Capítulo 7 | La cita

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Una hermosa fuente justo en el centro del parque es testigo de cómo Nate y yo pasamos la tarde juntos, estamos hablando de cosas que parecen no tener importancia pero en realidad la tienen, por ejemplo la mantequilla favorita de Nate, los zapatos que dejé de usar hace un mes porque ya me quedaban apretados. Ese tipo de conversación quizá no sea la más importante pero cuando se trata de conocer a un chico y ser parte de esas pequeñas cosas, lo es todo.

—Oye Hayashi, me gusta tu forma de vestir, eres como una Minnie Mouse mejorada, ese listón a un lado de tu cabello me encanta, tu vestido turquesa con círculos blancos encaja a la perfección con el agua que cae de la fuente.

—Detente Nate, me siento halagada.

—Veo que mis cumplidos te hacen sonrojar, entonces es tu turno, no seas dura.

—Bueno Nate, tu cabello rubio desordenado es armonioso como la oda de las flores número cincuenta y dos, una de mis composiciones musicales favoritas, pero qué es una bella composición cuando tengo una metáfora, absolutamente nada.

—Deja de ver películas románticas o vomitaré azúcar para luego decirte que en realidad es adorable lo que acabas de decir.

—La gente dice que soy muy dulce, no quiero que me termines vomitando Nate.

—Bueno Hayashi entonces debo probar algo más dulce que tú para que eso no suceda, vamos a la cafetería por un postre de fresas gardenianas.

—Suena genial.

Llegamos a una cafetería que se encuentra a dos calles de la fuente, tiene un nombre peculiar, “Tentación Gardeniana” los muebles del lugar son en su mayoría rojos y hay carteles con dibujos de fresas por todas partes.

—Buenas tardes jóvenes ¿Qué van a ordenar? —preguntó la mesera.

—Un postre de fresas gardenianas supremo —dijo él.

—Claro joven, en un momento le traeremos lo que ordenó, gracias.

—¿Por qué pediste eso Nate?

—Te advertí que comeríamos algo más dulce, lo único que se me ocurrió fue ese postre, es el equivalente a comer diez postres de fresas gardenianas.

—Estás loco ¿Estás intentando matarme?

—No, solo quiero saber cuanto dulce puede resistir tu cuerpo, por lo que veo tus sentimientos poseen una dulzura impresionante, eso es igual a cinco postres supremos, uno no será nada para ti Hayashi, además lo comeremos juntos.

Sus palabras llegan a mi corazón ¿Cómo puede un chico ser tan lindo? esto no parece real, no quiero despertar de este bendito sueño. Es probable que después de comer el postre no sienta ganas de probar ni siquiera una fresa por el resto de mi vida pero es el dulce precio que quiero pagar por tener a Nate Gardner cerca, debo concentrarme él me está hablando…

—¿Volverás a Haidren después de la Universidad?

—No lo sé Nate, pueden suceder tantas cosas, además me gusta este país, ¿Acaso tienes miedo a que me vaya?

—Sí, sé que apenas nos conocemos pero estás en lo cierto, tengo miedo, no quiero que mi lluvia de estrellas se marche a otra parte.

—Podrías venir conmigo si vuelvo.

—Imposible —bajó la mirada— creo que mi permanencia en este lugar es algo infinito, de hecho hasta cuestionable, no se sí pueda seguir viviendo a costas del último cuadro que pinté.

—Entonces, ¿Por qué no pintas otros?

—Mi inspiración se ha ido al país de la mierda y lo peor es que sólo compró boleto de ida.

—Oh Nate —suspiré— aquí vamos de nuevo con tu pesimismo.

—No soy pesimista, soy realista, el dinero se me acaba, mis ideas para pintar ya son algo inexistente, por más que sueñe con conocer a los grandes pintores y asistir a las exposiciones en Ciudad Loto no podré hacerlo, estoy condenado a vivir en Gardeniet por el resto de mi vida.

—¡Basta! —le grité y todos en la cafetería nos miraron— es que no entiendo sabes, eres un chico brillante, hermoso y sigues sintiendo lástima, tu pesimismo es tan absurdo que ni siquiera puedes verlo, eso es lo peor, sé que tu accidente te hace sentir como que todo acabó pero no es así, todo esto que te rodea es lo que tienes. Yo, esta cafetería que prácticamente me está dejando ciega por su exceso de color rojo y el maldito postre que está trayendo la mesera para que comamos en paz y deje de hacer este ridículo escándalo ¡Escucha Nate! acepta lo que tienes pero sueña con más.

Eso le dolió, hice mal en darle un sermón pero es obvio que lo necesitaba; Sus lágrimas caen mientras la mesera me mira y coloca el enorme postre sobre la mesa.

—Me voy de aquí —dijo él.

—Sabes Nate, no huirás, vamos a comer este postre y verás que la vida puede ser así de dulce, aún con el dolor que puedas enfrentar, siente el dulce.

—Susy…

Él me ha llamado por mi nombre, se ha sentado a mi lado, acaricia mi cabello, luego sus dedos tocan mis labios los cuales él ha besado en medio de su dolor como si estos fueran a acabarse, es un momento dulce y no lo digo por el postre.

—Quiero esa dulzura Susy Hayashi —lo dijo como en las películas— quiero sentir la dulzura en el dolor, ese sentimiento tan sublime, ahora comamos el maldito postre como tú dices.

El gran postre no fue nada comparado con el momento vivido, nuestras cucharas se han encontrado tal como lo han hecho nuestros corazones esta tarde, siempre he sido una chica dulce pero jamás había tenido un momento dulce, el baile de la estrella fugaz hace unos meses no cuenta como un momento así, este sí.

Lluvia de EstrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora