Encaprichamiento

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Alrededor de las doce de la noche los dos hermanos se levantaron del futon y salieron por la ventana en dirección al techo. Ichimatsu se acomodó como siempre sobre las tejas, sentándose de cuclillas, se desabrochó la mitad de la camisa, permitiendo que la brisa veraniega golpeara su pecho desnudo, un escalofrío recorrió su cuerpo y un suspiro salió de su boca. Miró de reojo a la ventana, con una sonrisa picara en su cara. 

—¿Te gusta lo que escuchas acaso? 

Jyushimatsu ladeó la cabeza.

—Deja de mirar y ven de una vez.

Obedeció, caminó con lentitud y se sentó al lado de Ichimatsu, moviendo los dedos de sus pies. 

—Estabas muy angustiado ésta tarde.

—Un poco, no avisaste que saldrías.

—Estabas dormido para cuando iba a salir.

Jyushimatsu cubrió su boca con las mangas de su pijama, todavía se le hacía raro tener sus manos al descubierto, por lo que movió los dedos de estas y mantuvo la mirada más allá de sus pies; el suelo se veía muy lejano, cualquiera podría haber muerto si caía de esa altura, si era lanzado desde esa altura.

—Ni siquiera avisaste a nuestros hermanos, eres algo egoísta —Se rió, causando impresión en Ichimatsu, quien sólo frunció el ceño y le imitó, mirando la calle a la distancia.

—Lo se, soy la persona más egoísta del mundo, es patético, ¿no?, Lleno de desesperación, como un monstruo solitario.

Una mano se estrechó alrededor de la suya, entrelazando los dedos. Ichimatsu se sintió mal por dentro, hacía calor y él estaba sudoroso, como un cerdo, debía sentirse asqueroso para su hermano tocar ese fluido directamente con la piel, y a pesar de que quiso apartarse para no incomodarlo, este le sonreía enternecido.

—Esta bien ser egoísta a veces.

—Jyushimatsu...

—Hey! —Choromatsu se asomaba por la ventana con una vena surcando su frente —¡Ya vengan a dormir! ¡Tengo que trabajar mañana y ustedes no hacen más que hacer alboroto!

—De hecho el que más hace alboroto eres tú —Murmuró Osomatsu, divertido desde dentro del cuarto.

El despeinado, desconcertado, se irguió para regresar por donde había salido. Sin embargo, su mano seguía sujeta con firmeza. Se volteó, su hermano le sonreía, angustiado incluso, quizás asustado.

—Yo soy muy egoísta.

Esa noche trató de ignorar aquel último comentario, pero la incómoda sensación lo acompañó hasta altas horas de la madrugada.


Fue así que con el pasar de los días, Jyushimatsu no se separaba nunca de su hermano, hostigándolo en cada oportunidad que él viera posible para conocerle hondamente. Ichimatsu hacía caso omiso a esto, demostrando su incomodidad en cada oportunidad que se presentara. Existieron los casos, en los que el menor lo sorprendía, contándole datos del mayor, inclusive se quedaba en silencio, esperando una respuesta afirmativa, como si de un examen se tratase. Otras veces sólo le miraba y su cabello tiezo tintineaba impaciente.

—Te quiero —Dijo una vez, consternando al despeinado, por lo que no respondió.

—Te quiero—Volvió a repetir, luego de unos minutos.

—¿Acaso quieres algo? 

—¡Todo de ti!  —Finalizaba la mayoría de las veces, inquietando a Ichimatsu, a pesar de que era dicho con un toque de inocencia.

ADDICTION [Jyushiichi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora