ya tiene 73 años. Llevamos 45 años casados, toda nuestra vida. A nuestros hijos no los vemos casi nunca, hace unos años venían a vernos muy seguido, cuando sus hijos eran pequeños. Ahora ya son adolescentes, así que suponemos que encuentran que somos aburridos para ellos. Bueno, es el ciclo de la vida. Aun así vienen unas cuantas veces al año. Vivimos en una casa a las afueras de la ciudad. Decidimos irnos de allí para huir del estrés que genera la urbanización. Aun así no estamos tan alejados de todo, a unos 30 minutos de aquí, en nuestro carro, llegamos a la tienda más cercana para abastecernos de todo el alimento que necesitamos.

   Hace cuatro semanas vinieron de vacaciones la familia de uno de mis hijos, Ángel. Tiene dos hijos muy simpáticos. Nos sacarían de la rutina por un tiempo. Se iban a quedar dos semanas, pero unos días antes que se fueran algo no andaba bien. Mi querido Manu estaba extraño. No, no en su comportamiento ni en su físico, era algo más que no podía descifrar. Le pedí a mi hijo que se quedara unos días más. Por su trabajo solo pudo atrasar su regreso tres días. Las ansias por saber qué era lo que ocurría con Manu me inquietaban demasiado. Me quedé pensando toda esa noche, debía saber qué era. Los siguientes días estuve distante. La preocupación hacia que mis nervios perturbaran mi mente. En un momento se me acercó Manu para preguntar qué me pasaba, intentando abrazarme. Mi reacción fue repelente. Era como si mi esposo fuese un extraño, sentía que algo raro tenía. Quizás... él ya no era él.

    Pasaron los tres días y mi hijo tuvo que marcharse. Le rogué que no se fuera, advirtiéndole que algo pasaba con Manu. "No me dejes hijo, no quiero estar aquí con alguien en quien no confío". Pero se lo dije desesperada, no tenía control sobre mis emociones. La extraña sensación que me provocaba Manu empezaba a alterarme, y mucho. Ángel no me hizo caso, quizás haya pensado que estoy loca. Cuando se fue me quedé nuevamente sola con "mi esposo", como cualquier pareja. No pasó ni un minuto y Manu se me acercó: "¿Qué te está pasando amor?". Actuaba idéntico a mi marido. Intenté actuar como si nada hubiese pasado. Me decidí entonces a investigar el asunto, no le quitaría el ojo de encima en ningún momento. No podía estar trastornándome. No, imposible. He vivido con él prácticamente toda mi vida. Solo quiero estar junto con mi amado esta última etapa de mi vida. No pido mucho. Será que, quizás... ¿él ya no sea él?

    Durante una semana lo estuve espiando, a cada momento: En las noches, cuando él despertaba, debía estar atenta; durante el día observaba cada uno de sus pasos, desconfiando de este sujeto, idéntico a mi marido. Lo vigilaba mientras dormía también, no podía fiarme de un extraño. Mi actitud con él había cambiado totalmente, algo que Manu no entendía. "¿Por qué te comportas tan rara? Ya me estás preocupando Andrea, es enserio". La relación había cambiado. Tantos años juntos y recién ahora tenía que pasar todo esto. Pero no, es cierto, si fuese MÍ Manu esto no ocurriría. Pasaríamos las tardes juntos viendo una que otra novela. Conversando y recordando las mismas anécdotas de siempre. Poder pasar las noches abrazada a él como cualquier pareja feliz. Pero no, no se puede. Este Manu no es mi marido. ¡Eso es! ¿Cómo no lo pensé antes? Lo más probable es que fuese un vil y asqueroso impostor. Ahora todo tiene sentido. Es imposible que me equivocase, habiendo pasado mi vida con él. Este sujeto claramente no era mi marido, aunque sea igual. Pero ¿Cómo lo pudo haber hecho? Tuve que seguir investigando, pero al menos ya tenía certeza de que él no era él.