Capítulo 36. Final.

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Y ahí estaba yo. Frente al espejo admirando mi vestido de novia. Era tan blanco que hacia que mi piel resaltara un poco más. Mi cabello rubio estaba sujeto en media cola agarrado al velo. Una cadena de oro con un dije de flor. Y yo... Yo era la novia más feliz del mundo.

Sentía en cualquier momento me desmayaría de la emoción. Tenía el estómago revuelto, mis piernas flaqueaban y mi corazón latía a mil por hora. Estaba algo ansiosa, no podía esperar ni un segundo más a volver a unir mi vida con la de Zayn. Estaba lista para ser suya y que él fuera mío, era todo lo que necesitaba. Y lo mejor de todo es que todo esto era real.

No había dinero de por medio. No había un contrato. No había que fingir.

Si quizá me hubiesen dicho que Zayn sería el hombre perfecto para mi, la primera vez que nos casamos habría sido tan única como sería esta. Pero estaba tan encerrada en mi mundo, tan cegada por el enojo hacia mi padre, que no pude darme cuenta antes de lo maravilloso que era Zayn.

Y pensar que los primeros días solo quería estar a kilómetros de él y ahora sino lo tengo ni dos metros cerca siento como si algo me faltara.

Se abrió la puerta de la pequeña habitación donde me encontraba y di un respingón. Entonces me encontré con los ojos azules de mi padre que me miraban con algo de nostalgia y emoción.

-Hola-dijo suavemente cerrando la puerta tras de él.

-Hola-dije con una leve sonrisa.

Me sentía feliz, ahora las cosas estaban bien con mi padre y yo me había vuelto a sentir la misma niñita consentida de papá.

-¿Nervioso?-pregunté con una risita mirándolo por el reflejo del espejo.

-Eso debería preguntártelo yo a ti, ¿no te parece?-dijo limpiándose las manos en el pantalón

-Ya pase por esto-dije sonriendo.

Aunque la verdad, yo también me moría de nervios. Esta vez quería que todo saliese perfecto. Quería que todo fuese tan mágico como siempre me imagine mi boda.

Mi padre se acercó lentamente y se paró justo a mi lado. Ambos nos quedamos mirándonos uno al otro por medio del reflejo del espejo. Pasó una mano por mi cintura y después volteó para depositar un pequeño beso en mi mejilla, cosa que me sorprendió porque mi padre siempre había sido un hombre algo reservado con las demostraciones físicas de amor.

-Te ves hermosa-dijo volviendo a mirarme por el reflejo- No puedo creer que hayas crecido tanto.

-Eso no lo pensaste la primera vez-dije sin poder evitar que las palabras saliesen de mi boca.

Me miro con algo de tristeza y yo lo mire en forma de disculpa. Intentábamos no tocar el tema porque sólo hacia sentir más culpable a mi padre o al señor Malik.

-No pasa nada-dijo mi padre captado mi mirada- Fue un error, me cegué por la ambición de poder y dinero que me olvide de la felicidad de mi propia hija.

Volteé a verlo y lo abracé fuerza. Supongo que en otras circunstancias mi padre habría roto el abrazo más rápido, pero lo único que hizo fue abrazarme de la misma manera.

-Te quiero, papá-susurré con suavidad en su oído.

-También te quiero, mi pequeña Pezza-susurró mi papá felizmente.

Entonces la puerta volvió abrirse provocando que diese otro respingón separándome de mi padre. En el umbral apareció Caroline con una carpeta en manos y nos miro con una sonrisa de oreja a oreja.

-¿Están listos?-pregunto haciéndome recordar la primera vez.

Pero esa vez yo había estado sola, ahora mi padre me acompañaría hacia el altar.

Enamorándome de mi esposoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora