Los secretos son de a dos

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—Choromatsu... ¡hey! ¡Pajamatsu!

El mencionado salió de su trance e inmediatamente se giró con una mirada cargada de desprecio en dirección a su hermano mayor.

—¿Qué mierda?

—Te he pedido la salsa de soya —Se quejó el primogénito, haciendo un puchero

—Oh, perdona.

—Estás un poco ido, ¿ocurre algo?

Choromatsu vio al duo de idiotas a su lado derecho, por solo un instante, quienes comían a su ritmo, intercambiando sonrisas embobadas de vez en cuando y frunció el ceño, la incertidumbre superaba la incomodidad en la cual estuvo envuelto durante toda la semana gracias a los evidentes celos fraternales de Jyushimatsu que, por más que los otros intentaran ignorarlo, él no podía hacer caso omiso.

—No pasa nada, no te preocupes.

Siguió bebiendo su té, mientras observaba como Osomatsu interrogaba al par de lila y amarillo  acerca del alboroto de anoche y como sus correteos en el tejado lo despertaron por un instante, cosa que también le daba curiosidad, aún más que el saber porqué Karamatsu había sonreído cuando el primogénito preguntó sobre el cuello de Ichimatsu que, al igual que la frente de Jyushimatsu, estaba vendado.





El agua tibia escurriendo entre sus manos le otorgaba una tranquilidad placentera, si se apuraba en lavar los trastes quizás podría darse una ducha caliente aprovechando el frío de la mañana y luego ir a comprar algunas cosas para el almuerzo, ese día tenía ganas de comer algo liviano, así que una sopa estaría bien. Tan ensimismado se encontraba, que los brazos que rodearon su cadera le hicieron soltar un grito de espanto y por consiguiente, un ruido de platos chocando entre si que no lograron apaciguar la risa familiar a su espalda.

—¿¡O-osomatsu nii-san!?

—¿Qué fue ese grito Choro-chan?, acaso no reconoces los brazos de tu hermano mayor?

—Me tomaste por sorpresa... —Un notorio rubor se hizo presente en su pálido rostro, recordando los momentos comprometedores que involucraban los brazos de Osomatsu.

—A pesar de que siempre estoy sujetándote... —Bajó el tono de voz, acercándose al cuello del oji verde, rozando sus labios contra la piel que se puso de gallina ante el tenue tacto.

—No hagas tonterías tan temprano, idiota... Es peligroso.

—No seas malo con tu onii-chan.

Choromatsu estrujó la esponja con fuerza, sin importarle que la espuma escurriera por sus dedos cuando se vio apresado entre el borde del lavaplatos y el cuerpo del mayor, quien sostenía su rostro, besándolo con lascivia. Dejó que la esponja cayera al suelo al momento de sobresaltarse por el tacto de Osomatsu en su trasero, siendo apretado con rudeza.

—¡T-te dije que no hicieras eso! ¡Todavía están todos en casa!

—Entonces no grites o llamarás la atención.

—¡No es eso a lo que me refie... —Volvió a ser callado por los labios del mayor, dejándole sin aire, ahora subiendo las manos por debajo de su sudadera, acariciando su abdomen, recorriendo su delgada figura, a punto de llegar a esos botones que sin duda lo harían gemir.

La madera crujiendo, gracias a los pasos torpes de los hermanos, sobresaltó al dúo que se separó inmediatamente, viendo expectantes a la entrada de la cocina por la cual aparecieron Jyushimatsu e Ichimatsu, este último sosteniendo al sonriente muchacho por una de sus alargadas mangas.

—Ah... ¡chicos! —Replicó el mayor de todos, sonriendo con algo de nerviosismo —¿Quieren algo?

—Eh... solo decía que íbamos a visitar a mis amigos.

ADDICTION [Jyushiichi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora